Ustedes me podrán entender porque en esta semana quiero traer en mi columna DESDE EL PUUNTO PENAL, el retiro de este inigualable defensa central uruguayo, que a través de los años he tenido la oportunidad de verlo jugar en muchos torneos sudamericanos o internacionales. La historia de este gran hombre siempre me ha fascinado, porque a pesar de ser reconocido como un hombre rudo, de roce, de marca, de presión, de fortaleza, tiene también su mérito propio, y es que fue letal en los tiros de esquina; ahí siempre marcaba una gran diferencia, porque se convertía en un dolor de cabeza para cualquier defensa del mundo. Sabia levantarse entre los grandes defensas del mundo, y anotar de cabeza. Pocos centrales tenían este gran recurso, ahhh y lo de fuerte y recio es porque es de la familia de la “Garra Charrua”. Y eso lo dice todo.
A sus 37 años, y después de varias batallas en el terreno de juego donde dejo su alma, vida y corazón; además, donde pudo saborear las alegrías y las tristezas que deja un partido de futbol en sus noventa minutos reglamentarios, el excapitán de la selección de Uruguay, Atlético de Madrid, Villareal, Vélez Sarfield, Inter de Milán, Cagliari, Cerro y Nacional de Uruguay, le dice adiós al futbol profesional, y a su carrera como jugador internacional, tras varios meses de haberlo pensado y analizado junto a su familia.
Diego Godin, defensa central por naturaleza, de esos aguerridos, fuertes, recursivos, temperamentales, lideres y obsesionados por una victoria, se retira convencido de que cumplió con su labor como profesional, como persona y como un ídolo que se metió en el corazón de sus aficionados. Godin, que fue alma, vida y corazón de su selección, se despidió entre lágrimas de un público agradecido que lo ovacionó por varios minutos para rendirle su merecido homenaje.
Además de ser un defensa recursivo, atento y eficaz, le sobraba para irse al ataque, y en muchas ocasiones era la clave secreta para concretar el gol. Así era en el terreno de juego este inmenso defensor uruguayo que por más de 20 años dejó un legado lleno de historias grandes y difíciles de superar. Su experiencia en la selección deja un reto para las nuevas generaciones que lleguen a ocupar ese vacío que deja hoy el “Faraón” como le dicen cariñosamente. Un historial con ocho clubes, Liga de España, Liga de Campeones, Liga Italiana, Liga Argentina, Copa América, Liga de Europa, Eliminatorias Sudamericanas y Copa Mundial, que más le puede agradecer a una vida dedicada al balón.
Pero su mejor momento lo vivió con el Atlético de Madrid, al mando del Cholo Simeone; y una época donde el central uruguayo era una gran muralla por donde no podían pasar los albos ni los culee. El Atlético, en la temporada 2013-2014, y en un partido de final en el Camp Nou, Godin, en un tiro de esquina ejecutado por Gabi, se levanta entre los defensas cabecea y el balón que se mete en el fondo de la red del arquero Pinto, que nada pudo hacer. Era el 17 de mayo de 2014, cuando Godin, le daba al Atlético de Madrid, su décimo título de La Liga. Un día inolvidable para el cómo jugador, para el como persona, para él cómo ídolo de un club que lo arropó por más de nueve años.
La mayoría de los mejores delanteros del mundo siempre decían: “el defensa más fuerte y más recursivo que existe en el planeta es Godin”. Para los delanteros era más fácil colarse en la Casa Blanca, que ingresar al área grande del Atlético de Madrid. No solo inspiraba respeto, sino que sus rivales sabían que tenían que, sobre pasar a un enemigo impasable, porque para Godin, la idea era: “O pasa el balón solo, o el jugador sin el balón; pero nunca pasaran los dos juntos”. Y así fue en cada equipo que jugó, o en la misma selección de Uruguay, donde era también un gran referente.
Esto dijo en su última presentación con el Vélez Sarfield y en su momento del retiro: “Veinte años de carrera y desde los cinco años que juego a la pelota y entregándome. No son lágrimas de tristeza sino de felicidad de siempre haberse entregado al máximo y este final es como una especie de alivio. Donde estuve siempre me entregué con cuerpo y alma por mis compañeros y por el club que defendía, además del respeto del rival y de toda la gente. Eso es lo que me llevó y por mi legado de haber sido una persona de bien tanto adentro como afuera de la cancha”.
Y con esas palabras se despidió de su afición y de un país entero que lo espera que regrese a casa y comience a vivir como un ídolo más, como un ejemplo de superación o a dejar sus enseñanzas como director técnico, si ese es el caso…
Gracias capi por todo lo que nos enseñó dentro y fuera de la cancha. Un hombre que cuando tuve la oportunidad de dialogar con él en el Metropolitano de Barranquilla o en el Campin de Bogotá, siempre se comportó con humildad, amabilidad y respeto a mis preguntas en las ruedas de prensa. Lo extrañaré por su sencillez y su calidez como ser humano, más allá de ser un gran ídolo, sin importar su país.