En el congreso de católicos y vida pública, el Obispo José Ignacio Munilla, comento la ponencia sobre el ensayista Agustín Laje, acerca del asedio contra la familia y describe los puntos claves de su intervención; comenta que la premisa de partida, no se trata de que la familia haya cambiado de forma natural con el tiempo, sino que ha sido el objetivo de una ingeniería social deliberada.
El asedio a la familia está amenazada. Se basa en un argumento añejo de un análisis de 1977 de Christopher Lasch (1932-1994), un historiador y sociólogo estadounidense, analizó la institución familiar y su declive en varias de sus obras. El argumento central que probablemente se menciona proviene de su libro Haven in a Heartless World: The Family Besieged (literalmente, “El refugio en un mundo sin corazón: la familia asediada”), publicado en 1977.
En este análisis, Lasch argumenta que:
La familia moderna, lejos de ser un refugio seguro frente a las fuerzas deshumanizadoras del capitalismo industrial y el Estado, ha sido invadida y debilitada por estas mismas fuerzas.
Las instituciones externas (escuelas, servicios sociales, medios de comunicación, etc.) han usurpado progresivamente las funciones que tradicionalmente correspondían a la familia (educación, cuidado, transmisión de valores).
Es decir que esta idea de un ataque planificado no es nueva, más bien esta orquestada desde planificadores y políticos involucrados en transformar la familia a propósito, como una metástasis del marxismo, en el que se traslada la lucha de clases económica mutuo a una lucha cultural.
El campo de batalla no es la fábrica sino la familia, el conflicto ya nos es proletario contra burgués, sino es una guerra de sexos la que habla de dos fuerzas de ataque.
La familia es por definición un proyecto de primera persona del plural.
La segunda fuerza blanda es el hedonismo, la búsqueda del máximo placer con el mínimo esfuerzo posible. Se presenta como lo opuesto al sacrificio a la entrega que inevitablemente requiere la vida familiar, sobre la crianza de los hijos.
Y la tercera es el relativismo como emotivismo irracional, de la que depende lo que uno siente si lo sientes válido lo que se opone a la concepción de la familia como una estructura vertebrada.
La familia no es un molusco, que se adapta a cualquier forma, sino un vertebrado tiene una columna vertebral.
Aquí el Obispo Munilla, introduce un matiz importante con respecto a Laje. Menciona que estas son las verdaderas fuerzas duras, porque si no hay una conversión personal un cambio profundo para superar este egocentrismo o hedonismo cualquier batalla política está perdida.
De antemano la verdadera batalla es interior. Acuña el concepto que, sin conversión personal, no puede haber batalla política que valga la pena.
Este comentario coincide con la premisa de la Cumbre México Vive de Eduardo Verastegui en México.
Sin esta premisa, todo lo demás es construir sobre arena. Si no se cambia primero la persona la batalla no es difusa sino de grupos ideológicos concretos y coordinados.
El feminismo radical, se presenta como un movimiento que promueve una guerra entre sexos. no es posible la relación entre hombre- mujer es irreconciliable.
El segundo, es la ideología de género descrita como la idea de que la sexualidad no depende de la biología sino de la percepción, de la emoción de cada uno-
Y el tercero es el aborto, visto con un movimiento ataca directamente la función de la familia de transmitir la vida.