Existen pocas cosas más incomprendidas en la política americana que la clase trabajadora. Los republicanos ahora afirman representarla; los demócratas temen perder sus votos. A pesar del creciente interés de ambos partidos por hablar en su nombre, nadie parece saber definir quienes son o sus creencias.
Muchos analistas asocian la clase social exclusivamente con el nivel educativo; votantes sin un título universitario son automáticamente considerados de clase trabajadora. Existe también una tendencia a sólo fijarse en los hombres blancos, ignorando por completo las necesidades y experiencias de quienes no son ni blancos ni varones.
El año pasado, Working Families hizo una encuesta con una muestra de 5000 personas, entrevistas e investigación académica para analizar este grupo social. El estudio va más allá del nivel educativo, teniendo en cuenta ingresos y tipo de ocupación para construir un retrato más preciso de quiénes son los votantes de la clase trabajadora y sus creencias.
Para empezar, la clase trabajadora es un grupo social enorme y extraordinariamente diverso. Dos tercios del electorado (63%) forman parte de esta categoría; comparado con un 20% de la clase media y el 11% de la clase media alta o alta.
La clase trabajadora es, en promedio, más joven, menos blanca y con menor nivel educativo. Dos tercios de ellos tienen ingresos familiares por debajo de $75,000 al año; es más probable que vivan en áreas rurales o urbanas y que vivan de alquiler. También es más probable que hayan votado a Trump; Biden ganó a este grupo por solo un punto, en comparación con su ventaja de 18 puntos entre la clase alta.
El segundo hallazgo importante es que, en promedio, la clase trabajadora no difiere demasiado al resto de grupos en temas sociales y culturales. Por ejemplo, son igual de abiertos a la inmigración, el aborto o valores familiares que el resto de los grupos. La clase trabajadora es menos nacionalista y tiene menos resentimiento racial. El único tema en el que son ligeramente más conservadores que las clases altas es en los roles de género.
La clase trabajadora sí difiere significativamente de otros grupos en política económica. Están, por ejemplo, abrumadoramente en desacuerdo con la idea de que los trabajadores en este país generalmente reciben el salario y los beneficios que merecen, mientras que los de clase alta la dan por buena. Creen también que la falta de empleos con buenos salarios y condiciones es un problema urgente, justo lo contrario de lo que piensa la clase media y alta. Los votantes de clase trabajadora son mucho más propensos a apoyar políticas progresistas como una garantía de empleo, la gratuidad de la educación universitaria o un sistema de salud universal.
Si los votantes de clase trabajadora no son más conservadores en temas sociales, pero sí mucho más progresistas en materia económica ¿por qué votan más a los republicanos? La respuesta yace en su enorme diversidad.
El informe subdivide a la clase trabajadora en siete subgrupos de tamaño similar (13-16%), basándose en sus valores y preferencias políticas. Cada uno de estos grupos participa en política de maneras muy distintas y vota a ritmos significativamente diferentes. Uno de los grupos (Core MAGA, en el estudio) está compuesto por partidarios republicanos que votan mucho más que el resto. El resto oscilan entre ser demócratas tradicionales (nueva izquierda, progresistas) o tienen una mezcla de idea que hace que estén indecisos (son anti- aborto, pero pro- sanidad pública, por ejemplo), o están desmotivados y simplemente no acuden a las urnas.
No me detendré demasiado en el desglose demográfico exacto de cada grupo. Sin embargo, debe quedar claro que no existe un votante típico de clase trabajadora, sino varios subgrupos listos para ser movilizados y persuadidos, La mayoría de ellos comparte una preferencia por políticas económicas, pero tienen puntos de vista muy diversos en temas sociales.
¿Qué significa todo esto en términos electorales? Primero, la clase trabajadora no son sólo hombres blancos enfurecidos. Algunos votantes de clase trabajadora encajan en esta descripción, pero por cada votante en esta categoría, hay seis en otros grupos. En segundo lugar, ganar su voto requiere no una estrategia, sino varias; son un grupo diverso. Y para ello, tanto la participación como la persuasión son cruciales.
Ganar este voto no es fácil, pero los demócratas no pueden darlo por perdido. Sin ellos, es imposible ganar elecciones.