Este martes pasado hubo elecciones. En Connecticut, votamos en nuestras elecciones municipales. En el resto del país, varios estados tuvieron elecciones legislativas, elecciones a gobernador, elecciones locales y referéndums. Aunque siempre es complicado sacar grandes conclusiones de una serie de resultados dispersos, hay varias votaciones que merecen comentario.
Empezaremos por las más cercanas, aquí en Connecticut. Las elecciones locales suelen recibir menos atención, a pesar de su tremenda importancia en el día a día de los ciudadanos. Nuestros ayuntamientos gestionan directamente las escuelas de nuestros hijos, el departamento de policía y los bomberos. Si nos importan la educación y la igualdad de oportunidades, nuestro alcalde y Consejo Escolar tienen un papel mucho más importante que el presidente o el gobernador del estado. Si hablamos de tener calles seguras y con poco crimen, o algo tan prosaico como es saber que alguien responderá rápidamente en caso de que haya un incendio, esto se decide a nivel local.
De forma aún más importante, son los ayuntamientos los que deciden prácticamente todo sobre urbanismo, es decir, donde se pueden construir viviendas y edificios y qué aspecto tienen nuestras calles. Si nos preocupa literalmente el lugar donde vivimos, dónde están nuestras tiendas, escuelas, lugares de trabajo y demás, esto es precisamente lo que estábamos votando el martes.
Así que es especialmente importante que esta semana, por primera vez en 22 años, la ciudad de Danbury escogiera un alcalde con votos demócratas y del partido de las familias trabajadoras. Durante mucho tiempo, Danbury había tenido la dudosa distinción de ser el municipio de Connecticut con menor gasto por alumno en su sistema educativo. Sus gobernantes habían maltratado sus servicios públicos (las calles de la ciudad tienen más baches que cualquier otra en el estado), sin hacer absolutamente nada por resolver la subida de los precios de vivienda. En vez de hacer su trabajo, la administración republicana buscó soluciones mágicas, como intentar crear colegios concertados vaciando aún más las arcas del sistema de colegios públicos.
Todo esto cambió el martes, con la victoria de Roberto Alves. Y este resultado tendrá un efecto inmediato en la ciudad, en sus calles y escuelas, en el día a día de sus habitantes. Resulta que los votantes quieren tener gobernantes honestos que creen en la educación y los servicios públicos, en vez de republicanos obsesionados con perseguir fantoches culturales o enemigos imaginarios.
Si miramos los resultados electorales fuera de nuestro estado, los demócratas tuvieron una muy buena noche precisamente por eso. En Kentucky, un estado increíblemente conservador, los votantes reeligieron a un gobernador demócrata que hizo la educación, infraestructuras y proteger los derechos y libertades de todo el eje de su campaña electoral. En Virginia, los republicanos dedicaron toda su campaña a promover nuevas restricciones al aborto. Los votantes no solo rechazaron la idea, sino que dieron a los demócratas mayorías legislativas en ambas cámaras. En Ohio se les preguntó directamente en referéndum si querían proteger el derecho al aborto en la Constitución del Estado. Una mayoría abrumadora del electorado votó a favor de hacerlo.
Resultados similares se repitieron en otros lugares del país, desde la alcaldía de Indianápolis al Consejo Municipal de Filadelfia. Se habla mucho del malestar y el enfado de los votantes estos días, de la impopularidad del presidente Biden y del hastío con la política. En realidad, cuando les toca acudir a las urnas, los votantes responden que quieren un gobierno que funcione, que protege sus derechos, y que no pierda el tiempo en zarandajas culturales más dirigidas a dividirnos que a proteger a nadie.
Volviendo a Danbury, la historia de Roberto Alves realmente describe para muchos lo que queremos que sea este país. Roberto es nacido en Portugal y su familia se mudó a Estados Unidos cuando él tenía cinco años. Sus padres trabajaron duro, haciendo todo lo posible para darle una oportunidad a su hijo. Tras sacarse la nacionalidad y viendo los problemas de su ciudad, Alves decidió que lo mejor que podía hacer para cambiarla era presentarse a unas elecciones. Primero entró en el Consejo Municipal y después se postuló para alcalde, hasta acabar ganando este año.
Este país es de todos. Y entre todos estamos llamados a construir un futuro mejor.