Hace unos días conocí un joven latino en un comercio de Hartford quien con cortesía me explicó la diferencia entre dos productos para mi computadora. En ambos brazos tenía un multicolor tatuaje que representaba flores, un nombre y una cruz. Le comenté con delicadeza el peligro que representaba en la actualidad en los Estados Unidos lucir estos símbolos de grabados, marcas y dibujos en brazos o el cuello. El joven empleado replicó que ya le había advertido a su hermano menor que no siguiera su ejemplo porque sabía que algo tan común como esas marcas podían llamar la atención de los agentes de la “migra” quienes le detendrían y podía ir a parar a “El Salvador.”
Mi sugerencia se basaba en la situación del joven Maiker Espinoza Escalona de 22 años, su esposa Yorely Bernal Inciarte y un hijito de un año. Como ha sido el caso de muchos venezolanos que han dejado su país de origen por razones económicas o políticas, con esfuerzos llegaron a México y desde allí a los Estados Unidos.
Siguiendo el antigua proverbio del “que nada hace nada teme,” se presentaron ante las autoridades de inmigración del Paso, Texas, para explicar las causas de su llegada y el deseo de comenzar una nueva vida en los Estados Unidos.
Gran error, allí mismo fueron separados y Espinoza Escalona cuya profesión en Venezuela era la de barbero y mostró fotos y documentos del ejercicio de su profesión, fue arrestado y desapareció hasta que su familia le vio en las noticias en la tenebrosa prisión CECOT en una republica que ostenta el paradojal nombre de “El Salvador.”
Lo habían rapado, vestía una camiseta y calzoncillos blancos y estaba de rodillas rodeado de soldados junto a cientos de otros prisioneros obligados a mantener a la fuerza su cabeza inclinada hacia el piso.
El presidente de esta república centroamericana es el señor Buquele creador de esta campo de concentración de delincuentes cuyas condiciones de vida son como han sido descritas por inocentes confundidos con maleantes que después de un año han vivido en lo que denominan lo más semejante a un “infierno” en la tierra.
De acuerdo a la organización jurídica que aboga por los derechos civiles American Civil Liberties, Espinoza Escalante es una de las víctimas de la aplicación en USA de la disposición legal denominada Titulo 8 “Acta de Extranjeros Enemigos” o Alien Enemis Act, utilizada hace un siglo y este joven ha sido acusado injustamente como miembro de la pandilla Tren de Aragua, cuestión que los abogados han negado denunciando que Espinoza Escalante fue primero enviado al campo de concentración de Guantánamo y desde allí a “El Salvador.”
En estas decisiones de los servicios de Inmigración no se ha seguido lo que en términos legales se denomina Proceso Debido o Due Process of Law establecido en la Constitución de los Estados Unidos que establece que “ninguna persona puede ser privada de su vida, libertad o propiedad sin que tenga la oportunidad como acusado o acusada de presentar sus argumentos en los tribunales y, que ningún procedimiento legal de un gobierno puede ser arbitrario e injusto.”
Actualmente la esposa de Escalante está detenida y separada de su hijito y podría pasar mucho tiempo para que el caso de este prisionero en el campo de Concentración de El Salvador pueda ser escuchado.
Semejante es el caso de Abrego García quien vivía con su esposa ciudadana estadounidense y su hija en Maryland y fue arrestado por los agentes de Inmigración el pasado 12 de marzo y enviado en forma expedita al campo de concentración de El Salvador el 15 de marzo de este año.
En este caso Karoline Leavitt, la portavoz del gobierno del presidente Trump, respondió a la prensa que “en el caso de García hubo un error administrativo en los Estados Unidos pero que ahora su situación legal está en manos de la justicia salvadoreña.”
El Juez federal James Boasberg está exigiendo que García sea devuelto a USA donde a través del Proceso Legal Debido, éste demuestre su inocencia. El presidente Trump ha solicitado a la Corte Suprema que este juez sea inhabilitado para ejercer justicia.
El ministro Harold Medina de la Universal Life Church Ministries con base en California, está solicitando justicia y oraciones en favor de estas victimas de personas inocentes expuestas a castigos, humillaciones, asalto sexuales y abusos en medio de los verdaderos criminales de las cárceles salvadoreñas.