Freddy Fernandez estuvo a punto de no volver a su casa de Missouri, con su bebé en el regazo mordisqueando el oxímetro que utiliza para seguir sus saturación de oxígeno tras meses de lucha contra el COVID-19.
Fernández, de 41 años y que tiene seis hijos, pasó cinco meses hospitalizado a cuatro horas de carretera de su casa en Carthage, en el suroeste de Missouri, y estuvo sujeto al sistema más intensivo de soporte vital que había disponible. Estuvo a punto de morir en varias ocasiones, y ahora, como muchos de los que sobrevivieron a hospitalizaciones por COVID-19, ha vuelto cambiado.
Más de un millón de personas murieron por COVID-19 en Estados Unidos, y muchos más sobrevivieron a estancias en la UCI que les han producido ansiedad, síndrome de estrés postraumático y otros problemas de salud. Los estudios muestran que comenzar la terapia en la UCI puede ayudar, pero a menudo era difícil hacerlo en hospitales desbordados de pacientes.