La celebración de la Hispanidad de 12 de octubre tiene desde años atrás una muy mala prensa, alentada por corrientes políticas en ambos espectros de la diada izquierda y derecha se debaten dos posturas antitéticas. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum erróneamente afirma que la llegada de los españoles a América representó sometimiento y eliminación de los pueblos originarios. Pero también en España se cuestiona bajo el rótulo de “hispanidad e hispanchidad”, esta polémica que crece en los últimos meses, en redes sociales, podcast, incluso en rotativos como el ABC.
Es un debate lleno de historia, se cuestiona el legado de España en América. La controversia reciente de la Hispanidad versus Hispanchindad, en tono denostativo y peyorativo, parece que se avivó en parte por temas de migración de identidad en España, como sucede también en Estados Unidos.
Partimos de un análisis de Luis Antequera, habla de mitos históricos ligados a una nueva leyenda negra y citamos un resumen de Pablo Inés sobre las contribuciones concretas de España a América durante cuatro siglos.
La idea es entender esa narrativa que construyen sobre el mestizaje, cultura, estructuras sociales e identidad compartida para tener una imagen digamos más clara de esta visión particular de la historia hispanoamericana. El punto de partida es una polémica directamente vinculada con el aumento de la inmigración desde países hispanoamericanos sobre todo en Madrid. Ven esta migración como como necesaria vital para reforzar la identidad española frente a otras, pero otros la ven como algo malo perjudicial la asocian con ideas de globalismo o hasta de reemplazo racial y ven un riesgo a la identidad nacional.
Nuestro análisis tiene un punto de equilibrio entre la leyenda Rosa contra La leyenda negra, desde una perspectiva cristiana, que se aleja de posturas woke. Mas bien presenta la inmigración hispanoamericana en España no solo como algo natural sino deseable da de esa Unión profunda sentimental e histórica que describe pues argumenta que lo lógico es acoger con especial cariño a quienes comparten esa herencia común de Hispanidad Catolicidad.
Sería un completo disparate comparar esta migración con la que viene de culturas muy distintas y pone el ejemplo de la norteamericana de mayoría musulmana porque argumenta el esfuerzo de adaptación cultural es mucho mayor en ese segundo caso.
Los detractores de la Hispanidad intentan desvirtuar a figuras como la Reina Isabella Católica, no querían el mestizaje, cuya calumnia es refutable históricamente, escribe Nicolás de Ovando en 1503. Cito: “La reina alienta a que algunos cristianos se casen con algunas mujeres indias y las mujeres cristianas con algunos indios”. Su argumento es que el mestizaje fue central y que si no fue mayor no fue por falta de ganas sino porque solo llegaron unos dos millones de españoles en tres siglos.
Sin obviar los abusos durante la Colonia, el hecho cierto es que, al trasladar la gobernanza jurídica de la Nueva España, trajo consigo el reconocimiento a la dignidad de los pueblos autóctonos originarios.
En lo tecnológico hubo transferencia de conocimientos en clave civilizadora. No solo extrajeron recursos, también innovaron, sin las cuales no habría progreso en industrias claves para el desarrollo industrial.