Por Norey Agudelo“Noriam”
En la penumbra de la noche el silencio llena todos los espacios, los niños en sus cunas duermen confiados en sus padres y estos a la tranquilidad que domina la noche. Mas, sin embargo, un sorpresivo sonido como el de un rayo al caer despierta a todos los inocentes soñadores, en un abrir y cerrar de ojos el fuego consume la ciudad, los niños cual inocentes palomas gritan lloran y corren despavoridos buscando refugio en los brazos de sus padres, los que yacen sin vida en la superficie fría llena de escombros devorados por el fuego, que provenía de manos que se deslizaban como serpientes venenosas ocultándose en la sombra de la noche, aullando como lobos expeliendo un olor nauseabundo que amenaza al mundo comenzando su atroz asalto contra seres inocentes.
Los niños mayores sujetan a los más pequeños y cargándolos en sus espaldas corren buscando un refugio donde ocultarse, todo está envuelto en feroces llamas que danzan sin piedad devorando lo que este cerca. No hay agua, el calor es sofocante y en el silencio de la noche solo se escucha el lloro desesperado de los inocentes y la risa maquiavélica de entes sin conciencia, cuyo único propósito es alcanzar sus objetivos destructivos.
¿Qué hacemos? Dice Tony uno de los niños mayores viéndose obligado por las circunstancias a presionar su inteligencia, para salvarse y salvar a los inocentes de una aterradora guerra que ha comenzado sin previo aviso. De pronto y como obra de un milagro, en su veloz carrera se encuentran frente a una pequeña casa que permanecía intacta con un anciano que aterrado les indica donde esconderse. Tony con la voz quebrada y llorando amargamente le pregunta que, si tiene agua o algo que comer, el anciano generosamente comparte con ellos lo poco que tenia de agua y alimentos, también cura las heridas de varios niños que continúan llorando por la ausencia de sus padres y por el ruido de las explosiones de las bombas que caen una tras otra sin parar.
El horror se ve en los rostros de todos, la desesperación, la confusión sin conocer la salida los hace debatirse entre la vida y la muerte, miran a lo lejos y solo ven la ciudad convertida en un horno crematorio y las llamas en una danza dantesca. Todo está ocupado por el enemigo que continúa dispuesto a arrasar la ciudad y a todo lo que se atraviese en su camino sin piedad. El monstruo de la ambición y el poder ruge con más fuerza, una mente oculta manipula a los que como zombis continúan desafiantes sin retroceder, clavando sus garras como afiladas espinas sobre un pueblo inocente que en medio de la desesperación está despertando para defenderse.
Los niños gritan, queremos LA PAZ, los ancianos demacrados y cansados por los años caminan lentamente y con una voz silente y profunda, piden que termine la guerra, que la paz y la luz brille para las presentes y futuras generaciones, que la armonía y la empatía domine en las naciones, que el mar de la tempestuosa humanidad se calme, que los amaneceres inviten a disfrutar de la felicidad de un nuevo día, que el dolor quede atrás y se desvanezca cual neblina en la madrugada, que la felicidad sea la esencia de la vida, que el murmullo del viento acaricie el tierno rostro de los niños y que sus suaves manos jueguen con imágenes inquietas producidas por sus mentes inocentes y que con su voz silente griten a los cuatro vientos, los secretos de sus almas transparentes.