El panorama económico cambia constantemente, y es importante mantenerse informado sobre los últimos acontecimientos. En el presente nos ocupamos de dos conceptos económicos que describen situaciones diferentes en una economía. Términos que se han ido mencionado y acaparando titulares; con cierto énfasis en los últimos años, en un contexto económico salpicado de incertidumbre. Estos dos fenómenos económicos plantean un reto importante tanto para los responsables políticos como para los inversores, ya que pueden tener un gran impacto en la economía mundial. Ambos escenarios pueden ser difíciles de gestionar, ya que requieren un cuidadoso equilibrio de las políticas monetaria y fiscal. En este artículo analizaremos algunos pormenores de los mencionados. Sea usted un profesional, empresario, estudiante, o no y simplemente está interesado en aprender más sobre economía, este es un tema que no querrá perderse.
Iniciaré hablando de “la estanflación”. Este fenómeno económico se acuñó tomando dos términos “estancamiento” e “inflación”; para describir una combinación inusual de: estancamiento económico (crecimiento del PIB bajo o incluso negativo), alta inflación y alta tasa de desempleo. Es diferente a una recesión. Fue el político inglés Iain Macleod, quien en 1965 lo usó por primera vez, y a partir de ahí fue largamente empleado en la década de los 70 del pasado siglo, durante la crisis del petróleo, cuando los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) cortaron el suministro a las naciones de Occidente, originando una espiral inflacionista mundial que se prolongó hasta los años 80.
La estanflación es uno de los escenarios económicos más anómalos y complejos en su corrección, porque las medidas económicas que se toman para salir de la recesión suelen perjudicar a la inflación y viceversa. Este escenario es indeseable porque normalmente se espera que la inflación disminuya durante periodos de bajo crecimiento económico. Y se dice que es compleja su corrección, porque si las autoridades responsables de aplicar las políticas monetaria y fiscal; al ir por la vía de políticas expansivas para estimular el crecimiento, pueden generar más inflación; y si se aplican políticas contractivas con el objetivo de frenar la escalada de precios, podrían prolongarse la recesión o el estancamiento.
Se presenta en economías de naturaleza mixta (combinación de los principios de economía de libre mercado con medidas reguladoras tomadas por el gobierno). Entre algunas causas que la ocasionan, se encuentra una política monetaria y fiscal inadecuada, choques de oferta negativos (como un aumento repentino en los precios de los alimentos o el petróleo), problemas estructurales en la economía, subsidios al desempleo, etc. La estanflación puede ser especialmente difícil de manejar para los responsables de la política económica, ya que las herramientas tradicionales para combatir la inflación, como subir las tasas de interés, podrían empeorar aún más el estancamiento económico e impide que los ciudadanos recuperen su poder adquisitivo.
La última vez, que la economía de Estados Unidos ha estado en una estanflación; formalmente reconocida ha sido en la década de 1970, como he mencionado líneas arriba. En el contexto pandémico y post pandémico ocasionada por la covid-19, estamos constantemente sobre aviso de entrar en un escenario estanflacionario.
Por otro lado, el término “reduflación” no es un concepto económico ampliamente reconocido. No es un término comúnmente utilizado en el campo de la economía y puede ser un neologismo o una expresión utilizada en un contexto específico. El concepto es atribuido a la economista estadounidense de origen británico Philippa ‘Pippa’ Malmgren, experta en geopolítica y economía tecnológica.
Pero ¿qué conceptualiza el término reduflación? Fundamentalmente, es reducir la cantidad del producto que se vende al consumidor manteniendo (o incluso elevando, en algunos casos) su precio. Se le denomina la “inflación invisible”. Se dice que su práctica es legal, aunque no es del todo trasparente; y no lo es porque en algunos casos se comunica a los consumidores al etiquetarse la cantidad o volumen contenido y en otros casos no se hace. Ejemplificando, si antes a este fenómeno por un kilogramo de arroz, el consumidor cancelaba a cambio $ 2,00. Reduflación es cancelar los mismos $ 2,00 pero ya no por 1000 gramos de arroz; sino por 800 gramos ó 900 gramos. Es dar menos por lo mismo.
Se practica desde hace varias décadas, sistematizándose y sofisticándose en los últimos años. Se echa mano de ella en periodos de alta inflación, con la finalidad de mantener el margen de beneficio o utilidad del productor y/o vendedor. Ya que el consumidor generalmente se resiste a una subida de los precios, pero acepta de manera pasiva la reducción de volumen, tamaño o cantidad de los productos. Según algunos estudiosos de este campo, señalan que una reducción entre el 5 % al 10 % del total del producto, pasa desapercibida por el consumidor.
La reduflación es un “arma de doble filo” en un contexto inflacionario; a corto plazo dará réditos económicos a los productores y/o vendedores; pero una vez el consumidor perciba dicha alteración, se sentirá engañado, perderá la confianza y buscará otras alternativas.
¿Cómo protegerse ante una situación así? Teniendo las reglas claras, por ambas partes. En palabras de Pippa Malmgren “somos los consumidores quienes debemos trasladar a las marcas el mensaje de que no todo vale, que no todas las estrategias comerciales nos parecen igual de aceptables o legítimas”.
Hasta nuestro próximo artículo. Saludos a nuestros lectores.