Siempre serán entrañables los momentos vividos en la juventud, tu cuerpo, tu mente y tu corazón experimentan sentimientos y sensaciones que vives como un tren en marcha sin destino alguno, mirarte al espejo y observar tu piel lozana, tu abundante cabello y tus ganas de desafiar al mundo, son momentos únicos que te gritan estas vivo. Pero es inevitable frenar el paso de los años, y si ciertamente comienzas a cambiar físicamente, pero indudablemente tambien emocionalmente, cambian tus prioridades y dejas en los recuerdos tus años de juventud.
Pero Dios sí que lo sabe todo, y la vida misma te enseña que es imposible vivir para siempre. Cuando llegas a una edad madura comienzas a comprender y por fin logras entender que cada etapa de la vida, se debe vivir con el mismo agradecimiento y el mismo entusiasmo, que cada lagrima, cada sonrisa y cada oportunidad son y serán para ti esencia de vida.
A los cincuenta descubres que la soledad no es mala consejera, que a solas reflexionas, te relajas, hablas contigo mismo y realmente comienzas a conocerte, que ya no le temes al tiempo porque este se vuelve tu aliado y aprecias cada segundo de tu vida, que los verdaderos amigos siempre estuvieron contigo y nunca te abandonaron en el camino, que los cambios que experimenta tu cuerpo son huellas que demuestran que has vivido, que ya no tienes prisa porque la calma te ha dejado ver la belleza y grandeza de cada detalle que encierra los misterios de la vida. Con humildad e infinita bondad logras entender que el mundo no te pertenece, que existen otros seres vivos que al igual que tu tienen el mismo derecho de disfrutar de las maravillas de este mundo.
En esta etapa de vida eliges y antepones los momentos de paz y tranquilidad, sabes con certeza quien se queda a tu lado por amor y quien lo hace por costumbre, entiendes claramente que el amor más incondicional es el de la madre, que la sencillez encierra mágicos momentos, que lo material no representa el cien por ciento de la felicidad y que solo existe un amigo al cual debes abrir tu corazón y ese es Dios y que tu país siempre será tu mejor hogar.
A los cincuenta años de edad ya nadie te dice que hacer la decisión es solo tuya, dejas atrás las ataduras y buscas a diario caminar firme y con pasos seguros, descubres que la vida se vive cuando no callas lo que te incomoda, cuando caminas sin prisa, cuando los recuerdos te ayudan a seguir, cuando la simplicidad de la vida te demuestra lo que vales, cuando aprendes a agradecer por un nuevo día y por el solo hecho de poder respirar, cuando dominas tus celos y rabias y comprendes que nada aportan a tus logros, cuando sueñas pero despierto y con los ojos bien abiertos para alcanzar las metas que te llenen como ser humano.
Descubres que nada te importa lo que opinen los demás de ti, porque asumes que nadie tiene derecho a juzgar y ser juzgado, internalizas que los amores que pasaron por tu vida no fueron buenos o malos, simplemente fueron los que tenían que ser, para hacer de ti un ser humano más fuerte y con una amplia visión de vida, a los cincuenta aceptas que has vivido a tu manera, pero descubres como deseas seguir viviendo de aquí en adelante, tus caminos se vuelven más claros y realmente comienzas a vivir. (marfucci@gmail.com)