Para muchas personas Navidad significa aglomeraciones, consumo, excesos, compras y más compras. La Biblia dice: “Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón” (Mt. 6:21 NTV).
Te invito a reflexionar: ¿dónde está tu corazón en esta Navidad? El corazón del ser humano está donde invierte su tiempo y gasta su dinero. Algunos tienen su corazón en los aparadores de las tiendas. Tienen deseos desbocados de poseer cosas materiales y gastan todo su dinero sin control hasta endeudarse.
El objetivo de la publicidad es crear falsas necesidades en las personas. Los creativos publicitarios trabajan muy duro para que cuando veamos un anuncio de un bien o servicio sintamos en nuestro corazón el impulso desmedido de poseerlo.
La persona compulsiva no podrá controlarse frente a los días de rebajas, aun cuando el dinero le falte. Esta conducta causa carencias en la economía familiar. El libro de Proverbios enseña: “En casa del sabio abundan las riquezas y el perfume, pero el necio todo lo despilfarra” (Pr. 21:20 NVI).
Algunas personas antes de salir de compras al supermercado hacen una lista de los artículos que necesitan para no excederse: pan, leche, huevos, queso… Pero al llegan a casa sacan de sus bolsas chocolates, biscochos y un costoso abrigo que no tenían en su lista. ¿En qué momento decidieron comprar esos productos? Pues, ¡compraron por impulso!
Si esto te pasa con frecuencia eres un comprador o compradora compulsiva. Tal vez no lo creas y te excuses diciendo: “lo necesitaba” o “estaba en liquidación”, pero lo cierto es que las compras hechas sin pensar te pueden dejar con grandes deudas. Al extremo de no tener dinero para pagar tus gastos de renta, seguro y servicios en el mes de enero.
Dios quiere que sus hijos tengan prosperidad económica, que presten y no tengan necesidad de pedir prestado (Deut. 32:12). Por lo tanto, necesitamos aprender a administrar el dinero de acuerdo con los principios financieros de Dios.
Primero que nada, controla tus emociones. Aunque el gasto sea mínimo medita en cada compra que vas a realizar. Toma unos minutos para pensar si la compra es necesaria o si es un antojo pasajero. Al hacer esta reflexión no comprarás automáticamente y podrás tomar decisiones con plena conciencia.
Haz una lista de las compras necesarias y trata de sujetarte a ella. Sal de casa con poco dinero y sin tarjetas de crédito. Establece un plan de ahorro mensual y guarda un porcentaje de tus ingresos. La Biblia dice: “Quien ahorra, poco a poco se enriquece” (Pr. 13:11). “El buen hombre deja herencia a sus hijos y nietos” (Pr. 13:22).
En esta época navideña donde numerosas familias se endeudan descontroladamente, haz un plan de austeridad que te ayude a llegar hasta enero con dinero en el bolsillo. Inicia el año con hábitos de ahorro para que compruebes que es un don de Dios que el hombre coma y beba, y goce el bien de todo su trabajo con paz y libertad financiera (Ecl. 3:13).
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