“El destino de las naciones depende de la manera en que se alimentan”.
J.A. Brillat-Savarin
Se dice que las enfermedades crónicas no transmisibles como la Diabetes Mellitus Tipo II, Obesidad, Enfermedades Cardiovasculares y algunas neoplasias constituyen las principales causas de muerte en todo el mundo y en relación con el nexo existente entre alimentación, el mantenimiento de la salud y el desarrollo de enfermedades crónicas hay que decir que existe una considerable evidencia científica que confirma este nexo.
En tal sentido, es importante resaltar que en los Estados Unidos muchas causas de mortalidad están íntimamente ligadas a factores de riesgo evitables tales como:
• Alimentación desequilibrada.
• Obesidad.
• Sedentarismo
• Tabaquismo.
• Consumo de alcohol.
Por otra parte, cinco de los 10 factores de riesgo identificados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como claves para el desarrollo de enfermedades crónicas están estrechamente relacionados con la alimentación y el ejercicio físico los cuales pueden ser modificables para así influir positivamente en el descenso de la tasa de mortalidad.
Según el Centro para el Control y Prevención de enfermedades (CDC) la obesidad está afectando a 14,7 millones de jóvenes entre 2 y 19 años lo cual es alarmante y en el caso de la clasificación por grupo étnico tenemos las siguientes proporciones de mayor a menor:
1. Hispanos (26,2%).
2. Negros no hispanos (24,8%).
3. Blancos no hispanos (16,6%).
4. Asiáticos (9,0%).
Por otro lado la Fundación Roberto Wood Johnson (cuya base de operaciones está en New Jersey) desde hace varios años viene patrocinando estudios importantes sobre la obesidad en el país y recientemente han publicado resultados que inquietan debido a que la población joven está representando un porcentaje bien importante del total general que ratifica lo expresado por el CDC.
En el estado de Connecticut los valores son los siguientes:
Niños de 2-4 años: 14,4%
Niños entre 10-17 años: 17,2%
Secundaria: 14,4%
¿Cómo hacemos prevención contra la obesidad?
En primer lugar, es necesario modificar los hábitos alimentarios de la siguiente manera:
• En la alimentación diaria hay que incluir abundante cantidad de vegetales y frutas las cuales deben sumar unas cinco unidades por día, por otra parte consumir leche baja en grasas y cereales integrales.
• Con respecto al consumo de carnes los cortes que sean magros y que la misma sea cocinada al horno y la plancha para las carnes y en el caso de los pescados al horno, la plancha, vapor y la técnica conocida como papillote que es el pescado envuelto en papel de aluminio y cocinado al horno.
• Disminuir el consumo de sal, azúcar y alcohol.
• Consumir los llamados postres saludables.
• Realizar un menú semanal que incluye un buen desayuno y repartir los momentos de comida en 5 oportunidades que son: (Desayuno, almuerzo y cena más dos meriendas en horas intermedias entre “desayuno y almuerzo” y “almuerzo y cena” para evitar la tentación de salir a “picar”.
En segundo lugar es importante incluir la actividad física:
La “buena alimentación” debe ser acompañada con la realización de actividad física que debe ser implementada de manera gradual para los que provienen de una vida sedentaria para que de esa forma no se convierta en una actividad contraproducente pues de lo que se trata es que la persona no abandone el ejercicio sino que poco a poco le vaya gustando y vaya aumentando su capacidad física. Por lo que es importante agregar que si usted decide acudir a un gimnasio, el entrenador debe aplicar un plan gradual de actividad física cuya condición ideal sería aplicarlo con una evaluación médica previa.
Finalmente queremos invitar al público hispano a que entre el portal web: nutrition.gov que es un portal patrocinado por el Departamento de Agricultura del gobierno de los Estados el cual contiene información muy valiosa y educativa para la prevención en materia del dúo (obesidad/alimentación) y además de que tiene disponible la versión en español.