Eduardo Verastegui, celebró la Cumbre Viva México, como el encuentro de alianzas conservadoras, cuya cosmovisión, presenta al conflicto político como algo que deja de ser meramente terrenal de partidos o programas para elevarse una categoría de combate espiritual.
Plantea una clara de cómo funciona la identidad nacional, el fervor religioso orientada a la acción política directa. No se discute simplemente una visión de la política se está luchando por el alma del país.
La idea central que ordena todo es la de la guerra y no es una figura retórica, menciona que estamos en guerra, política, cultural, mediática, moral y ética, pero sobre todo y ante todo, la más grandes y decisivas de todas las batallas es la guerra espiritual.
Y esta guerra espiritual es la clave de la bóveda de todo el edificio. Es el marco que le da un significado trascendental a todo lo demás.
No es una simple batalla de opiniones, es una cruzada de hecho, traza una línea divisoria, absoluta. El cielo contra el infierno, la luz contra la oscuridad, no hay grises.
Afirma, que quienes no ven esta lucha de una manera tan drástica, siguen dormidos. El debate esta en términos de lo sagrado contra lo profano, y defienden esta identidad sagrada que se percibe atacada. Y esto o genera una lealtad emocional más fuerte que un programa electoral.
El combate es contra un sistema encarnado en una figura directamente teológica, el padre de la mentira y frente a un enemigo tan poderoso el discurso tiene que empoderar a su audiencia.
La Cumbre Viva México, presenta el movimiento no como un grupo cualquiera, sino como la mayoría silenciosa que por fin está despertando, y para ejemplificarla usa la frase: “Con Dios más uno es un ejército”.
Es un pilar de movilidad. Apela al sentimiento de que la gente real es ignorada por las élites.
Tenemos el enemigo y la guerra declarada, necesita de un ejército.
Y quiénes son exactamente los soldados de esta guerra?
Viva México los define no como un club político, sino como algo superior, como un movimiento espiritual, cultural, moral y patriótico se sitúa por encima de la política del día a día.
Justifica la etiqueta de conservador diciendo que defienden valores eternos que nunca caducan, el amor a Dios, a la patria, al prójimo, es una forma de decir nosotros que estamos en el barro, estamos defendiendo los cimientos de la civilización, anclados en el signo identitario del guadalupanismo, que no tiene parangón en tendría ningún otro sitio.
La convicción que lo resume es México, tiene madre y un país que tiene madre jamás será derrotado.
Para entender la magnitud y alcance de esta frase, hay que reconocer la fuerza que tiene la Virgen de Guadalupe en México, es mucho más que una figura religiosa, es un símbolo nacional.
De hecho, es el símbolo más fuerte de identidad nacional, un punto de encuentro que reúne al país por encima de todo, incluso para personas que no son practicantes.
El discurso de Verastegui, lo que hace es el símbolo que uno lo convierte en la bandera de un movimiento, de una agenda muy específica. Convierte esta unidad guadalupana en el estandarte del alma del movimiento.
El mensaje de Verastegui, no pretende apropiarse del sentimiento guadalupano en una agenda política concreta, tendría el riesgo de alienar a muchos otros mexicanos que asumiéndose guadalupanos no comparten esa agenda, traduce ser guadalupano en un mandato muy concreto: “defender la vida siempre, defender la familia siempre, defender la libertad siempre”.
Para rematar esa función central del discurso, reinterpreta hasta la propia bandera de México: “el verde blanco y rojo” no solo representan las tres garantías históricas, sino que también son un reflejo de las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad.
Es una forma de decir que la esencia de México es y siempre ha sido Católica en esencia sí ya tenemos una guerra y un ejército con identidad muy definida.
Cuáles son las órdenes que le pide a la gente? La clave es para los católicos es que la política no es opcional es un deber, una responsabilidad y obligación. Una afirmación contundente. Se acabó la apatía.
Se apoya en figuras de autoridad primero cita al Papa León Xlll: “Callar cuando la verdad está haciendo atacada, es lo mismo que abandonar a Dios”. Finalmente, identifica en el contexto mexicano la figura del Beato Anacleto González Flores, figura central de la Guerra cristera a quien presenta como mártir y patrono de los laicos mexicanos.