“El olor a estanflación se está haciendo más fuerte”; escribía hace unos días Jason Furman, profesor de economía en Harvard. La economía estadounidense está enfrentando una coyuntura compleja. En los últimos meses, analistas, inversores y responsables de política económica han comenzado a hablar con más fuerza de la posibilidad de una estanflación. Pero, ¿qué tan probable es realmente, cuáles son los factores que la impulsan y qué consecuencias tendría para el país?
La palabra “estanflación” define la combinación de “estancamiento” e “inflación”; que hace referencia a la condición de la economía de cualquier país, en el que las variables: inflación es alta y persiste, el crecimiento económico es bajo, se desacelera e incluso negativo y el desempleo +se mantiene elevado o tiende a subir; y en consecuencia se erosiona el poder adquisitivo, la economía no avanza lo suficiente para generar mejoras genéricas y las personas no encuentran trabajo o lo hacen con dificultad respectivamente.
Entre los factores que se van acumulando y avivan los “rumores” de una posible estanflación se encuentran: una inflación que se resiste y que se incrementa, ahora se tiene el dato más alto desde enero (2,9%); desaceleración del crecimiento económico (PIB), cuyos pronósticos no son optimistas sino por el contrario apuntan a la baja (1,4% dato de la FED para 2025); y un mercado laboral que afloja cada día su fortaleza en el que la tasa de paro sigue incrementándose (4,3%). La solicitud por beneficio de desempleo aumentó la primera semana de setiembre a su nivel más alto en cuatro años (263 000 personas), de acuerdo a los datos del Departamento de Trabajo.
Entre las causas que están arrastrando a este fenómeno, tenemos: 1) La política comercial de la gestión de turno, a través de la aplicación de aranceles que provocan inestabilidad en el país; elevando los costos de ciertos bienes importados, que finalmente son trasladados a precios del consumidor. 2) El enfriamiento de la demanda agregada. 3) Reducciones en la confianza del consumidor. 4) Las políticas monetarias y fiscales que dificultan un equilibrio. 5) Deterioro del empleo.
En los años 70 del siglo pasado, ocurrió lo que sería la experiencia más recordada de estanflación en Estados Unidos; debido a los choques petroleros, políticas monetarias expansivas y otros desencadenantes externos. La variable inflación alcanzó picos de dos dígitos que bordeó el 13% (1979-1980), el crecimiento económico fue muy bajo, estancándose en varias fases y la tasa de desempleo superó el 8%.
Cuando una economía entra en terreno estanflancionario, su impacto es fuerte y difícil de manejar. Sea que entremos o no; aunque, según Allison Morrow de CNN ya nos encontramos en una fase de estanflación prematura. Una estanflación da como consecuencias: 1) La pérdida de poder adquisitivo, porque erosiona los ingresos reales, especialmente para quienes no pueden negociar aumentos salariales acordes o tienen trabajos con poca protección. Los más afectados como siempre vienen siendo hogares de ingresos bajos. 2) Un comportamiento del desempleo creciente, debido a que existe un debilitamiento en el crecimiento económico, las empresas reducen inversiones, por lo tanto contratan menos personal o en su defecto despiden. 3) Mayor tensión social; una combinación de los altos precios de bienes básicos (comida, vivienda, energía) con el desempleo generan estrés social, protestas, demandas políticas de intervención del estado. 4) Complica las decisiones de la política económica (monetaria y fiscal); porque la Reserva Federal (FED) y el gobierno estarían en una disyuntiva: si sube los tipos para controlar la inflación puede agravar el desempleo, pero no hacerlo puede permitir que la inflación se “anude” en la economía; que hasta por añadidura las políticas en este campo pierden su eficacia. 5) Ocasiona incertidumbre, por lo que las empresas posponen sus inversiones. Si los costos son inciertos, los márgenes de beneficio se reducen y la demanda es débil; deciden esperar. 6) Sin duda que los efectos a escala global no se harán esperar, por la sencilla razón de que al ser Estados Unidos la primera economía en el mundo; tiene una posición central en el comercio, las finanzas globales y los mercados de materias primas; que internacionalmente repercutirá en movimientos cambiarios, flujos de capital, inflación importada, etc.
De manera prudente, podemos señalar que pese a que existen señales preocupantes; no todos los ingredientes están completamente alineados. La economía no está en una recesión formal, por ejemplo; aunque algunos sectores muestran cierta debilidad. Los rumores de estanflación en Estados Unidos no son meras especulaciones: están sustentados en datos reales y señales que, si se amplifican, podrían desencadenar ese escenario adverso. Para evitarlo, será clave coordinar cuidadosamente políticas monetarias y fiscales, asegurar que los choques de oferta no se traduzcan en aumentos de precios desenfrenados, y proteger al empleo sin desbordar la inflación.