Por Jenifer Frank
Equipo Conn. Health I-Team
Solo al salir de la casa de la Avenida Wood, fue que el inspector jefe de Bridgeport, Charles Tate se dio cuenta, de inmediato, como es que Rocío Valladares, de 2 años, estaba siendo envenenada.
La pintura alrededor de una ventana en la parte trasera de la casa, se estaba deteriorando. Debajo de la ventana estaba el área de juegos favorita de Rocío, una puerta inclinada del sótano que era la pendiente perfecta para un niño con energía. Al lado de la puerta del sótano, había un espacio de tierra donde a la niña le encantaba jugar hurgando con palos. Se veían pedazos de pintura blanca en la tierra.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 5 microgramos o más de plomo por decilitro de sangre, constituyen envenenamiento por plomo.
La mamá de Rocío, Fanny Quille, dijo que los análisis de sangre hechos a su hija, muestran un total de plomo de más de 70 microgramos.
La intoxicación por plomo, que es una crisis de gran magnitud, afecta anualmente la salud y el desarrollo de cientos de miles de niños en el país, incluyendo miles de ellos en Connecticut.
Aunque Connecticut se ha concentrado seriamente en su lucha contra COVID-19, sus esfuerzos contra la plaga más antigua, la del envenenamiento por plomo, han sido a medias.
“Desafortunadamente, los norteamericanos, con su estilo característico, tienden a reaccionar frente a cosas muy impactantes, pero no suelen reaccionar frente a las situaciones crónicas”, dijo el pediatra de Yale, Carl R. Baum, M.D., director del centro Yale’s Lead Poisoning And Regional Treatment Center.
“En general, el plomo es un problema permanente, y algunos de los niveles de plomo que se observaron en la crisis del agua de Flint de 2014, no son comparables con lo que vemos en New Haven”, dijo Baum.
Se refirió a un paciente joven que la clínica de Yale ha estado tratando durante más de un año, cuyo nivel máximo de plomo era de 118 microgramos. “Y todavía no lo hemos podido bajar a un nivel aceptable”.
El Departamento de Salud Pública de Connecticut (DPH), ha informado que desde 2012, se han presentado 14.000 casos de niños menores de 6 años intoxicados con plomo.
Los datos del DPH dicen que al menos 2,000 niños fueron intoxicados cada año desde 2012 hasta 2016, pero que hubo menos casos reportados en 2017 (1,665) y 2018 (1,332).
Sin embargo, las deficiencias en las mediciones y las brechas en los informes de las municipalidades y los proveedores médicos, significarían que el número real de niños envenenados con plomo en Connecticut es desconocido y casi seguro que es más alto que las cifras que presenta el DPH.
Además, interviene el factor COVID-19. En efecto, la ley de Connecticut exige que los niños se hagan la prueba de plomo dos veces antes de los 3 años. Pero Kaiser Health News informó recientemente, que ha habido reducciones “masivas” en las pruebas de plomo en muchas partes del país, incluido el noreste.
Los análisis de sangre en los niños para detectar el plomo, se hacen generalmente en los chequeos médicos habituales de los 1 y 2 años. Pero el virus no sólo obligó a muchas familias a posponer o prescindir de esas visitas, sino que la gente también ha pasado más tiempo en casa, donde los niños son más propensos a estar expuestos a la degradación de la pintura con plomo y el polvo de plomo.
Uno de los aspectos más patéticos de esta crisis, es que los niños a menudo son intoxicados en sus propios hogares. Las paredes interiores y exteriores de cientos de miles de viviendas, tienen capas de pintura con plomo, lo que no fue prohibido sino hasta 1978. A medida que la pintura se degrada, se fragmenta y crea un polvo con plomo invisible, que los bebés y los niños pequeños pueden inhalar o ingerir cuando comienzan a ser más activos.
Los niños de Connecticut también son víctimas de los débiles mecanismos de inspección de plomo vigentes en el estado. Esos mecanismos reflejan una extraordinaria falta de urgencia y preocupación por un problema que puede causar daño cognitivo permanente y problemas neurológicos.
En 2012, en un cambio importante, los CDC dejaron de asesorar sobre investigaciones sobre fuentes de intoxicación basadas en el nivel de plomo de un niño. En cambio, dijo, prevenir cualquier exposición al plomo debería ser la prioridad porque “No se ha identificado un nivel seguro de plomo en la sangre en los niños”, aunque recomendaron prestar atención a los casos en que el nivel de plomo de un niño, fuera de 5 microgramos o más.
Como reacción, los otros estados de Nueva Inglaterra, endurecieron sus leyes y sus acciones.
En Maine, Vermont y Rhode Island, el resultado de un examen con 5 microgramos de plomo, ahora determina una investigación activa sobre cómo y dónde ha quedado expuesto un niño. Está previsto que el desencadenante de 7,5 microgramos de New Hampshire baje a 5 en julio, mientras que en Massachusetts se requiere una investigación, cuando se presenta un caso de 10 microgramos.
El jefe de la sección de salud ambiental del DPH, Jim Vannoy, señaló en un correo electrónico, que Connecticut adoptó el estándar más estricto de 5 microgramos del CDC, para actuar en los casos de envenenamiento por plomo.
Pero la ley estatal requiere investigación cuando el recuento sanguíneo de plomo de un niño es al menos tres veces de 15 microgramos (en dos exámenes con tres meses de diferencia) o cuatro veces ese nivel (20 microgramos en una sola prueba).
Si se presenta el caso de un niño que muestra de 5 a 14 microgramos de plomo en un análisis de sangre, lo único que el estado requiere, es que los funcionarios de salud locales llamen a la familia o envíen materiales educativos.
Desigualdades raciales
Así como la pandemia del COVID-19 ha puesto en evidencia las desigualdades raciales en la vivienda y la atención médica en todo el país, la ausencia de una campaña concertada contra el envenenamiento por plomo, tiene igualmente un trasfondo racial y racista.
Los niños negros son envenenados dos veces más que los niños blancos, y los niños hispanos una vez y media más. Esto ocurre en parte, porque las familias negras e hispanas tienen más probabilidades de vivir en viviendas antiguas y de mala calidad.
A pesar de las leyes de Connecticut sobre exámenes obligatorios, y a pesar de los esfuerzos del DPH por llegar a las familias negras e hispanas, sólo el 13% de todos los niños examinados en 2017 eran negros, según muestra el último análisis disponible de números por raza y etnia. El 26% de los niños eran hispanos y el 61% eran blancos.
Jennifer Haile, M.D., pediatra del Hartford Regional Lead Clinic, dirigida por Connecticut Children’s Medical Center, dijo: “El hecho de que haya exámenes obligatorios [estatales] no significa que los pediatras realmente lo estén haciendo. Hay mejoría, pero los datos conocidos no son todavía muy buenos”.
David Rosner, profesor de la Universidad de Columbia y coautor de “Lead Wars: The Politics of Science and the Fate of American Children”, dijo: “El plomo es un indicador importante de un problema mucho más grande que tenemos en nuestra cultura y el racismo que la impregna”.
Agregó en un correo electrónico:
“¿Cree que permitiríamos que continuara esta barbaridad si las principales víctimas fueran los niños blancos de los suburbios?”
David Rosner
Un enemigo insidioso
Durante la mayor parte del siglo XX, se agregó plomo a la pintura para aumentar su resistencia al agua y garantizar mayor durabilidad.
Cuando se ingiere, el daño causado por el plomo, puede ser irreversible. Es especialmente dañino para los bebés y niños pequeños, que están en su período de máximo desarrollo cerebral.
“Incluso una exposición de plomo a bajos niveles, puede impactar negativamente en una amplia escala de funciones cognitivas, como la atención, el lenguaje, la memoria, la flexibilidad cognitiva y la integración visual-motora”, dice un estudio en el sitio web de una agencia del CDC.
En junio, científicos sociales de la Case Western Reserve University, de Ohio, publicaron los resultados de su estudio de 20 años, sobre los efectos “posteriores” a la exposición al plomo.
Después de dar seguimiento a más de 10.000 niños de Cleveland, desde el nacimiento hasta la edad adulta temprana, los científicos concluyeron que “los niños con niveles elevados de plomo en la primera infancia, presentan resultados significativamente peores en los marcadores de éxito escolar, y tasas más altas de eventos adversos en la adolescencia y en la edad adulta temprana, en comparación con sus compañeros no expuestos”.
Los bebés y niños pequeños que han estado expuestos, son como esponjas de plomo. Están más cerca del suelo y su conducta respiratoria es más alta que la de los adultos. Debido a que aprenden gateando, tocando y probando, un piso con partículas de pintura con plomo y polvo con plomo, es un terreno peligroso.
Hay una ciudad que lo está haciendo bien
New Haven, Bridgeport y Hartford son las ciudades con la mayor cantidad de casos reportados en el estado.
La ciudad de Hartford está llena de numerosas viviendas viejas y en mal estado de mantenimiento, siendo así una excelente fuente de envenenamiento por plomo. Desde 2012 hasta 2018, el DPH informó que hubo casi 1,150 niños intoxicados por plomo en la ciudad capital.
Sin embargo, según muestran sus propios datos, como las investigaciones son obligatorias sólo cuando los niveles de plomo en la sangre de los niños alcanzan los 15 o 20 microgramos, el programa especializado de Hartford investigó menos del 12% de esos casos. En 2018, cuando el DPH reportó 109 niños con intoxicación por plomo, el programa realizó 7 investigaciones.
Invariablemente, New Haven tiene el mayor número de casos, con 2,266 niños reportados intoxicados por plomo entre 2012 y 2018.
La ciudad informó haber investigado el 24% de las viviendas en ese período. El programa sobre plomo de New Haven, inmerso en la confusión durante años, ha sido demandado por la inadecuada inspección y aplicación de las leyes sobre el plomo. Por lo demás, tanto el director del programa como el director de salud pública de la ciudad, han renunciado.
Por lo general, las investigaciones y cualquier acción tendente a reducir la presencia del plomo en Connecticut, se producen solamente cuando se informa de algún niño intoxicado.
Pero no en Bridgeport.
“No tenemos que esperar a que los niños alcancen los 15 o 20 [microgramos]”, dijo Audrey Gaines, quien, como responsable de la aplicación programa de Bridgeport, se encarga de la salud ambiental, el código de la vivienda y la prevención de la contaminación por plomo.
“Si se supone que no debe haber plomo intoxicando, ¿para qué esperar que suba el número de microgramos antes de intervenir?” Dijo Gaines.
El DPH informó sobre 2,000 casos de niños intoxicados por plomo en la ciudad más grande del estado, entre 2012 y 2018.
Pero a partir de 2013, las cifras de casos en Bridgeport comenzaron a bajar, cada año y de forma espectacular. En 2013, la ciudad notificó 402 casos. En 2018, tuvo 137, o sea, una disminución del 66%.
Este logro sorprendió tanto a Tsui-Min Hung, la veterana epidemióloga del programa principal del DPH, que llamó a Gaines para preguntarle cuál era su secreto.
En lugar de confiar solamente en un análisis de sangre para encontrar una casa contaminada, los inspectores se concentran en determinar “cuál es el problema real, y ese es el conjunto de las viviendas”, dijo Gaines.
La ciudad informó haber inspeccionado casi 1,900 edificios, desde 2012 hasta 2018.
“Si nuestros inspectores del departamento de vivienda encuentran algún tipo de infracción, y si hay niños en esas casas, presentan un reporte a mis inspectores principales”, dijo Gaines. “El procedimiento no tiene nada de científico. De lo que se trata es simplemente de trabajar de manera coordinada”.
Gaines también recurre a la Connecticut’s Uniform Relocation Assistance Act (Ley de Asistencia de Reubicación de Connecticut), para trasladar familias cuando se hace necesario.
“Si… un casero no es capaz o no desea hacerlo, o no coopera lo suficiente como para hacer las reparaciones en esa vivienda, para conseguir que ese lugar tenga protección con respecto al plomo, entonces terminamos por someterlo a los tribunales”, dijo. “Y, de acuerdo con la Ley de Asistencia para la Reubicación, esa familia puede ser trasladada”.
“Se requiere ir más allá de lo que fija la ley estatal [sobre el plomo]”, dijo Gaines. “Si no, no habrá manera de crear una cultura progresista, para lograr lo que se quiere hacer”.
Dijo que la ciudad está procurando inscribir en un programa federal de vivienda, al dueño de la casa en la Avenida Wood donde reside Rocío. Ese programa cubrirá el costo de la reducción o eliminación del plomo. “Una vez que el proceso de inscripción se complete, todo el trabajo se hará en una semana”, dijo.
El hermano de Rocío, Ángel, que tiene 14 años, dice que su hermana, que cumplirá 3 años en febrero, “sabe decir algunas palabras al azar, pero en realidad no habla”.
Su madre se preocupa, dijo, porque Rocío llora mucho. “Siempre está llorando”, dijo Ángel.
Y en estos días, dijo, su madre “casi nunca la lleva afuera”.
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Esta información fue financiada por el Fund for Investigative Journalism (Fondo para el Periodismo de Investigación) de Washington, D.C., y fue presentada bajo asociación con el Conn. Health I-Team (c-hit.org), una organización de noticias sin fines de lucro, dedicada a informar sobre la salud.