Por Thomas Breen
El nuevo propietario de un complejo de apartamentos con goteras del centro de la ciudad, ha comunicado a los inquilinos sindicados del edificio que no les renovará el contrato, con lo que algunos tendrán que decidir dónde vivirán a partir de este verano.
Este es el más reciente episodio de una larga serie de problemas en los apartamentos Emerson, situados en el 284 de la calle Orange.
El 7 de junio, una empresa controlada por el propietario Michael Hayes, con sede en Edgewood, compró el edificio de apartamentos de 18 unidades por 2,7 millones de dólares a una empresa afiliada a la iglesia luterana Trinity, que se encuentra justo al lado de los apartamentos Emerson.
Una semana después del cambio, los inquilinos de Emerson recibieron notificaciones firmadas por “Property Management” enviadas por correo a sus puertas: “Le escribimos para informarle de que, debido a las importantes obras que deben realizarse en el inmueble, su actual contrato de arrendamiento en el 284 de Orange Street, New Haven CT, 06510 no será renovado a su vencimiento”, reza dicha carta, fechada el 13 de junio.
“Entendemos que esto puede ser un inconveniente y queremos brindarle cierta flexibilidad durante este periodo de transición. Tiene la opción de desocupar la propiedad en cualquier momento antes del final de su contrato de alquiler sin ninguna penalización.”
La carta pide a quienes decidan quedarse hasta el final de sus contratos de alquiler que sigan pagando “mensualmente”, para que podamos ayudarles durante este tiempo”.
La carta aparece firmada: “Atentamente, Property Management “, e incluye número de teléfono, dirección y correo electrónico
Los inquilinos de Emerson Raymond Hinds, Stephanie Perez, Alex Kolokotronis y Jim Blau declararon al Independent que les sorprendió este inesperado aviso.
Hinds, que vive con Pérez en el segundo piso del Emerson desde hace tres años, dijo que estaba trabajando el viernes cuando un vecino le envió a él y a otros inquilinos fotos de los avisos en sus puertas.
“Da miedo”, dijo Pérez sobre la perspectiva de mudarse. “¿Qué va a pasar cuando nos mudemos todos de aquí?”.
Dijo que su contrato vence el 31 de mayo del año próximo, por lo que no tienen ninguna prisa.
Sin embargo, les encanta vivir en el Emerson, su arquitectura y su historia, sus vecinos y la ubicación del edificio.
Dijeron que uno de los primeros correos que recibieron de la nueva empresa era de que aún debían el alquiler de junio y que los recargos por atraso empezarían a acumularse, pues el correo se envió antes del día 10 del mes.
¿Por qué se les exigían que pagaran de nuevo? Se pusieron en contacto con la nueva empresa y recibieron otro correo: “Por favor, ignore el aviso anterior, ya que el software lo generó automáticamente mientras cargaba su información”, decía el correo electrónico.
El nuevo propietario del no respondieron a múltiples solicitudes de comentarios hasta la fecha de publicación de este artículo.
Este reportero también pasó por la dirección de la empresa, en el piso 19 del Connecticut Financial Center.
Una secretaria de la recepción dijo que la empresa -Freeman & Co- alquila efectivamente oficinas allí, pero rara vez hay nadie físicamente presente en el edificio. Esa oficina se utiliza sobre todo para que los inquilinos depositen sus pagos.
Otra inquilina de Emerson, que pidió ser identificada sólo como Nour, dijo que vive en el edificio de la calle Orange desde hace casi cuatro años.
Dice que supo de los avisos de no renovación en un chat de grupo que mantiene con sus vecinos del edificio. Estaba en su apartamento en ese momento, vio el chat, abrió la puerta y encontró el “Property Management” sin firmar.
“Ahora mismo estoy corta de tiempo para buscar otro alojamiento”, dijo. Trabaja en el hospital como médico auxiliar y viajará la mayor parte de julio.
El lunes pasado se comunicó con el anónimo representante de la administración para pedir una prórroga que le permitiera vivir mes a mes en su piso actual. Diez horas más tarde, recibió respuesta, sin firma.
“Le informamos que actualmente estamos recopilando y transfiriendo datos a nuestro sistema, lo que ha provocado un retraso respondiendo a su consulta”.
No obstante, tenga la seguridad de que ya hemos transmitido su petición a la dirección de la empresa para su atención y consideración”.
Nour dice que espera que el casero le permita seguir viviendo en Emerson después del 31 de julio.
Pero lamentó la actitud impersonal de la nueva dirección.
Dice que ha pedido varias veces el nombre de la persona de la empresa con la que habla. Aún no ha recibido respuesta.
Cerrado con llave
Kolokotronis y Blau han vivido en Emerson durante seis y doce años, respectivamente.
Ambos han pasado los últimos meses fuera de sus hogares y viviendo en hoteles: Kolokotronis en Southington y Blau en Long Wharf.
En febrero, una inundación arrasó sus cuartos de baño.
La ciudad condenó ambos apartamentos, alegando que presentaban “un grave peligro para la salud y la seguridad del ocupante”.
Posteriormente, Kolokotronis y Blau formaron el Sindicato de Inquilinos de Emerson y organizaron protestas frente al edificio de la calle Orange. El antiguo casero les envió notificaciones de desahucio y ellos presentaron denuncias por represalias aún pendientes de audiencia en la Comisión de Alquileres Justos.
El contrato de Blau en el Emerson expira el 31 de julio y el de Kolokotronis a principios del año próximo. Ambos dirigentes sindicales se enteraron por otros inquilinos de que todo el mundo en el edificio había recibido esa comunicación. Pero ellos no la han recibido.
El domingo, Kolokotronis regresó a su piso de Emerson y, para su sorpresa, la llave ya no entraba en la cerradura. Aparentemente, la nueva administración cambió las cerraduras.
Así que llamó a la policía para denunciar un cierre ilegal; Dijo que la policía llamó a la empresa administradora y que un representante le dijo que todo lo que tenía que hacer Koloktronis era ponerse en contacto con ellos para volver a su condenado apartamento.
El martes pasado, Kolokotronis declaró al Independent que seguía sin poder entrar en su apartamento de Emerson.
Los cuatro inquilinos sostienen que no es fortuito que el nuevo propietario haya enviado estas cartas de no renovación del contrato a un edificio que acaba de formar un sindicato de inquilinos.
Es simple y llanamente “represión sindical”, dijo Hinds..