El jueves pasado, el presidente Biden pronunció su discurso anual sobre el estado de la Unión. Biden habló sobre un país que ha emergido de la crisis de la pandemia más fuerte, más justo y que está creciendo mucho más deprisa que cualquier otro país desarrollado. El presidente explicó cómo toda una serie de nuevas inversiones históricas en infraestructura, energía e industria están revolucionando el país.
Lo más importante del discurso es que casi todo lo que dijo Biden era cierto. La bajísima tasa de desempleo ha empujado los salarios hacia arriba y las reformas aprobadas por esta administración han contribuido a que hoy en Estados Unidos haya menos gente sin seguro médico que en cualquier momento de su historia. Biden está haciendo un buen trabajo, pero como cualquier otro político, no es alguien perfecto.
El mismo jueves, tras el discurso del presidente, Nicolás O’Rourke, un concejal del Partido de las Familias Trabajadoras en la ciudad de Filadelfia, respondió justo después, dando la visión progresista de nuestro partido y una hoja de ruta para el futuro.
Nuestra visión es que Joe Biden ha sido un buen presidente. También es importante recordar, no obstante, que queda muchísimo por hacer y que, si queremos un país realmente justo que dé la bienvenida a todos, no podemos conformarnos. Estados Unidos es el país más rico del mundo, pero millones de personas siguen teniendo problemas para llegar a fin de mes. A pesar de las mejoras en sanidad, este sigue siendo un lugar donde una factura médica inoportuna, incluso estando asegurado, puede dejarte en bancarrota. Muchas zonas del país, especialmente ciudades pequeñas y áreas rurales, se han quedado atrás. El precio de la vivienda en muchos lugares, mientras tanto, se ha disparado. A menudo, estos problemas son el resultado de décadas de malas políticas, y Biden ha hecho mucho para revertirlas. Pero queda muchísimo por hacer.
Tenemos también las dos catástrofes humanitarias que estamos viendo cada día durante el mandato del presidente: Palestina y nuestras fronteras. La administración está pidiendo ahora con timidez un alto el fuego en Gaza, algo que nuestro partido lleva reclamando desde el primer día. Biden puede y debe hacer mucho más para detener la guerra. Sobre inmigración, es obvio que es urgente reformar el sistema, pero los cambios necesarios no pasan por llamar a nadie ilegal, cerrar fronteras o deportar millones de personas huyendo de la pobreza, sino por crear un sistema que permita la inmigración legal y ordenada de aquellos que lo merecen y lo necesitan.
El punto más importante del discurso de O’Rourke, sin embargo, no fueron las imperfecciones de Biden sino la urgente y absoluta necesidad de evitar que Trump vuelva a ser presidente. Trump es un hombre que intentó dar un golpe de Estado para mantenerse en el poder tras las últimas elecciones, ha sido acusado de 91 delitos, acaba de ser condenado a pagar una multa de cientos de millones de dólares por fraude e indemnizar a una mujer a la que violó y a la que difamó durante años. Es alguien que durante su primer mandato se concentró en bajar impuestos a los ricos y en enriquecer a sus amigos. Es, por encima de todo, alguien que ha dicho repetidamente en voz alta que quiere ser un dictador. Y, en vista de su intento de golpe de Estado, debemos creerle.
Nuestra responsabilidad como progresistas consiste en apoyar a un presidente que sabemos que es imperfecto para bloquear a un mal mayor. Pero en el Partido de las Familias Trabajadoras no nos quedamos aquí. Lo que queremos es trabajar día a día para exigir al Partido Demócrata soluciones reales a los problemas de nuestra comunidad, no solo bonitas palabras. Y eso solo lo podemos hacer organizándonos, movilizando votantes e intentando construir una base de poder sólida para sacar adelante las políticas y medidas que necesitamos.
Esto no es fácil, pero nuestra experiencia aquí en Connecticut deja claro que es bien posible. Gracias a nuestro trabajo y al de muchos otros activistas, conseguimos aprobar una de las leyes de baja por enfermedad más generosas del país, salarios mínimos de 15 dólares y expandir el acceso a Medicaid para muchos inmigrantes. Si trabajamos para que nuestra comunidad tenga una voz en el Capitolio, los demócratas en el Capitolio van a escucharnos. Podemos construir un país mejor. Pero para hacerlo, debemos luchar por ello.