La revolución sexual del mayo de 68, parecía en sus inicios no tendría consecuencias políticas. Llegó el General de Gault y puso a todo el mundo en su sitio, al impedir que este movimiento revirtiera el orden político de Francia. Pero, aquello calo y fraguó con el tiempo.
De esos revolucionarios del 68 a la postre se convirtieran de a poco en dueños de la cultura , del corazón y de los valores de quienes iban a ir conformando el futuro de la de la sociedad, a tal punto que después fue retomado por el establishment político.
Sus consignas, están bastante relacionadas con el propio pecado original, con esa idea soberbia de seréis como dioses. Expresiones como: “A ti nadie te va a decir qué es lo que tienes que hacer” o “qué es lo que es bueno o qué es lo que es malo”, “Ya decidiré yo”. En el fondo subyace la rebelión frente a la autoridad, creando una crisis de paternidad.
La oferta política del Mayo 68, hoy se presenta como una propuesta de hacer lo que nos dé realmente la gana la gana. De hecho retomo una colección emblemática de cuáles fueron los lemas principales enarbolados por los grafitis propagandísticos que se difundieron:
“Me tengo a mi mismo, prohibido prohibir”; “la naturaleza no ha hecho ni servidores ni amos”; “yo no quiero dar ni recibir órdenes”.
Y lo que en apariencia parecía irrelevante en el campo de las emociones; llevado al campo de las decisiones políticas y a una agenda política, se convierte en un arma destructiva, que incide negativamente en el imaginario colectivo.
Eso de que la naturaleza no ha hecho ni servidores ni amos, es una especie de anarquismo naturalista y con ello se ceba toda autoridad. Los padres pierden autoridad frente al Estado; los profesores ante los alumnos, enmarcado en el lema: “Olvidad todo cuanto os han enseñado y comenzad por soñar”; “cread comités de sueños”. Es una especie de rebelión frente a cualquier tipo de autoridad. Y lógicamente el rechazo a la autoridad se extiende por ejemplo a las fuerzas del orden, expresado en el grafiti que decía: “Un poli un policía duerme en cada uno de nosotros hay que matarlo”.
Esa rebelión frente a la autoridad, llega a la figura del padre que representa la autoridad desde nuestra más tierna infancia. Entonces, lo que se pretende es que desde esa ausencia del Padre desde esa ausencia de la autoridad, también se declare la muerte de Dios, conllevado con ello el desprestigio de cualquier tipo de autoridad y que sea mi gana, que sea mi deseo, que sea mi sueño, el que el que defina la realidad y el que establezca la legalidad.
Y claro, frente a esta gran crisis paterna y de autoridad moral, es el Estado el que decide todo, lo que está bien y lo que está mal. Y hay que reconocer que los tiros de esa gran crisis, estaban dirigidos a una estrategia bien diseñada, orientados a atacar algo nuclear: la familia.
Hay un texto de San Pablo en su epístola a los Efesios que dice “Me pongo de rodillas ante el Padre de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra.”
Es decir, claro que existe una paternidad. Existe una autoridad que en última instancia viene de Dios. Entonces si yo lucho contra toda autoridad; si yo me revelo frente a toda autoridad en el fondo me estoy revelando frente a Dios, autor de toda paternidad.
Al desplazar a la familia, como el eje central de la célula básica de la sociedad por el Estado paternal, lo que el nuevo orden mundial pretende es obvio: poner al estado y a los a los valores del nuevo orden mundial en el centro de todo. Bajo el estandarte de la cultura del deseo ha creado una crisis que ha llevado a una revolución antropológica, en una especie de crisis de civilización occidental, heredera de la filosofía de la sospecha de finales del siglo XIX y comienzos del XX cuyos máximos exponentes de la crisis del pensamiento fueron Marx Freud y Nietzsche.
En la actualidad la mentalidad progre, es teóricamente marxista, prácticamente liberal y psicológicamente freudiana. Es decir, la mentalidad progre es, filosóficamente relativista; espiritualmente agnóstica de la nueva era, e ideológicamente marxista, que ahora sustituye la lucha de clases : obrero- patronales por la de sexos, hombre-mujer.
En la actualidad esa división tan grande que había entre el marxismo y el capitalismo, ha desaparecido y dejémonos de historias porque en el fondo, no es casualidad que gran parte de los neoliberales del siglo XX y XXI procedan del marxismo. Al final ha habido una especie de como pacto entre el marxismo y el liberalismo en este pensamiento único dominante.
Esta reflexión, lo que viene a decir que es que aquí hay un caballo de Troya, que Occidente se autodestruye y claro y mientras tanto sus enemigos entre comillas aplauden, Rusia, China, los países musulmanes, viendo cómo nos autodestruimos, en esta crisis demográfica que dentro de poco no habrá relevo generacional para hacer frente a la tasa de remplazo de las pensiones, por los bajos índices de población económicamente activa, y el catastrófico hundimiento de la natalidad.
Si no crees vete tú y pregúntales a los padres, a los profesores de primaria, de secundaria de universidades, a los psicólogos, el impacto que tiene la crisis de autoridad y paternidad en el liderazgo.
Y para cerrar, lo realmente llamativo y notorio que hay una especie de conspiración del silencio para no hablar de esto. Es curioso eh que la cultura Woke, que sobre todo parece que está especialmente centrada en buscar la categoría de víctimas de minorías en realidad oculta la verdadera existencia de estas víctimas de la mayoría , víctimas de la revolución sexual y víctimas de la crisis de paternidad .
Concluyo, con una frase de quien fue presidente de Francia entre el año 2007 y 2012 Sarcosí, en el discurso que fue redactado por Patrick Wison porque estas cosas al final siempre se saben. Porque todo pintaba que desde luego, de él no podía haber nacido ese escrito, entre otras cosas, porque su propia vida era una contradicción, tuvo tres matrimonios y un montón de relaciones afectivas públicas de infidelidades.
Sin embargo su incongruencia de vida, no lo llevo hacer una apología de sus errores, como tampoco no nublo su capacidad crítica. En el año 2007 pronunció este memorable discurso, súper crítico contra el mayo del 68 al decir: “Es hora de enterrar al mayo del 68, porque las consecuencias están siendo nefastas”.
Los 68istas proclamaron que todo estaba permitido que se había acabado la autoridad, que se había acabado la cortesía, que se había acabado el respeto, que no había nada grande, nada sagrado, nada admirable. No más reglas, no más normas, no más prohibiciones. Y concluía Sarcosí con esta frase lapidaria, al percatarse de que esta falta de valores era autodestructiva: “La cuestión es si el legado del mayo del 68 debe perpetuarse o debe o debemos de liquidarlo de una vez por todas “.
Claramente su crítica no resonó como debiera, porque obviamente en su persona la letra y la música no conjugaban absolutamente. Como diciendo “Oye tú con tu vida estás contradiciendo esa crítica.” En el fondo tu vida tu desastre de vida es una prueba más de que el mayo del 68 en el fondo ha te ha contagiado a ti también.
Y este es el sainete y la tragicomedia en la que vivimos que la cultura actual tanto la izquierda que se apodero del discurso cultural; legisla y norma a categoría de derechos errores antropológicos, la derecha en su mayoría –porque hay excepciones- va en el mismo sentido.
Una vez que llega al poder, conserva esos mismos errores al ser hijos de esta época.
Sabiamente advertía, el gran polemista ingles Chesterton: “Solo el cristianismo, te preserva de ser esclavo de tu época”. Porque en realidad estas historias que se presentan como novedad en la cultura Woke y Proge, son en realidad viejos vicios de la antigüedad.
Ejemplo de ello es el Imperio Romano, cuyo ocaso fue su deriva moral; y la perversión de sus costumbres. Pero nunca les paso por su mente a los legisladores Romanos, elevar a categoría de derechos sus perversiones, sabiendo que serían el ocaso de su propio Imperio, tal como acontece en nuestra cultura actual. De las lluvias del Mayo del 68, tenemos hoy estos lodos.