Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre”. No se puede decir más con menos, la misión a la que no sólo el médico esta llamado a realizar.
Esta frase que acuño el Doctor francés del siglo XlX Adolphe Gubler, es aplicable a todas las profesiones y vocaciones que están llamadas a complementarse, para hacer frente a esta epidemia.
Así como no se necesita ser médico para consolar en esta pandemia, como tampoco dar buenas noticias es exclusivo de los periodistas, ni ser abogado para defender la verdad, o ser psicólogo para escuchar, ni blogero para dar un mensaje de esperanza en las redes; tal es el ejemplo del canal de Fray Néstor Wherko, moderno pregonero de la Palabra de Dios, siendo Frayle Capuchino de la Comunidad de las Águilas al Sur de la Ciudad de México, predica en zonas vulnerables a bordo de su motocicleta para luego al final del recorrido, regresa a casa y edita sus videos para subirlos a plataformas y redes sociales como Youtube en su canal “Wherko” a través del link: https://www.youtube.com/c/Wherko.
La Iglesia en salida, que anima el Papa Francisco, tiene la “Misión de Consolación”. La clave para llevarla a cabo, como refiere el Sacerdote Wherko, es que nadie da lo que no tiene. San Pablo, el modelo de evangelizador nos recuerda, que para consolar hay que ser consolados. En la segunda carta a los Corintios 1:3-5 escribe:
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo Padre de la misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en cualquier tribulación, para poder nosotros consolar a los demás en cualquier lucha, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.
El consuelo de nuestra época implica señalar las falsas apoyaturas del narcisismo de nuestra era, que exhibió la pandemia. Conductas marcadas por la autosuficiencia individualista, misma que genera desequilibrios psicológicos- emocionales tanto de los negacionistas conspiratorios como los histéricos hipocondriacos, ambos carentes de empatía.
No es asunto menor, la importancia de la valoración que hacemos ante estas situaciones, está determinada por nuestros condicionamientos personales, humanos y religiosos.
Ante la inminente vacuna contra el COVID19, conviene examinar los fundamentos en los que se basa la nueva normalidad, lo que implica hacerse las preguntas correctas:
¿Cómo reinventarnos?, ¿Qué es lo más importante en la vida?, ¿Cuáles son los efectos, durante y después del confinamiento?, ¿Cómo retomar nuestra vida sin descarrilarnos por el miedo y la paranoia?; ¿Cuáles son las actitudes humanistas frente a circunstancias y reacciones ambivalentes, en nuestras relaciones personales; familiares, ¿sociales, públicas y privadas?
Las respuestas que demos a estos cuestionamientos, dependerán el presente y futuro de nuestra civilización.
Sin duda, la Pandemia no es lo más importante de la vida, pero si es un condicionante, para replantearse ¿qué es lo más importante? Pregunta valida frente a la impotencia de la ciencia ante la muerte, es una desgracia que lo esencial sea lo circunstancial.
Desde una perspectiva religiosa trascendental, ante la vulnerabilidad y fragilidad de la vida, motivo la pregunta existencial fundamental del sentido de la vida; no solo ¿de dónde vengo y a dónde voy?, sino que estoy llamado hacer.
En el plano espiritual, la religiosidad se autentifica, con una Iglesia en salida. El padre Néstor Wherko: inicia siempre su Motomilia con la Frase:
“Hermanos estamos en el camino”. Fray Néstor nos menciona que: “Estar en el camino”, nos advierte del riesgo, frente a la tendencia reduccionista de una religiosidad a mi manera; Jesús sintetiza en una frase su naturaleza y misión en Juan 14:6 Dice:
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino es por mí. Con la frase copulativa “Y” Jesús, revela la integralidad de su mensaje que no puede desligarse, ni separarse so pena de deformar la misión transformadora a la que todo cristiano esta llamado actuar en el mundo.
Centrar el mensaje en un dogmatismo doctrinal teórico, preocupado únicamente de la Ortodoxia (corrección en la doctrina), pero poco ocupada de la Ortopraxis (actuación coherente), conduce a un mero moralismo que hace antipático al cristianismo y presenta la religiosidad como -prohibiciones, normas, tradiciones, olvidando que la verdad es la que nos hace libres.
La erudición teológica sin vida no eleva la espiritualidad y es un anti testimonio para el mundo. Como también es un riesgo, reducir la fe a una mera vivencia de experiencias gratificantes, desligadas del camino y la verdad, las cuales convierten la fe en esoterismo y sincretismo religioso.
La trascendencia que todo hombre lleva en su interior, desligado de un compromiso moral en la vida diaria, en el plano personal y social hace infecunda las virtudes teologales -fe, esperanza y caridad.
Este moderno pregonero, dice que:
La Iglesia siempre tiene algo de Juan Bautista, porque que es la “voz” que se presta a la “palabra” que es Cristo; por tanto la Iglesia es el medio, y el fin es Jesucristo.
Con la sencillez y humildad que lo caracterizan, Fray Néstor, menciona:
“Acomodo la motocicleta con las cámaras, el casco con el micrófono, y pues salimos no hay nada planeado”.“ Uno tiene que preocuparse por la calidad, la edición, y la tareas es que se difunda y sea Dios el que vea hasta dónde puede llegar esto”.
El P. Néstor, concluye:
Todos necesitamos “reinventarnos, en lugar de victimizarnos”. Si Dios ha permitido esta pandemia es para sacarnos de nuestra zona de confort, de nuestra burbuja para que cada uno desde su área de competencia, salga al encuentro del que sufre.