
En un momento de tensiones comerciales prolongadas, China y Estados Unidos han logrado un acuerdo significativo sobre aranceles mutuos durante reuniones celebradas en Suiza, el pasado 12 de mayo. Este entendimiento marca un punto de inflexión en las relaciones económicas bilaterales, con importantes repercusiones en el comercio internacional. Tras años de disputas, ambos países parecen dispuestos a aliviar las barreras comerciales, lo que beneficiaría no sólo a sus economías, sino también a la estabilidad del sistema multilateral de comercio. La guerra comercial entre China y Estados Unidos comenzó en 2018, pero se agudizó en el segundo mandato del presidente Trump; al llegar a imponer aranceles contra China hasta del 145%, y que el país asiático tampoco se quedó con los brazos cruzados, sino que respondió contundentemente. Dichas acciones inmediatamente resultaron en efectos negativos sobre la economía de Estados Unidos y por ende de la economía global. El acuerdo al que se ha llegado y puesto en marcha el día 14 del mes en curso, reduce significativamente los aranceles bilaterales: EE. UU. disminuye sus tarifas del 145% al 30%, mientras que China las reduce del 125% al 10%.
Los acuerdos incluyen: 1.- Eliminación gradual de aranceles en sectores clave. EE. UU. reduciría los gravámenes sobre bienes industriales y electrónicos chinos, mientras que China haría lo propio con productos agrícolas y automotrices estadounidenses. Lo que permite a EE. UU. Un mayor acceso al mercado chino para sus exportaciones, especialmente en agricultura (soja, carne) y energía (gas natural). Las empresas estadounidenses también podrían recuperar competitividad en cadenas de suministro globales. Por su parte China, gozará de un alivio en sectores tecnológicos y manufactureros, que enfrentaban costos elevados por los aranceles. 2.- Compromisos en propiedad intelectual y subsidios. China aceptó reforzar la protección de patentes y limitar subsidios a empresas estatales, una demanda clave de EE.UU. Esto podría mejorar las condiciones para empresas tecnológicas estadounidenses en el mercado chino. 3.- Estabilidad macroeconómica.
El beneficio es mutuo. Para el país del “Tío Sam”, la reducción arancelaria alivia a sectores industriales y agrícolas afectados por los altos costos de importación. Empresas exportadoras, especialmente en tecnología y manufactura, ven una oportunidad para recuperar competitividad en el mercado chino. Además, se espera que la disminución de tarifas contribuya a estabilizar la inflación y mejorar la confianza empresarial que hasta antes de dicho acuerdo se veían amenazadas. China, por su parte, se beneficia de un impulso a sus exportaciones, especialmente en sectores como electrónica y maquinaria. La reducción de aranceles también podría estimular la inversión extranjera y fortalecer su economía interna, que busca reequilibrarse hacia un modelo de consumo interno más robusto; que es algo que busca fortalecer, porque el factor consumo interno en China no es un motor que dinamiza su economía como sí lo es para los Estados Unidos.
La tregua celebrada entre las dos primeras potencias económicas del mundo, no deja de tener sus implicaciones globales. Lo más probable es que países que mantienen relaciones comerciales con ambas potencias, experimenten una estabilización en su comercio internacional (exportaciones e importaciones). Sin embargo, debemos reconocer que la incertidumbre de alguna u otra manera estará presente, por el hecho mismo de que el acuerdo es temporal y no aborda las causas profundas del conflicto comercial.
Además, la guerra comercial previa entre EE. UU. y China había alterado las cadenas de suministro globales, lo que dicho acuerdo repercute en un atenuante a dichas cadenas; las economías emergentes que exportan materias primas como por ejemplo Brasil, Australia, etc., se beneficiarían de una mayor demanda china de commodities. Sin embargo, naciones que compiten con China en manufacturas como la India, enfrentarán mayor competencia.
De cara al futuro, esta tregua ofrece un respiro en el ámbito del comercio internacional. Los expertos advierten que la medida tomada, es sólo un paso hacia una solución más duradera. Las diferencias estructurales en políticas comerciales y tecnológicas entre EE. UU. y China requieren negociaciones más profundas. La comunidad internacional observa con cautela, esperando que este acuerdo sea el inicio de una era de cooperación y estabilidad en el comercio global. Además, el acuerdo logrado sirve como una señal para otros conflictos comerciales; el entendimiento siempre será el camino y sienta un precedente para negociaciones similares, como las de EE.UU. con la UE o Reino Unido; que muy probablemente influya en la política de “desacoplamiento” tecnológico entre Occidente y China.
El acuerdo arancelario entre China y Estados Unidos, firmada en Suiza, representa una oportunidad para aliviar tensiones y fomentar el crecimiento económico. Sin embargo, su éxito dependerá de la voluntad de ambas naciones para abordar y resolver las disputas subyacentes que han marcado su relación comercial en los últimos años.