Vivir en armonía, frase maravillosa que pareciera haber quedado en el olvido para muchos de los seres humanos, llegó incluso a convertirse en una misión imposible. Pero no debe ser imposible luchar para que, nuestra condición humana no languidezca lentamente y deje de aflorar en nosotros el respeto y las ganas de compartir vivencias, sentimientos, experiencias y motivaciones que nos hacen sentir más vivos, más humanos; ya que existimos y somos parte de este mundo creado por Dios quien tiene un propósito para cada uno de nosotros.
A veces solemos decir, somos humanos y por lo tanto no somos perfectos, pero esto no es excusa para actuar sin reflexionar, hasta el punto de separar por colores de toldas políticas a los seres humanos llámense pueblos, grupos de trabajo y amistades, dividiendo de manera tajante, una de las condiciones más nobles y hermosas del individuo “vivir en armonía”, jamás pensó Dios que los colores pudieran llegar a ser un motivo de desunión entre las especies, si los creo con el fin de dar brillo y alegría a nuestras vidas, y con el firme propósito de iluminar y dar color al espíritu y alma de sus semejantes. Por qué dejar entonces que nos identifiquen como verdes, rojos, blancos, o amarillos si ante todo somos seres vivos, como tomar en nuestras manos, la atribución de acabar con la vida del prójimo si solo Dios tiene potestad, para hacerlo será que no sabemos vivir en armonía.
Vivir en armonía no representa sólo el simple hecho de lograr alcanzar el respeto entre los diferentes partidos políticos, implica mucho más, vivir en armonía es reconocer y admirar siempre la labor de nuestros ancianos que representan un cúmulo de experiencias enriquecedoras que dejan a las generaciones de relevo un camino sembrado para seguir arando, entonces por qué no aprender de ellos en vez de ignorarlos y lo es peor aún no querer escucharlos, si el consejo de un abuelo, vale por mil soluciones.
Como no vivir en armonía con ese medio ambiente divino creado por el Señor que nos brinda la pureza de su aire, el resplandor de sus árboles y flores, el azul de sus mares y lagos, el brillo de la luna y el sol que son el reflejo y guía de nuestros caminos; sigo sin comprender entonces por qué la tala de tantos árboles, el sucio en las calles y ciudades, el derroche del agua y contaminación del aire, pareciera que queremos vivir, pero en total agonía.
Cómo no querer vivir en armonía con las criaturas creadas por Dios, para ser nuestros compañeros en las alegrías y tristezas, cómo no querer ese ser vivo que te saluda cuando llegas del trabajo, cuida tu casa y juega con tus hijos. Es cruel observar cómo son asesinados, y maltratados, estos seres que muchas veces representan para nosotros un fiel amigo.
Somos humanos ocupados y preocupados por trabajar, ganar dinero, viajar, conectarnos a Internet, comprar un carro moderno, entre otras cosas, pero somos también humanos con una ventaja única en la vida como lo es el poder compartir las maravillas regaladas por Dios a todos sus semejantes. Si olvidamos vivir en armonía, pronto olvidaremos nuestra fundamental condición humana aquí en la tierra, ama a tu prójimo como a ti mismo. No piensas que es justo entonces y le debemos a Dios hoy más que nunca unir nuestras voluntades para “VIVIR EN ARMONIA”