NUEVA YORK (AP) — Cuando viajaba por Europa, Margaux Lantelme notó algo diferente en los cajeros de las tiendas: realizaban su trabajo sentados. Era un contraste marcado con Chicago, donde Lantelme trabaja en la caja de REI y los cajeros suelen pasar ocho horas al día de pie.
Para Lantelme, una exinstructora de kayak, estar de pie durante períodos prolongados puede desencadenar brotes de dolor crónico que limitan su movilidad. Solicitó una silla para usar durante su turno y le dieron una. Pero después de un cambio en la dirección, tuvo que llenar formularios para conservar la silla, lo que requirió múltiples visitas al médico y copagos de seguro durante un período de meses. Aún está esperando la aprobación final.
“No tener acceso a una silla sin la aprobación de un médico, lo cual cuesta dinero, tiempo y energía, es realmente ridículo”, dijo Lantelme. “Personalmente, creo que las personas deberían poder tener acceso a asientos en el trabajo siempre que lo necesiten”.
Dolores, molestias y complicaciones
Estar de pie durante largos períodos puede provocar dolor lumbar, fatiga, dolor muscular e hinchazón en las piernas, y puede aumentar el riesgo de problemas cardiovasculares y complicaciones en el embarazo, según una revisión realizada por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional. Los investigadores concluyeron que el movimiento, ya sea caminar o cambiar de una posición de pie a una sentada o inclinada, parecía ser la mejor manera de reducir esos riesgos para la salud.
Estar de pie durante un tiempo prolongado también puede llevar a la insuficiencia venosa crónica, una enfermedad en que las venas dañadas afectan la circulación sanguínea, según la Asociación de Enfermeras Registradas en Perioperatorio, que representa a las enfermeras de quirófano.
La asociación recomienda probar “técnicas para reducir la fatiga, como alternar apoyando un pie en un reposapiés, el uso de alfombrillas anti-fatiga, usar un taburete de sentarse y de pie y usar calzado de apoyo”, afirmó Lisa Spruce, directora senior de prácticas perioperatorias basadas en evidencia en AORN.
El derecho a sentarse
Muchos trabajos además de la enfermería requieren estar de pie durante períodos prolongados: los vendedores de grandes almacenes, peluqueros, cirujanos, cocineros de restaurantes y trabajadores de aeropuertos son solo algunas de las personas que realizan sus funciones de pie.
Cecilia Ortiz, de 43 años, solía trabajar como asistente de sillas de ruedas en un aeropuerto en Phoenix. “Es realmente duro para las rodillas”, dijo. La sala de descanso tenía tres o cuatro sillas, lo que no era suficiente para todos, así que los trabajadores a menudo iban al pasillo y se sentaban en el suelo, comentó Ortiz.
Dijo que una vez fue reprendida por su jefe por sentarse en una estación de carga de dispositivos electrónicos durante 15 minutos después de haber estado de pie durante cinco horas sin un descanso.
Ortiz ahora trabaja para un almacén que proporciona suministros al aeropuerto, y cuando necesita sentarse, puede hacerlo.
“No es tan estricto allí. Si necesitamos sentarnos por cualquier razón, no habría problema”, dijo Ortiz.
Su antiguo empleador, Prospect Airport Services, afirmó que cumple con todas las regulaciones laborales locales, estatales y federales respecto a los descansos.
“Nuestros empleados son bienvenidos a tomar sus descansos y comidas en nuestra sala de descanso designada o en cualquier espacio de uso común en todo el aeropuerto”, indicó la portavoz de la empresa, Jackie Reedy. “Esta política permite a nuestros empleados elegir la ubicación que mejor se adapte a sus necesidades”.
Los trabajadores sindicalizados de la tienda Barnes & Noble en Union Square, Manhattan, han incluido el acceso a sillas y el derecho a sentarse bajo ciertas condiciones como parte de sus negociaciones para su primer contrato.
“Cuanto más tiempo he estado en el trabajo, he comenzado a notar problemas en las rodillas, especialmente porque hacemos mucho de agacharnos y levantarnos cuando estamos colocando libros y mostrando cosas a los clientes y creando exhibiciones”, dijo el librero Bear Spiegel, de 28 años. “Poder tener un taburete disponible sería realmente útil solo para poder descansar mis rodillas durante un par de minutos a lo largo del día mientras hago cosas en la computadora mientras estoy en las cajas”.
Los compañeros de Spiegel sugirieron usar una rodillera y cinta atlética, y esas soluciones han ayudado, pero le resulta difícil predecir qué días necesitará el apoyo adicional porque sus síntomas varían cada día, comentó.
“Ha habido días en que he solicitado un taburete y afortunadamente mis gerentes me han permitido sacarlos y usarlos cuando es necesario”, dijo Spiegel.
Barnes & Noble utiliza sillas o taburetes de manera rutinaria para aquellos que trabajan fuera del área de ventas cuando tiene sentido hacerlo, pero gran parte del trabajo de un librero se realiza en movimiento, incluyendo desempacar, clasificar y colocar libros, dijo un portavoz de la empresa.
El Sindicato de Minoristas, Mayoristas y Grandes Almacenes, que representa a aproximadamente 100.000 trabajadores, ha estado presionando para incluir en los contratos que negocia, incluido Barnes & Noble, un derecho garantizado a sentarse durante el trabajo que se puede realizar sentado, dijo Stuart Appelbaum, presidente del sindicato.
Durante una sesión de negociación, un empleador objetó la demanda. Los negociadores del sindicato utilizaron un descanso que vació la sala de conferencias para subrayar su posición.
“El empleador regresó y vio que habíamos retirado todas las sillas de la mesa de negociación”, dijo Appelbaum. “Creo que se dejó claro el punto”.
Al final, el sindicato logró que se incluyeran las sillas que quería en el contrato, afirmó.
Sentarse alguna vez fue un derecho protegido
Alrededor del cambio del siglo XX, la mayoría de los estados en Estados Unidos tenían leyes que requerían asientos para las trabajadoras. Las mujeres estaban ingresando cada vez más a la fuerza laboral, y había un temor de que si sus trabajos eran demasiado físicamente exigentes, podrían no quedar embarazadas, dijo Eileen Boris, historiadora laboral y profesora en la Universidad de California, Santa Bárbara.
Las mujeres eran vistas como las “madres de la raza humana, y por lo tanto tenemos que proteger la maternidad”, agregó Boris. “Casi todos los estados tenían leyes, pero no se aplicaban”.
Esas leyes fueron derogadas con el tiempo porque solo se aplicaban a las mujeres. Una razón fue que el movimiento de mujeres estaba presionando por derechos iguales, en lugar de un trato especial, detalló Boris.
Los movimientos laborales en otros países fueron más exitosos en establecer requisitos sobre asientos.
“El movimiento de tiendas en Inglaterra fue mucho más fuerte y tenía más hombres que en Estados Unidos”, añadió Boris.
En 1964, la Organización Internacional del Trabajo, una agencia de la ONU, adoptó estándares laborales que requerían a los empleadores proporcionar asientos suficientes y adecuados, así como oportunidades razonables para que los trabajadores los usaran. Más de 50 países ratificaron el acuerdo, pero Estados Unidos no fue uno de ellos.
Hoy en día, California, Florida, Massachusetts, Montana, Nueva Jersey, Oregon y Wisconsin están entre los estados con leyes de “derecho a sentarse” que obligan a los empleadores a proporcionar asientos adecuados para todos los trabajadores, independientemente de su género, según la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales.
La ciudad de Ann Arbor, Michigan, aprobó una ordenanza en octubre que requiere a los fabricantes, tiendas minoristas, lavanderías, hoteles, restaurantes, peluqueros, barberos y profesionales del cuidado de la piel permitir a los trabajadores sentarse siempre que sentarse no interfiera con sus deberes. También se presentó un proyecto de ley estatal en Michigan el otoño pasado.
