¡No hay mejor regalo que la verdadera Amistad! La amistad es uno de los soportes más importantes que podemos tener en nuestra vida, los amigos son la familia que escogemos y nuestros compañeros de vida. La amistad es una relación afectiva que se puede establecer entre dos o más individuos, a la cual están asociados valores fundamentales como el amor, la lealtad, la solidaridad, la incondicionalidad, la sinceridad y el compromiso, y que se cultiva con el trato asiduo y el interés recíproco a lo largo del tiempo.
Hoy día la gente abarrota los centros comerciales en vísperas del día del Amor y la Amistad tratando de comprar regalos para agasajar a sus familiares, amigos y demás seres queridos. No tenemos nada en contra de los regalos. Si usted lo siente en su corazón puede incluirme en su lista. La propaganda comercial ha sido muy dañina, pues nos ha hecho pensar que entre más apreciamos a la otra persona, más caro tiene que ser el regalo. En este breve artículo trataremos de demostrar que las cosas de más valor, son las que no nos cuestan nada, sino el darnos a nosotros mismos.
Lo que tratamos de decir es que hay cosas de gran valor, que en esta cultura tan materialista no podemos apreciar. Valores como el amor y la amistad no tienen precio. ¡No se pueden comprar, sólo se pueden obsequiar! La historia de hoy hace referencia a un valor, un atributo del espíritu humano que es muy difícil de encontrar en nuestros días. ¡Se trata de la Amistad! ¡Qué podríamos dar por tener un amigo fiel y verdadero!
La amistad y la fidelidad nos aseguran que esa persona siempre estará contigo en las buenas y en las malas. No te dejará ni te desamparará. Cuando la necesites, esa persona siempre estará justo ahí, dónde más la necesitas. Estará contigo en la abundancia así cómo en la necesidad. Estará contigo en la alegría, así como en el dolor. Estará contigo en las noches sin luna como en los días de sol. Tengas dinero o no tengas dinero siempre podrás contar con su apoyo.
Es importante que no te confundas. Las palabras a veces son engañosas. No es que mucho habla. No es el que te lo dice con palabras bonitas, sino el que sin tal vez decir nada te lo demuestra con sus hechos. La fidelidad te hace descansar confiado en que todo estará bien. Todo está bajo control. Creo que no hay mayor riqueza para el ser humano que tener un(a) amigo(a) fiel. Leamos esta breve historia anónima que nos ilustra el valor de la fidelidad:
“Un hombre, su caballo y su perro, caminaban por una calle. Después de mucho caminar, el hombre se dio cuenta de que los tres habían muerto en un accidente. Hay veces que lleva un tiempo para que los muertos se den cuenta de su nueva condición. La caminata era muy larga, cuesta arriba. El sol era fuerte y los tres estaban empapados en sudor y con mucha sed. Precisaban desesperadamente agua. En una curva del camino, avistaron un portón magnífico, todo de mármol, que conducía a una plaza calzada con bloques de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde brotaba agua cristalina.
El caminante se dirigió al hombre que desde una garita cuidaba de la entrada.
-Buen día -dijo el caminante.
-Buen día -respondió el hombre.
-¿Qué lugar es este, tan lindo? -preguntó el caminante.
-Esto es el cielo -fue la respuesta.
-Qué bueno que llegamos al cielo, estamos con mucha sed dijo el caminante.
-Usted puede entrar a beber agua a voluntad dijo el guardián, indicándole la fuente.
-Mi caballo y mi perro también están con sed.
-Lo lamento mucho; le dijo el guarda. Aquí no se permite la entrada de animales.
El hombre se sintió muy decepcionado porque su sed era grande. Más él no bebería, dejando a sus amigos con sed. De esta manera, prosiguió su camino. Después de mucho caminar cuesta arriba, con la sed y el cansancio multiplicados, llegaron a un sitio cuya entrada estaba marcada por un portón viejo semiabierto. El portón daba a un camino de tierra, con árboles de ambos lados que le hacían sombra. A la sombra de uno de los árboles, un hombre estaba recostado, con la cabeza cubierta por un sombrero; parecía que dormía…
-Buen día -dijo el caminante.
-Buen día -respondió el hombre.
-Estamos con mucha sed, yo, mi caballo y mi perro.
-Hay una fuente en aquellas piedras -dijo el hombre indicando el lugar-. Pueden beber a voluntad.
El hombre, el caballo y el perro fueron hasta la fuente y saciaron su sed.
-Muchas gracias -dijo el caminante al salir.
-Vuelvan cuando quieran -respondió el hombre.
-A propósito -dijo el caminante- ¿cuál es el nombre de este lugar?
-Cielo -respondió el hombre.
-¿Cielo? ¡Mas si el hombre en la guardia de al lado del portón de mármol me dijo que allí era el cielo!
-Aquello no es el cielo, aquello es el infierno.
El caminante quedó perplejo. Dijo:
-Esa información falsa debe causar grandes confusiones.
-De ninguna manera -respondió el hombre-. En verdad ellos nos hacen un gran favor.
Porque es allí, en el Infierno se quedan aquellos que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.