¿Te has planteado alguna vez cuantas veces al día sonreímos? La sonrisa forma parte de nuestro lenguaje no verbal, se usa a diario, nos cambia el semblante, y sin apenas notarlo, nos llena de energía positiva. Si buscamos su definición formal nos referimos a ese gesto de alegría, felicidad o placer que se hace curvando la boca hacia arriba como si se fuese a reír, pero levemente y sin emitir ningún sonido.
Algo tan sencillo que muchas veces olvidamos. La sonrisa es la forma que nuestro cuerpo tiene de mostrar felicidad y refleja nuestra salud tanto física como mental. Sonreír es una herramienta muy poderosa. Es gratis, gratificante y lo más importante: es contagiosa. Aumenta nuestra energía positiva, previene la depresión y favorece las relaciones sociales.
Como vemos, todos son beneficios que podemos apreciar en el día a día. En casa, en familia, en nuestro lugar de trabajo, en la escuela. La sonrisa conforma el punto de motivación ideal para inicial cualquier actividad.
La actitud positiva es primordial en la era que nos ha tocado vivir. Por desgracia, a veces nos vemos envueltos en un halo de negatividad basado en los acontecimientos que nos rodean, preocupación económica, política, medioambiental, etc.
El pensamiento positivo implica un cambio de mentalidad en el que la sonrisa tiene un papel fundamental. Debemos buscar siempre el lado positivo de las cosas, ver el vaso medio lleno, aunque a veces nos cueste mucho trabajo. Siempre hay algo que nos hace sonreír. Es nuestro trabajo buscar siempre la parte buena de todo lo que nos rodea. Al finalizar el día debemos hacer un análisis de las situaciones positivas experimentadas a lo largo de la jornada e ir a dormir con una sonrisa en la cara.
La sonrisa es primordial en diferentes ámbitos. En el campo laboral una sonrisa es señal de confianza y fomentará la colaboración. Te ayuda en tu trabajo. Hacer las cosas de una manera positiva contribuye a hacerlas mejor.
En educación, la sonrisa genera conexión con la persona que transmite conocimientos. Se fomenta el desarrollo emocional del niño y la niña en su etapa infantil. Se crea confianza en la etapa de primaria y se crean sinergias hacia los adolescentes.
En las relaciones personales, una sonrisa es atrayente, todo lo contrario que un ceño fruncido. Es contagiosa, al igual que el mal humor. Puede invitar a sonreír a los demás. Te hace más empático, comprendes las situaciones de los demás y te ayuda fomentar la paciencia.
En el ámbito familiar contribuye a tener unas mejores expectativas de futuro y te ayuda a construir las condiciones necesarias para lograr tus objetivos. Mejora las relaciones entre padres e hijos, transmite serenidad y fomenta un ambiente relajado en el que todo fluye mejor. Los inconvenientes del día a día se vuelven menos pesados.
A la vida le queda bien que sepamos aprovecharla y que tengamos el valor de explotarla superando todos los supuestos límites que nos ponen delante de la cara. A la vida lo que le queda de verdad bien es sentir que la gente sepa sonreír, con certezas y a carcajadas, sin conciencia y hasta que duelan los músculos.
Sonreír es irracional e íntimamente humano. Sonreír es el verbo que establece la herramienta más sincera y barata que tenemos para afrontar los problemas, celebrar los buenos momentos y regalar aire a los demás.
La gente que sabe sonreír lleva, allí donde va, a la luz debajo del brazo: ilumina a quienes están a su alrededor y, de paso, los lugares que pisa. Es por eso por lo que esa clase de personas saben ser sol cuando más llueve y alegrarte hasta cuando tú no quieres hacerlo.
Hay personas que están en nuestra vida porque, ante todo, saben hacernos reír. Ellas tienen ese don especial de saber cuándo y de qué manera hacerlo. Al sonreír esas personas nos transmiten cura, calma, ánimo y mucha seguridad. De hecho, recibir una sonrisa de regalo es casi siempre positivo, pues al hacerlo es como si con ella llegara un halo de energía vital que remueve nuestras emociones y las deja en su mejor cara.
Lo mejor que podemos hacer con toda esa gente que nos ayuda a sonreír es tomarla como ejemplo: nosotros también podemos quedarle bien a la vida. En este sentido, el día que peor nos sintamos será cuando nos veremos más obligados a levantar el ánimo y afrontar las circunstancias lo mejor que podamos.
En esos días más nublados, tendremos que aprender a ser sol: sonreír para borrar y olvidar lo que nos duele es la mejor forma de avanzar. La vida no espera, aunque apriete: nuestra actitud es la única clave que logrará que las situaciones más delicadas queden en nuestra memoria como aprendizaje al que poder regresar sonriendo por haberlas superado.
Normalmente asociamos la sonrisa con la felicidad. ¿Pero que es la felicidad? La felicidad no es el fin de un largo andar, la felicidad es el propósito de nuestra vida, es un estado que se descubre día a día, dando sentido a lo que hacemos y descubrimos en nosotros y todo lo que involucra el mundo individual; pequeños instantes de luz y que creamos con buen ánimo y una mejor perspectiva. Tantas cosas en nuestra vida dependen de como las interpretamos. Si podemos, y decidimos sonreír, llegaremos a alcanzar cuotas de felicidad acumulativas. La felicidad es el resultado de vivir con plenitud.