En el 1823 el presidente de los EUA, James Monroe postuló la conocida Doctrina Monroe que sostiene que cualquier intervención de una nación extranjera en los asuntos políticos de América será considerada un acto hostil contra la nación estadounidense, esto incluye los 35 países y 28 territorios del hemisferio occidental o como algunos mal pensados lo llaman el “patio trasero” de ese país. Por los pasados 199 años, los estadounidenses extendieron su “Doctrina” hasta nuestros días, imponiendo una versión “modificada” a sus diferentes métodos de intervenir (invasiones, ocupaciones, bombardeos, asesinato de civiles, golpes de estado, respaldo a dictaduras, instalando bases militares, encarcelamientos, entrenamiento de fuerzas represivas locales y armamentos a estas) para salvaguardar su mal llamada “democracia” o propiamente dicho sus intereses económicos. Podríamos mencionar como ejemplos a la invasión a la República Dominicana (1965- Juan Bosch) o al golpe de estado en Chile (1973- Allende) y las consecuencias de miles de desaparecidos y asesinados por Pinochet que tomó el poder.
Tampoco olvidamos a Guatemala, a Cuba, a Panamá, a Perú, a Puerto Rico, a Venezuela, a Haití, a Argentina, a El Salvador, a Nicaragua y a Granada entre muchos otros, unos intervenidos en más de una ocasión, pero siempre asegurándose que la “democracia estadounidense” prevaleciera. Los EUA luego de acostumbrarse a sus estilos de repartir sus “encantos democráticos” no han tenido reparo en extenderse por el mundo entero, llevando su “doctrina” a Afganistán , Vietnam, Líbano, Iraq, Somalia, Siria, Yemen, Bosnia y Libia entre otros. Convirtiéndose en ese proceso la nación más belicista y más poderosa del mundo.
Sus “intervenciones” en más de 70 países desde el fin de la II Guerra Mundial; la ocupación de más de 900 bases militares en el mundo, 90 en América Latina (la mayoría “cuidando” a los corredores del narcotráfico); estrangulando económicamente los países que ofrecían resistencia, saqueos indiscriminados de recursos naturales y violaciones del derecho internacional caracterizan y horrorizan a muchos en el mundo, pero al fin de cuentas reciben el aval de ambiciosos políticos y empresarios que son los dictadores de la moral mundial.
DICTADURA MEDIÁTICA
La mentira es el recurso de los tiranos; reproducirla es un acto de corrupción y para lograr todos esos triunfos se necesita un cómplice que difunda la mentira. Los medios noticiosos en manos de los mismos que ostentan el poder, convenientemente propagan lo que le interesa al amo de turno.
Desde el invento de la imprenta hasta la explosión mediática a través de la red global, en donde se cruza toda clase de información pública y privada, las comunidades humanas se han visto condicionadas a consumir lo que otros proveen. Desde el humilde pasquín hasta los más sofisticados trabajos de impresión, todo material de lectura y/o de imágenes trae consigo un factor de credibilidad inmediata, antes de ser analizado o confrontado con sus fuentes para considerarlo veraz. Esa cualidad especial del poder de la palabra, es tanto más peligrosa por la desviación ética de estos recursos.
La influencia ejercida por medios masivos de comunicación, capaces de llegar a todos los rincones, es un arma efectiva en la búsqueda de un poder absoluto, dentro de un sistema de explotación y dominio económico viciado.
En la larga historia de nuestras naciones, importantes medios de comunicación, cuya participación en las políticas locales se ha basado en la desinformación, colaborando con los grupos de poder y con una enorme capacidad para difundir ideas y conceptos dirigidos a la conservación de un sistema corrupto de gobierno por medio del engaño. Ante ese poder mediático inmenso los ciudadanos están totalmente indefensos. Su derecho a la información -un derecho consagrado por textos constitucionales – es violado a diario por estos enemigos de la ética periodística. Ese poder se traduce en la consolidación de sistemas políticos capaces de frenar el desarrollo de los países y mantener a los pueblos bajo el yugo de la miseria, pero más destructivo aún es su efecto en la mente de millones de seres humanos.
Donde todos piensan igual, ninguno piensa mucho.
Los anuncios en los medios de información llegan a lo absurdo. En Puerto Rico el gobernador colonial Pierluisi emitió una orden ejecutiva prohibiendo la venta de vodka ruso. Una universidad de Italia suspendió el curso sobre Fiódor Dostoievski” ¿Habrá mayor muestra de la estupidez humana?
El festival de cine de Cannes cerró sus puertas a las delegaciones rusas. A los atletas rusos no se les ha permitido participar en eventos internacionales, a pesar de que el Comité Olímpico Internacional no puede sancionar a ningún país por cuestiones políticas.
A Putin se le acusa de ser un dictador , olvidando la larga historia de los EUA apoyando e interviniendo a través de su historia con dictadores de la peor calaña en todas partes del mundo.
“La catedral del ejército ruso: una iglesia hecha de armas”, reclaman los medios noticiosos, olvidándose que son los EUA los que más armas producen y venden en el mundo.
Me pregunto si algún medio noticioso de Occidente publicó la foto en que el presidente Zelenski (Ucrania)(2022) condecora, como Heroe Nacional, a Dmytro Kotsyubail, líder paramilitar del partido nazi, al que pertenecen los autores de la masacre de Odessa que quemaron vivos a 48 jóvenes sindicalistas pro rusos en el 2014.
Mis agradecimientos
Quiero agradecer a tres personas que a través de sus escritos han iluminado mi mente y espíritu, ofreciendo la esperanza que muchas veces es tan necesaria para poder sostener los continuos embates diarios a los que uno se enfrenta. Se trata de Luis Carlos Muñoz Sarmiento, de Adolfo Pérez Esquivel y de Carolina Vásquez Araya, personas íntegras y comprometidas con la verdad y que me tomé el atrevimiento de reproducir parte de su trabajo. También al diario Rebelión que me ofrece esperanzas de un mundo mejor.