CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Desde niño, Javier Flores vivió a unos metros de la casa de Gabriel García Márquez, en el sur de la capital mexicana, pero sus contactos con el Premio Nobel de Literatura colombiano siempre fueron esporádicos y distantes. A partir de esta semana la relación será más estrecha, al menos metafóricamente.
Flores, un mercadólogo de 24 años, fue uno de los pocos bienaventurados que adquirió una de las 400 piezas del armario del escritor y su esposa Mercedes Barcha, fallecida el año pasado, luego que la familia las puso en venta como parte de una iniciativa de la Fundación Casa de la Literatura Gabriel García Márquez, con el objetivo de recaudar fondos para niños indígenas mexicanos.
Mientras acaricia con sutileza una corbata de rayas grises y negras marca Emporio Armani que aún conserva el olor a loción de hombre y dos pequeñas manchas, Flores asegura sentirse afortunado de haber adquirido, por un monto equivalente a unos 200 dólares, uno de los objetos que usó el Gabo, como le decían sus admiradores y seres queridos.
“Es una fortuna muy grande, por el acceso, por la cercanía que tengo a tesoros como este”, afirmó Flores tras relatar que la corbata está acompañada de lo que consideró “la coincidencia más grande en toda mi vida”, porque después de comprarla descubrió que fue la misma que llevaba el escritor cuando se lo encontró, hace una década, en un centro comercial de la Ciudad de México y se tomaron una foto juntos.
Desde el estudio donde García Márquez dio a luz a muchas de sus obras literarias, Emilia García Elizondo, una de las nietas del escritor, atribuyó el evento de la corbata a la magia que siempre rodeó al padre del realismo mágico. “Eso es Gabo, ese es el tipo de cosas que hace el Gabo”, señaló.
García Elizondo, directora de la fundación de García Márquez, tuvo a su cargo por casi cuatro meses el proceso de selección de los cientos de objetos de sus abuelos y el montaje de la pequeña tienda que se instaló en una de las salas de la elegante casa colonial donde el escritor vivió junto a su esposa desde la década de 1980 hasta su muerte.
Entre las piezas ofrecidas hay vestidos, blusas, carteras y zapatos de Barcha, así como los característicos sacos a cuadros, camisas, corbatas, correas, zapatos y botas de cuero que solía utilizar García Márquez, quien era muy cuidadoso con su vestimenta y aficionado a la ropa europea, según reconoció en una entrevista en 1997 con el diario colombiano El Espectador: “Voy a Roma por asuntos estrictos de mi vida privada, les digo que voy a comprar botas. Y voy a París y compro camisas. Y voy a Londres y compro pantalones”, declaró entonces.