Pregunta
Tía Julita,
Tengo 59 años, pero represento 45 según dicen mis primas, mi abuelita y amistades. Lo que “aconteció” como dicen los estudiados es que a los 55 me hice varias cirugías plásticas aprovechando que tenemos un pariente de origen mejicano que trabaja con cirujanos en Guanajuato y ofrecían el especial de verano PeNalBar (pechugas, nalgas, barriga).
De este modo me elevaron los senos que estaban tan decaídos que el presidente que se va el 20 de enero. Me ajustaron los glúteos ya que cuando mis amistades me veían con jeans apretados me preguntaban de un modo impertinente donde se me habían quedado las nalgas; y me redujeron y reajustaron el área abdominal ya que tenia la barriga más caída que ombligo de chofer de Uber.
Es cierto que me tuvieron que cortar pedacitos de cuero, pero ya las cicatrices ni se notan y hasta usé tangas en el pasado verano. Cuando íbamos a Rocky Neck a la playa con mis hijitas me fijé que hasta los viejolos me miran con deseo y apetencia las piernas ya que me trataron con éxito las venas varicosas que parecían tatuadas en una calle cerca del Green donde no cambian las agujitas. En fin, el caso es que mi esposo Fabián está menguando.
Mi marido que siempre ha tenido desde que lo conozco una cara de persona con constipación, ha cumplido recién los 62 pero me dice que se siente como el presidente Biden al que Dios guarde. A los 40 se negó rotundamente a ir al gimnasio, comía y comió muchos pasteles navideños, se deleitaba con las alcapurrias, las poderosas frituras en el Aquí me Quedo, además de las cervezas que según él le ayudaban a animarse. Ya se cayó dos veces por las escaleras y tiene las vertebras más desordenadas que cumpleaños de mono.
El otro día le estuve organizando los papeles médicos y yo creo que ya está pa’l Medicaid y ya lo agarró un apnea con emisión de gases. Esta usando la escafandra de astronauta y nuestra vida marital se ha resentido ya que no me gusta dormir con hombres rana ni buzos.
Tiene el colesterol más alto que garrocha de atleta y está con unas píldoras diarias que según me dijeron a la larga afectan el hígado que éste lo tiene ya bien chavado por el ron. Poco después vino lo de la presión alta y le dieron más pastillas. Para fastidiar más el parto, ahora tiene algo al corazón llamado atrium fibrullation y me salió también con el azúcar alta y diabetes 2. ¿Cómo la ve?
Aunque todavía trabaja como cartero, le veo afectado por el insomnio, dolor de pecho y hasta estítico.
Por mi parte tía, además de ciertos problemas de asma por el polen del verano, yo estoy bien, y con la ayuda de mis hijitas, me animó para ir al gimnasio y vamos de vez en cuando a los bailes al Cora Cora.
Tía, ¿qué puedo hacer para revivir y animar a mi esposo y convencerle que la vida merece vivirse. Yo lo apoyo, pero tengo también mis necesidades. Tengo un pretendiente de un país cuyo nombre comienza con una “pe,” donde el Sr., Trump quiere quitarles el canal de Panama. ¿Debería insinuarle a Fabián que haga desde ya un testamento y consiga un seguro para los funerales?
Le deseo lo mejor para el 2025 y suerte el 20 de enero que el ogro viene con ganas.
Victoria
Respuesta
Victoria,
Tu nombre invita a vencer las dificultades y ojalá que ese hubiese sido el nombre de pila de Kamala y quizás hubiese ganado. ¿Tú me entiendes?
Tu e-mail tiene aspectos positivos y otros que me preocupan.
“Pero vamos a organizarnos” como dicen siempre los Populares, los del PNP, y los independentistas en Puerto Rico. Primero mencionas tu edad y los esfuerzos inagotables que hiciste para mejorar los daños intensos que produjeron en tu cuerpo las fuerzas gravitacionales en el humano que es vulnerable.
Lo que te hicieron y deshicieron en México, aunque riesgoso es loable ya que hay que aprovechar la tecnología, los rayos láser y los cirujas.
Lamentablemente y como sucede en los matrimonios, tu esposo no ha llevado como tú a cabo este proceso de rejuvenecer tanto física como emocional de un modo conjunto.
Paradojalmente has tomado la iniciativa de involucrarte en una vida social muy activa, vas al gimnasio, frecuentas clubes donde el viejolo acostumbra a echar un ojo y levantar; y lo que me preocupa es eso del pretendiente y del tipo que baila el merengue al revés. ¿Tú me entiendes? Pienso que debieras estar con tu esposo con quien en la ceremonia del matrimonio tal como se observa en las telenovelas mejicanas, prometiste acompañaros toda la vida, es decir cuando la sangre fluye a borbotones, y también cuando el flujo vital y los líquidos internos merman.
Tus hijas ya están creciditas no te dan problemas ni ocupan tus energías, pero lo de tu esposo es un asunto de crasa humanidad y solidaridad.
Si te inclinas por ayudarlo en estos tiempos en que se va de bajada, consíganse pa’ rápido un médico internista que recopile toda la información de Fabián y le haga un plan clínico integral que incluya nutricionista, gimnasio con entrenador individualizado, y un consejero en el Instituto.
Tú y tus hijas pueden ayudarle sonsacándolo para que no comience a mirar para adentro todavía.
Ayúdale a preparar su jubilación ahora que van a privatizar el servicio postal y viajen que ahora pueden hacerlo, pero no en el invierno de acá porque se atrasan los vuelos y hay más turbulencias que las que aparecerán cuando suba Trump el 20 de enero.
Finalmente te dejo con el pensamiento del filósofo y poeta Chink Chank Chon que dijo, “la vejez no nos ataca necesariamente desde el exterior como el rayo notorio, sino que desde el interior del hígado como un gas perentorio.”
La Tía Julia