A propósito de la puesta en escena mexicana de “Ni tu ni Yo”m que aborda el tema del tentador, como la personificación del mal , nos adentramos analizar el catecismo de la Iglesia Católica analiza, el Maligno, en el punto 2851.
No es un mito, ni una invención más o menos simbólica, ni una enfermedad psíquica. El Maligno existe y es un ser personal que se ha rebelado contra Dios. “De hecho, cuando Jesús nos dejó el Padrenuestro, quiso que termináramos pidiendo al Padre que nos libere del Malo. La expresión utilizada allí no se refiere al mal en abstracto y su traducción más precisa es ‘el Malo’. Indica un ser personal que nos acosa. Jesús nos enseñó a pedir cotidianamente esa liberación para que su poder no nos domine.
El punto de partida es el Padre nuestro, la frase líbranos del mal; hay que leerlo como líbranos del maligno cita Eel mismo numeral 2851. En esta petición el mal, no es una abstracción; designa una persona: “el maligno” el ángel que se opone a Dios.
Por eso la oración de Jesús Juan 17:15; la oración sacerdotal, donde pide al padre por los discípulos: “No te pido que los retires del mundo sino que los guardes del maligno “
La conclusión es directa; cada vez que rezas el padre nuestro, estás pidiendo protección contra él maligno.
Nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia, con los vicios” (Papa Francisco, exhortación apostólica Gaudete et exsultate, nº 160-161, Roma, 19 de marzo del año 2018). Ciertamente que Jesucristo vencerá, pero no seamos ingenuos y pensemos que el Maligno es algo del pasado y que ha sido desterrado de esta sociedad contemporánea. Sigue actuando y nada le agrada más que hacernos creer que él no existe.
La peor de las corrupciones es la espiritual y la razón nos la indica el Papa Francisco: “La corrupción espiritual es peor que la caída de un pecador, porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo termina pareciendo lícito: el engaño, la calumnia, el egoísmo y tantas formas sutiles de autorreferencialidad, ya que ‘el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz’ (2 Cor 11, 14)” (Ibid, nº 165). Muchos son los engaños a los que nos puede llevar con su astucia maligna y que vienen envueltos en aparentes verdades. Por eso tanto la Biblia como las enseñanzas de la Iglesia nos recuerdan facetas y situaciones que son engañosas y a las que hemos de quitar la careta: se piensa que el pecado ya no existe y por eso todo vale según los criterios ideológicos de turno; se cree que para medrar materialmente no importa que se utilice la mentira; se acosa con vehemencia y violentamente ante las personas y se cree que esto es justicia social; se busca hacer el bien y ser feliz permitiendo la corrupción moral de la fornicación y adulterio; se defiende la vida como derecho personal y se permite matar al no-nacido…Esta corrupción espiritual deshumaniza y degenera en un humanismo inhumano.