Seis senadores demócratas acusaron a la República Dominicana de suplir de armas a las bandas delincuenciales que operan en Haití.
Los senadores son Edward J. Markey y Elizabeth Warren, de Massachusetts; Bernard Sanders, de Vermont; Raphael Warnock, de Georgia; John Hickenlooper, de Colorado; y Chris Van Hollen, de Maryland. Su acusación es hipócrita, irresponsible y cínica.
Traficar armas en el continente es un monopolio estadounidense.
Los legisladores estadounidenses son incapaces de controlar su propia industria armamentista por razones muy poderosas.
Ellos son empleados de la industria armamentista, que financia casi todas sus campañas, muchos son accionistas de esa industria, por eso siempre aprueban exportar guerras y armas.
¿Qué otra cosa explica que los “liberales de Washington” aprueben enviar miles de millones de dólares en armas al ultraderechista Benjamín Netanyaho para masacrar a los palestinos?.
Los Estados Unidos son el principal exportador mundial de armas, que ellos la vendan, es “libre empresa” pero cuando esas armas llegan a Haití, es responsabilidad dominicana.
Ellos se ganan la plata, nosotros tenemos la culpa.
Esa colección de pequeñas infamias e irresponsabilidades, está erosionando el prestigio y la autoridad moral estadounidense, mundialmente pocos le respetan.
Las armas que venden en Ucrania terminan en manos de Hamas y los traficantes de drogas mexicanos, todo el mundo lo sabe, ellos nada hacen.
Hoy, Haití y los traficantes de drogas son el principal mercado para las armas estadounidenses en América, el Congreso sabe eso, pero lo importante es vender armas.
Un país que envía a su juventud a morir y permite que masacren sus niños escolares, solo por vender armas, no le pueden importar los haitianos.
Somos responsables de introducir drogas a los Estados Unidos y armas a Haití, pero ellos pagan por las drogas y se arrebaban, también se enriquecen vendiendo armas.
Quieren detener el tráfico de cocaína en sus orígenes, en Sudamérica, pero no detienen el tráfico de armas en sus orígenes: los Estados Unidos.
Esto es todo hipocresía y, diría Alberto Cortes, puro “cinismo al mas alto nivel”.
