MADRID (AP) — En cuestión de minutos las inundaciones repentinas causadas por los intensos aguaceros caídos el martes en el este de España arrasaron con todo a su paso. Sin tiempo para reaccionar, la gente quedó atrapada en vehículos, casas y negocios. Muchos murieron y miles de vidas quedaron destrozadas.
Tres días después, las autoridades han recuperado 205 cadáveres —202 en la región oriental de Valencia, dos en Castilla La Mancha y uno en Andalucía— y buscan a un número indeterminado de desaparecidos tras el peor episodio de lluvias de otoño en la historia reciente de España.
Ante los avisos de más precipitaciones en los próximos días, la gente ha comenzado a limpiar la densa capa de barro que cubre viviendas y calles llenas de escombros, mientras sufren cortes de luz y agua y la escasez de algunos productos básicos. En el interior de algunos vehículos que el agua arrastró hasta formar pilas o estrellarse contra edificios, todavía hay víctimas mortales esperando ser identificadas.
A continuación, algunos datos sobre la tragedia:
¿Qué ocurrió?
El tren de tormentas concentradas en las cuencas de los ríos Magro y Turia y en el barranco del Poyo — donde localidades como Turís recibieron más de 630 litros/metro cuadrado en 24 horas— causaron un muro de agua que desbordó los cauces tomando desprevenidos a unos vecinos que seguían con su vida cotidiana. Muchos regresaban a casa tras su jornada laboral.
En un abrir y cerrar de ojos el agua enlodada cubría carreteras, vías de tren y se metía en casas y negocios de pueblos en el cauce de los ríos y en la periferia sur de Valencia. Los conductores, con sus vehículos convertidos en lanchas, tuvieron que refugiarse en sus techos, mientras los residentes trataban de refugiarse en zonas altas.
Cuando las autoridades enviaron a los celulares la alerta que advertía a la población de la gravedad del fenómeno y les pedía quedarse en casa, muchos estaban en la carretera, trabajando o cubiertos de agua en zonas bajas o garajes, que se convirtieron en trampas mortales.
¿Por qué pasan estos fenómenos?
Los científicos que están tratando de explicar lo ocurrido en el litoral levantino ven dos posibles conexiones con el cambio climático causado por el hombre. Una es que el aire más cálido retiene y luego vierte más lluvia. Y la otra son los posibles cambios en la corriente en chorro —el flujo de aire sobre la tierra que desplaza los sistemas meteorológicos por todo el planeta– que da lugar a fenómenos extremos.
Varios climatólogos y meteorólogos sostienen que la causa inmediata de las inundaciones es un sistema tormentoso de bajas presiones que se desprendió de una corriente en chorro inusualmente ondulada y estancada. Ese sistema se paró sobre la región y arrojó intensos aguaceros. Esto ocurre con tanta frecuencia que en España reciben un nombre específico, Depresión Aislada en Niveles Altos, o DANA, según los meteorólogos.
Y luego está la temperatura inusualmente alta del mar Mediterráneo. A mediados de agosto batió su récord en superficie, con 28,47 grados celsius, dijo Carola Koenig, del Centro de Riesgo de Inundaciones y Resiliencia de la Universidad Brunel de Londres.
El fenómeno se produce además tras la prolongada sequía que azotó al país en 2022 y 2023. Los expertos afirman que los ciclos de sequía e inundaciones aumentan con el cambio climático.
¿Había sucedido algo así antes?
La costa mediterránea española está acostumbrada a tormentas otoñales que pueden provocar inundaciones, pero este ha sido el episodio más grave que se recuerda. Los más mayores en Paiporta, la zona cero de la tragedia, afirman que las riadas del martes triplicaron la de 1957, que causó al menos 81 muertos y era la peor en la historia de la turística región oriental. Eso riada provocó el desvío del cauce del río Turia, lo que ha permitido que gran parte de la ciudad se librase de esas inundaciones.
Valencia sufrió otras dos grandes DANA en la década de 1980, una en 1982, con una treintena de muertos, y otra cinco años más tarde, que batió récords de precipitaciones.
Con al menos 158 muertos, esta es además la tragedia natural más letal en la historia de España, superando a la riada que arrasó un camping junto al río Gállego, en Biescas, en la provincia nororiental de Huesca, y mató a 87 personas en agosto de 1996.
¿Cuál ha sido la respuesta gubernamental?
La gestión de esta crisis, calificada de nivel dos en una escala de tres por el gobierno de Valencia, está en manos de las autoridades regionales, que pueden pedir ayuda al gobierno central para que se movilicen recursos.
A pedido del presidente valenciano, Carlos Mazón, del conservador Partido Popular, el gobierno central del primer ministro socialista Pedro Sánchez, ha desplegado 500 soldados más, que se sumaron a los 1.200 de la Unidad Militar de Emergencias – la primera fuerza de intervención del Ejército ante catástrofes naturales y crisis humanitarias – que trabajaban sobre el terreno.
El sábado se incorporarán 500 más a las labores de rescate, limpieza de escombros y reparto de suministros. Sobre el terreno hay además casi 2.500 agentes de la Guardia Civil – que han realizado 4.500 rescates durante las riadas – y 1.800 policías nacionales.
Cuando muchos de los afectados dijeron sentirse abandonados por las autoridades, una marea de voluntarios se lanzaron a la calle para ayudar. Cargados con escobas, palas, agua y alimentos básicos, cientos de personas recorrieron el jueves y el viernes varios kilómetros a pie para repartir suministros y colaborar en la limpieza de las zonas más afectadas.
Se espera que el gobierno de Sánchez apruebe el martes la declaración de zona catastrófica, lo que permitirá a los afectados acceder rápidamente a ayudas económicas. Mazón ha anunciado ayudas económicas adicionales.
El gobierno valenciano había sido criticado antes por la demora en el envío de alertas móviles, que llegaron a las ocho de la tarde del martes, cuando algunos pueblos ya habían comenzado a anegarse, más de 12 horas después de que la agencia meteorológica española decretó la alerta roja por lluvias.
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El periodista de The Associated Press Seth Borenstein en Washington, D.C., contribuyó a este despacho.