Sentirse fracasado es inevitable cuando eso que te has propuesta ha fallado repetidas veces en la vida, pero lo cierto es fracasar una y otra vez no convierte a nadie en un fracasado. ¿Suena ilógico? ¡No lo es! El fracaso es esa decepción insoportable cuando algo no nos sale bien, pero su principal objetivo es conducirnos al éxito, el problema está en que la mayoría de las personas se queda estancado en los fracasos en lugar de volver a intentarlo, de una forma distinta, claro está. ¿Por qué nos sentimos fracasados? Por esta razón te compartimos la historia a continuación.
Un pastor de un pequeño pueblo, llegó a la iglesia animado y motivado para realizar la reunión de la noche, la hora pasaba y la gente no llegaba. Después de 15 minutos de atraso entraron tres niños, después de 20 minutos entraron dos jóvenes, entonces el pastor decidió comenzar el culto con las 5 personas.
Al recorrer el culto entró una pareja que se sentó en los últimos asientos de la iglesia. Cuando el pastor hacía de la lectura de la biblia para la prédica de la noche entró otro señor, con sus ropas sucias y con una cuerda en sus manos. Aún sin entender el porqué de la falla del pueblo, el pastor condujo el culto animado y predicó con dedicación y celo.
Cuando volvía para su casa fue saltado y golpeado por dos ladrones que se llevaron su bolso donde estaba su biblia y otras pertenencias de valor. Mientras su esposa hacía las curaciones de sus heridas en casa, él describió aquel día como:
-El día más triste de su vida.
-El día más fracasado de su ministerio.
-El día más infructífero de su carrera.
Después de cinco años, el pastor decidió compartir esa historia para la iglesia, mientras él terminaba de contar la historia, un matrimonio de gran referencia en aquella congregación interrumpe al pastor y dicen: “pastor, aquella pareja de la historia que se sentó en el fondo éramos nosotros”; estábamos al borde del divorcio a causa de varios problemas y diferencias que había en nuestro hogar, en aquella noche decidimos poner un fin a nuestro matrimonio, pero primero decidimos entrar en una iglesia dejaríamos allí nuestras alianzas y después cada uno seguiría su camino. Pero desistimos del divorcio después que oímos la predica en aquella noche, estamos aquí con el hogar y la familia restaurada.
Mientras el matrimonio hablaba uno de los empresarios más prósperos en el sustento de aquella iglesia se levantó pidiendo la oportunidad para hablar, y dijo: “pastor yo soy aquel señor que entró todo sucio con una cuerda en las manos, estaba al borde de la quiebra, perdido en las drogas, mi esposa y mis hijos se habían ido de casa a causa de mis agresiones, en aquella noche intenté suicidarme, sólo que la cuerda se rompió, cuando iba a comprar otra cuerda, ví la iglesia abierta, y decidí entrar aun estando todo sucio con la cuerda en las manos, en esa noche el mensaje perforó mi corazón y salí de ahí con ánimo para vivir. Ahora estoy libre de las drogas, mi familia volvió a casa y me convertí en el mayor empresario del pueblo.
En la puerta de la entrada el obrero que recibía las personas gritó: “pastor… Yo fui uno de aquellos ladrones que le asaltó, el otro murió y en aquella misma noche cuando realizábamos el segundo asaltó, en el bolso usted tenía una biblia, y yo pasé a leerla cuando despertaba por la mañana, después decidí entrar en esta iglesia…
El pastor quedo en shock y comenzó a llorar junto con el pueblo, al final de aquella noche que él consideraba una noche de fracasó fue una noche muy productiva.
LECCIONES DE LA HISTORIA:
1- Ejerza su llamado con dedicación y celo más allá del número de participantes.
2- Dé su mejor esfuerzo todos los días, pues cada día es un instrumento para la vida de alguien
3- En los días más malos de su vida usted aún puede ser una bendición en la vida de alguien.
4- El día que usted considera como el día más infructífero de su vida en la tierra la verdad es
el día más productivo en el mundo espiritual.
5- Dios usa las circunstancias malas de la vida para producir grandes victorias.
6- Nunca diga: ” Hoy Dios no hizo nada. ” solo por el hecho de que tus ojos no vieron eso.
¡Dios los bendiga a todos!