Ha habido días muy difíciles, parece que nada sale como lo planeado, los negocios no han salido como se tenía en mente, a lo mejor ha habido muchas dificultades en el trabajo, malos entendidos con los hijos, deudas económicas y quejas por todos lados, y si fuera poco, físicamente enfermos, lo cual impide coordinar bien los pensamientos y las emociones.
Quizás tú no te has encontrado en esta situación exacta, pero seguramente has estado en una situación difícil para ti. Al inicio, buscaste tener una buena actitud, consciente de los buenos propósitos para tu vida. Sin embargo, llegó el momento en que sentías que ya no podías más. Tal vez, para ti es una enfermedad crónica, un jefe injusto o alguien que te calumnia una y otra vez. Tratas de soportar y sobrellevarlo, pero sientes que has llegado a tu límite. “No puedo más”.
Déjame decirte que, a día de hoy, sentir esto se ha convertido en algo común. La presión con la que vivimos a diario, junto a las situaciones dolorosas que en ocasiones nos toca afrontar, nos hace sentir desbordados. Sé que hay momentos que estás sufriendo. Y también sé que otras muchas ocasiones de tu vida has logrado sobreponerte. Estar aquí leyendo esto, sentirse vulnerable, abatido, o incluso alejado de la realidad no te hace más débil, si no más humano.
“No puedo más”. Esta frase, y las sensaciones desagradables que conlleva, puede surgir de diferentes contextos. A veces es una situación delicada, como por ejemplo una semana agotadora en el trabajo, una serie de problemas personales, o una acumulación de pequeñas frustraciones que se sienten como una montaña. Otras es nuestro pasado lo que no nos deja avanzar. La vida puede ser abrumadora, y a veces, la carga parece demasiado pesada para llevar.
“No puedo más”. Es un grito de auxilio, señal de que necesitamos parar. Si te sientes así, déjame decirte que no estás solo. Es importante reconocer los signos de que estamos llegando a nuestro límite.
A continuación, te dejo varias señales a las que deberías atender si estás pasando por un momento difícil:
- Irritabilidad: Notar que te frustras con facilidad o que te sientes más sensible de lo habitual puede ser un indicativo de que estás sobrecargado.
- Fatiga constante: Sentirse cansado, incluso después de dormir o descansar, puede ser una señal de que necesitas un respiro.
- Cambios en el sueño: Ya sea por dormir demasiado o tener insomnio, los problemas de sueño suelen ser una señal clara de estrés.
- Dificultad para concentrarse: Si te cuesta mantener la atención en tareas que antes te resultaban fáciles.
- Aislamiento social: Si en ocasiones sientes la necesidad de alejarte de amigos y familiares, puede ser un signo de que necesitas cuidar tu bienestar emocional.
- Problemas físicos: tensión muscular, dolores de cabeza o problemas digestivos pueden manifestarse cuando estamos en etapas complicadas.
- Pérdida de interés o motivación: Dejar de disfrutar actividades sociales, hobbies, o incluso cosas cotidianas que solían ser agradables.
Recuerda que es importante escuchar no solo tu cuerpo, si no también tu mente. Si sientes que estás llegando a tu límite, no dudes en buscar apoyo o tomarte un tiempo para ti.
¿Qué hacer cuando sientes que ya no puedes más? Aquí te dejamos algunas ideas que pueden ayudarte.
- Tómate un descanso: A veces, lo único que necesitamos es un poco de tiempo para nosotros mismos. Si es posible, date un tiempo para desconectar de aquello que te esté generando estrés. Esto puede incluir tomarse un día libre del trabajo, hacer pausas entre todas las responsabilidades del día a día, o simplemente dedicar tiempo a actividades que te relajen..
- Habla con alguien: Compartir tus sentimientos con un amigo, familiar o un profesional puede aliviar la carga emocional. No tienes que enfrentar esto solo.
- Establece límites: Aprende a decir “no”. No puedes hacerlo todo, y está bien priorizar tu bienestar.
- Establece pequeñas metas: Si te sientes abrumado por tareas grandes, intenta dividirlas en pasos más pequeños y manejables. Concéntrate en completar una cosa a la vez.
- Practica la autocompasión: Reconoce que está bien sentirse abrumado, que es normal, y que no tienes que ser perfecto. Sé amable contigo mismo y permítete sentir lo que sientes sin juzgarte.
- Busca actividades que te relajen: Ya sea leer, hacer ejercicio o simplemente dar un paseo, encontrar algo que te haga sentir bien puede ser un gran alivio. Por ejemplo, hacer ejercicio: La actividad física puede ayudar a liberar endorfinas, mejorar tu estado de ánimo y reducir el estrés.
- Cuida tu salud física: Intenta dormir lo suficiente, creando una rutina para ello. Comer bien y sentirse hidratado. Tu bienestar físico está estrechamente relacionado con tu bienestar emocional.
- Busca ayuda profesional: Si los sentimientos de agobio persisten, considera hablar con un terapeuta profesional de la salud. Ellos pueden ofrecerte herramientas y estrategias para afrontar lo que estás sintiendo.
Pero los ocho puntos anteriores no funcionan por si solos, debe de estar Dios en medio de la ecuación de nuestra vida. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28 RVR1960). Y es entonces cuando vivimos cada día, llenos de la paz y el amor de Cristo por completo. “No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7 NTV).