La inestabilidad e incertidumbre, ha caracterizado a la economía de Estados Unidos en lo que va del año 2025, debido a la ejecución de políticas comerciales (aranceles particularmente) y económicas de la actual gestión; que no han dejado de llamar nuestra atención, así como la devaluación del dólar como moneda. Tal es así que el índice del dólar estadounidense, que mide el valor del billete verde frente a las seis divisas más negociadas del mundo, ha perdido valor significativamente hasta hoy.
La devaluación de una moneda, es la decisión consciente y deliberada que recae en el campo de la política monetaria (banco central); que consiste en ajustar su tipo de cambio oficial o de adoptar políticas que generen una caída de su valor frente a una cesta de divisas. Las razones por las que se hace son varias, pero se concentran en tres ejes principales: mejorar la competitividad internacional, corregir desequilibrios comerciales y aliviar cargas de deuda.
La lógica de “la paradoja de la devaluación: moneda débil, economía fuerte”; puede entenderse así: Devaluar para ganar competitividad, y esto funciona de la siguiente manera. Con una moneda más baja, la producción local se vuelve relativamente más barata en los mercados internacionales, mejorando los ingresos vía exportaciones. A la par las importaciones se encarecen, lo que incentiva la demanda interna de productos nacionales y reduce la competencia externa. Esta dualidad puede traducirse en crecimiento del empleo, producción y mejoras en la balanza comercial; repercutiendo en mayores tasas de crecimiento económico. Para los países con deuda externa o deuda denominada en moneda extranjera; una moneda doméstica más débil implica que, una vez convertido al tipo de cambio, la carga de la deuda se reduce en términos reales para el deudor local.
Pero eso no es todo; tiene sus costos; como el incremento de la inflación, reducción del poder adquisitivo de los individuos, dinamita la confianza en la moneda, y es posible en algunos casos que desencadene represalias comerciales y financieras.
En ese marco, entender porqué un gobierno devalúa su moneda, no se trata de una debilidad, sino de una decisión estratégica; aunque cargada de riesgos y costos para mejorar el posicionamiento internacional y doméstico.
Como bien conocemos; el dólar de Estados Unidos desde mediados del siglo XX; se consolidó como moneda de reserva internacional, primero bajo el sistema de tipo de cambio fijo de Bretton Woods y luego bajo un régimen de flotación desde el año 1973. Su fortaleza ha sido alimentada por la gran demanda que otros países tienen del dólar para reservas y comercio internacional. Durante décadas, un dólar fuerte fue visto como signo de estabilidad económica, capacidad de atracción de capital y confianza global.
La gestión del presidente Donal Trump asumida el 20 de enero del 2025; planteó una agenda económica decididamente orientada a revertir déficits comerciales, reforzar la manufactura nacional y —aunque de modo menos explícito— acomodar el valor del dólar para ganar competitividad. Hasta hoy con respecto al euro se ha devaluado más del 14%; y no es por la huida de inversores del país del “Tío Sam”; sino por el deseo de las autoridades de turno, siguiendo las ideas de Stephen Miran, quien fuera presidente del Consejo de Asesores Económicos del actual presidente de USA.
Se dice pronto; para ver si la devaluación de la moneda estadounidense, cumple la paradoja de una economía fuerte; debido a toda la política comercial que ha desplegado el presidente Trump que ha llevado en algunos casos a roces con sus principales sociales comerciales. No obstante es importante apuntar que la inversión extranjera en el país, hasta el pasado junio se vio incrementada en 168 mi millones de dólares, teniendo como principal destino la bolsa estadounidense; así como el beneficio que están teniendo las empresas por su elevado volumen de ventas fuera de Estados Unidos; pero a la par, el dólar está perdiendo importancia de ser la divisa de reserva global.