Parte 1
Se ha escrito mucho y se ha hablado bastante de este tipo de personas, como si de monstruos que roban nuestra energía se tratara. Ellos, los otros, los vampiros, los malos, los tóxicos.
Pero para ser sinceros: todos somos vampiros de alguna manera, en algún momento de nuestra vida. Si no hay nadie perfecto, ¿por qué juzgar y considerar que son los otros los malos de la historia y nosotros somos los buenos, las víctimas, los indefensos?
Aunque el término “vampiro emocional” tiene poco de científico y ningún manual de diagnóstico ha establecido un protocolo para su identificación. Se ha escrito mucho sobre ellos, tenemos a nuestra disposición infinidad de libros; sin embargo, es necesario darles protagonismo a los matices.
El término vampiro emocional surgió en libros de autoayuda como el del Dr. Albert J. Bernstein, en su libro titulado: “Vampiros Emocionales”. Todo surge como una como metáfora didáctica para designar a un conjunto de individuos con algún rasgo de personalidad muy acusado o con ciertos trastornos mentales que se traducen en un desgaste de quienes se cruzan en su camino.
Los vampiros emocionales pueden ser conscientes o no de su conducta, que en ocasiones obedece a lafalta de empatía y en otras a una necesidad propia, así como los vampiros de la literatura necesitan alimentarse de la sangre de sus víctimas.
Pero; ¿Qué son los vampiros emocionales? Vampiros emocionales: se les designa a las personas que crean malestar por ahí donde pasan. Hoy ahondamos en la personalidad de estos vampiros emocionales; individuos que, inconscientemente o no, tienen la habilidad de sustraer la energía y el buen ánimo a las personas que le rodean, creando un halo de negatividad.
Suelen actuar desde lo cotidiano y de forma progresiva, encarcelando a sus víctimas en una especie de prisión mental que van construyendo desde el inicio de la relación. Se trata de personas que se introducen en el terreno psicológico de la otra persona lentamente y de forma enmascarada para influir sobre ella a nivel moral, social y psicológico. Se dice que es una violencia limpia porque nadie percibe nada, solo la víctima, que en realidad sí que capta la ironía y las insinuaciones del depredador emocional.
Los vampiros emocionales no se quedan con nuestra sangre, pero sí con nuestra vitalidad, ánimo y energía. Están al acecho en casi cualquier contexto para crear de forma progresiva entornos disfuncionales donde uno queda agotado, aislado y cercado por un tipo de interacción desgastante que puede mermar seriamente la propia salud física y psicológica.
Dos elementos son característicos de los vampiros emocionales. El principal es el tiempo, ya que para poder acercarse a la persona con la que desean crear un vínculo, necesitan constancia y ganarse su confianza. En el momento en el que gozan de su simpatía comienzan a poner en juego el segundo concepto: la proximidad. De esta manera, comienzan a sacar provecho de los puntos sensibles del otro y emplearlos a su beneficio. Además, puede tratarse de un amigo, un familiar o incluso tu pareja.
El acto del vampirismo emocional es una manipulación. Por ejemplo, en el caso del vecino con el coche nuevo, el vampiro realiza un comentario aparentemente normal, en una ocasión circunstancial y justificada, pero en realidad las intenciones son otras y lleva a un resultado negativo para el vecino. Cuando hay comportamientos con intenciones “subliminales” y hay alguna consecuencia negativa para otros, se puede hablar de manipulación.
Utilizan el chantaje emocional: Otra característica manipuladora que pueden tener los vampiros emocionales. Pueden utilizar el cariño, el amor, el sexo o la amistad como moneda de cambio.
Se hacen la víctima: Esta es una gran defensa ante situaciones en las que una manipulación queda revelada. Si, por ejemplo, el vecino del coche nuevo responde al comentario del vampiro con un “¿Es que tienes envidia?”, el vampiro se enfadará y se sentirá ofendido por esa insinuación. Así se convierte en la víctima de la conversación. Si el vecino cae en la táctica del victimismo, se sentirá mal por “haber dañado” al otro y querrá pedir perdón o reparar el daño, cayendo bajo el control del vampiro emocional.
“No son intrínsecamente malos, pero su inmadurez les permite operar sin pensar si sus actos son buenos o malos”. Comenta el Dr. Albert J. Bernstein, en su libro titulado: “Vampiros Emocionales”.
La mejor estrategia de autodefensa contra los Vampiros Emocionales es dirigir su comportamiento, manteniendo plenamente nuestras convicciones, creando límites y haciéndolos valer. Merecemos ser tratados con amor y sinceridad y no debemos permitir que nos hablen “como si nos estuviesen perdonando la vida”.
Continuaremos en la próxima edición con los pasos a seguir para protegernos de los Vampiros Emocionales.