En este tiempo de Navidad todos tratamos de regalar algo que demuestre el afecto y cariño que sentimos hacia la persona a la cual hacemos el regalo. Lamentablemente, nuestra sociedad es cada vez más y más materialista y los verdaderos valores y los sentimientos del corazón son medidos por el costo del regalo.
Mas sin embargo, lo que verdaderamente tiene valor queda opacado por el derroche de objetos cuya utilidad es cuestionable, pues todo lo que es material es de poca duración. Recuerdo un padre que me dijo; : “Gasté mi salario de toda una semana para regalarle a mi hijo una Computadora”… “para luego decirme que no la quería por que ya había salido una mucho mas avanzada al mercado y el no quería quedarse atrás en la tecnología”. Lamentablemente, su hijo, no valoró el sacrificio de su padre, su valor estaba en lo material.
Quiero que medites en las dos historias a continuación. Las cuales no hablan de lo que verdaderamente es el propósito de nuestra vida. Dar por y con amor lo mejor que tenemos. Y donde encontrar la verdadera felicidad.
Creo que estos dos principios pueden hacer que disfrutemos de la mejor Navidad de nuestras vidas. Leamos:
El mejor regalo es aquel que nos cuesta todo lo que tenemos:
El hombre que estaba tras el mostrador, miraba la calle distraídamente. Una niñita se aproximó al negocio y apretó su carita contra el vidrio de la vitrina. Los ojos de color del cielo brillaban cuando vio un determinado objeto. Entró en el negocio para ver el collar de turquesa azul. “Es para mi hermana. ¿Puede hacer un paquete bien bonito?”.- dice ella.
El dueño del negocio miró desconfiado a la niñita y le preguntó: – ¿Cuánto dinero tienes? Sin dudar, ella sacó del bolsillo de su ropa un pañuelo todo atadito y fue deshaciendo los nudos. Los colocó sobre el mostrador y dijo feliz: – “¿Eso da?”. Eran apenas algunas monedas que ella exhibía orgullosa. “¿Sabe?, Quiero dar este regalo a mi hermana mayor. Desde que murió nuestra madre, ella cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella. Es su cumpleaños y tengo el convencimiento que quedará feliz con el collar que es del color de sus ojos”.
El hombre fue para la parte de atrás de la tienda, colocó el collar en un estuche, envolvió con un vistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo con una cinta verde. “Toma, dijo a la niña. Llévelo con cuidado”. Ella salió feliz corriendo y saltando calle abajo. Aún no acababa el día, cuando una linda joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho e indagó: “¿Este collar fue comprado aquí?” ¿Cuánto costó? Ah!”, – habló el dueño del negocio. “El precio de cualquier producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente”. La joven exclamo: “Pero mi hermana tenía solamente algunas monedas. El collar es verdadero, ¿no? Ella no tendría dinero para pagarlo”. El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio con extremo cariño, colocó la cinta y lo devolvió a la joven y le dijo: – “Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar: ELLA DIO TODO LO QUE TENÍA”. El silencio llenó la pequeña tienda y dos lágrimas rodaron por la faz emocionada de la joven en cuanto sus manos tomaban el pequeño envoltorio.
La Felicidad está en nosotros mismos:
En cierta ocasión se reunieron todos los dioses del Olimpo y decidieron crear al hombre y la mujer, planearon hacerlo a su imagen y semejanza, entonces uno de ellos dijo: – Esperen, si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra, debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no ser así, estaríamos creando nuevos dioses. Debemos quitarles algo, pero ¿qué les quitamos? Después de mucho pensar uno de ellos dijo: -Ah, ya se! vamos a quitarle la felicidad, pero el problema va a ser donde esconderla para que no la encuentren jamás! …
Propuso el primero: vamos a esconderla en la cima del monte mas alto del mundo, a lo que inmediatamente repuso otro: no recuerda que les dimos fuerza, alguna vez alguien subirá, y la encontrara, y si la encuentra uno todos sabrán donde esta. Luego propuso otro: entonces vamos a esconderla en el fondo del mar, y otro contesto, no , recuerda que les dimos inteligencia, alguna vez alguien construirá un equipo por el que puedan entrar y bajar, entonces la encontraran.
Uno mas dijo: escondámosla en un planeta lejano a la tierra. Y le dijeron no, algún día alguien construirá una nave en la que pueda viajar a otro planeta y la descubrirán, entonces todos tendrán felicidad y serán igual a nosotros. El último de ellos, era un dios que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás dioses, analizo cada una de ellas y entonces rompió el silencio y dijo: creo saber donde ponerla para que realmente nunca la encuentren. Todos voltearon y preguntaron al unísona: ¿DONDE? La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán. Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo mismo ……
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Las opiniones vertidas por Waldemar Gracia no reflejan la posición de la Voz Hispana. Nombres, lugares y circunstancias han sido alterados para proteger la identidad de los personajes citados en la historia.
Nota : Si has encontrado esta columna útil o interesante, o si tienes alguna pregunta, puedes comunicarte con el autor por correo electrónico a : wallygracia@yahoo.com