BUENOS AIRES (AP) — Todas las mañanas, desde la capilla del sindicato en el que trabaja en la capital de Argentina, Ángeles Celerier saluda a sus santos y eleva una oración. Buenos días, San Cayetano. Buenos días, Santa Teresa. Buenos días, Eva Perón.
Esta última no ha sido canonizada por el Vaticano —aunque el pedido existe— pero para Celerier eso no importa.
“Para mí es la santa del pueblo, la santa de todos nosotros”, dice la mujer de 56 años.
Lejos de Argentina hay quienes conocen poco o nada de esta ex primera dama que murió hace 71 años, pero en la cuna de ídolos como Messi y Maradona, Evita circula de mano en mano en los billetes de 100 pesos, habla al micrófono sobre el mural que adorna un edificio emblemático y planta rostro junto a los manifestantes que la imprimen en sus carteles de protesta.
“Tengo su estampita en mi billetera y la tengo en mi casa en un portarretrato chiquitito con una velita”, dice Celerier. “Le pido que nos ampare, que nos proteja”.
Otros trabajadores como ella la consideran su patrona o miran sus fotos con añoranza porque piensan que en tiempos de su marido, el tres veces presidente Juan Domingo Perón, todo marchaba mejor.
“Para nosotros es la reserva espiritual del pueblo argentino”, dice Julio Piumato, director de Derechos Humanos de la central sindical más grande de Argentina y cuya firma figura en un documento de 2019 que solicita la beatificación de Eva.
“No hay otra figura que signifique tanto. Los sectores humildes se sintetizan en Evita”.
Según Piumato, entre 1946 y 1952, cuando un cáncer la mató a los 33 años y Perón concluyó su primer mandato, la pareja dignificó a la clase trabajadora y priorizó la justicia social.
El documento que ampara el pedido de beatificación menciona, por ejemplo, que mientras algunos países padecían el escozor que dejó la Segunda Guerra Mundial Perón gestaba una revolución cuyos protagonistas eran los trabajadores y los sectores más desprotegidos.
“Los santos nos muestran los caminos para llegar a Cristo e interceden ante Dios por nosotros”, afirma el texto entregado al Arzobispado. “En nuestra patria, generación tras generación se sigue convirtiendo por el mensaje humanista y cristiano de la abanderada de los humildes”.