Por Thomas Breen
Media hora después de un tenso y ruidoso enfrentamiento entre manifestantes pro palestinos y pro israelíes en la escalinata del Ayuntamiento, la policía municipal colocó barricadas para separar físicamente a ambos grupos.
Esas vallas lograron mantener la paz, aunque mantuvieron separadas a Lynn Rabinovici Park y Karen Rabinovici, dos hermanas preocupadas por la seguridad de los familiares de su padre en Jerusalén, y a Faisal Saleh, director de un museo palestino, preocupado por la seguridad de los artistas con los que trabaja en Gaza.
Esa fue la escena que se vivió el lunes por la tarde frente al Ayuntamiento, en el número 165 de la calle Church, durante una serie de protestas, a veces incendiarias, pero nunca violentas, provocadas por el terrible derramamiento de sangre de la guerra que se está librando en Israel y Gaza.
Varios centenares de personas tanto de la ciudad como del estado dijeron presente en las protestas paralelas, y pasaron gran parte de la hora y media que transcurrió entre las 3:00 y las 4:30, gritándose unos a otros a través de megáfonos y altavoces mientras ondeaban las banderas azul y blanca de Israel y las rojinegras, blancas y verdes de Palestina.
Los dos grupos se turnaban, y se gritaban unos a otros, cada uno con sus argumentos, sobre la ocupación israelí, el terrorismo de Hamás, las cárceles al aire libre y los bloqueos, el secuestro y asesinato de civiles, el levantamiento justo de un pueblo desposeído, la defensa justa de la democracia.
En el fondo de todo, un debate aparentemente irreconciliable sobre las causas subyacentes del atentado perpetrado el sábado por la noche por militantes de Hamás, que ha dejado 800 israelíes muertos y 150 rehenes, y la respuesta de las fuerzas armadas israelíes, que han matado hasta ahora a más de 680 palestinos, en una guerra que promete ser larga y sangrienta.
“¡Palestina libre, libre!”, gritaba una y otra vez un grupo en la manifestación del lunes. ¡“Libre de Hamas!” Gritaban en respuesta desde el otro lado.
La protesta pro Palestina fue organizada por varios grupos estudiantiles y grupos políticos locales de izquierda, entre ellos los Socialistas Democráticos de América de Connecticut, Yalies por Palestina, el Partido por el Socialismo y la Liberación – Connecticut, y Estudiantes Wesleyanos por la Justicia en Palestina.
En las redes sociales, la concentración se anunciaba como “¡Todos por Palestina!” y anunciaba el comienzo de “una lucha anticolonial sin precedentes”.
“En las últimas 48 horas hemos presenciado cómo los palestinos respondían a más de 75 años de opresión a manos de las fuerzas sionistas”, dijo el lunes por megáfono Yasmin Bergemann, nativa de Nueva Haven, de ascendencia pakistaní y alemana, y dirigente de Yalies for Palestine.
“La violencia de este conflicto no comenzó ayer”.
El grupo proisraelí, por su parte, estaba formado por una mezcla de habitantes de New Haven y residentes en Connecticut, muchos de ellos miembros de la comunidad jasídica Jabad Lubavitch, y casi todos con estrechos vínculos y familiares y amigos que viven actualmente en Israel.
Todas las personas del lado israelí de la manifestación del lunes con las que habló The Independent citaron el material promocional en las redes sociales de la protesta propalestina -y lo que consideraban una celebración de la violencia contra su comunidad en el extranjero- como su principal motivo para participar.
La manifestación propalestina ” supone una celebración del asesinato, la violación y el secuestro”, afirmó Avi Meer, de New Haven. “Eso es horrible”
El hecho de que alguien pueda defender las acciones de Hamás en un momento como éste es ” desconcertante”.
Ambas partes manifestaron a gritos que no pretendían perjudicar a la otra, que habían venido a hacer oír su voz y no a provocar altercados físicos con sus oponentes de enfrente.
Por si acaso, la policía local, dirigida por el teniente Brendan Borer, jefe policial de Downtown / Wooster Square, colocó vallas de madera a ambos lados de la escalinata del Ayuntamiento, para mantener la distancia entre los dos grupos. Las vallas funcionaron; no hubo puñetazos.
Pero también, por lo que pudo saber Independent, apenas hubo intercambio de palabras entre los miembros de ambos bandos sobre el sufrimiento humano que tanto afectaba a tantas personas que se presentaron el lunes.
Joshua Pernick, rabino residente y director de vida judía y relaciones comunitarias de la Federación Judía del Gran New Haven, comentó a The Independent el caso de su hermano, que tras una semana de vacaciones en Estados Unidos regresó a su casa de Holon (Israel) este fin de semana, pocas horas después de que Hamás iniciara su ataque.
Desde entonces, él, su mujer y su hijo de seis meses han estado yendo y viniendo de un refugio a otro, explica Pernick.
Son “israelíes liberales de Tel Aviv”, dijo. “El problema del terrorismo es que no discrimina. No diferencian entre combatientes e inocentes. Sólo masacran a cualquiera que les pase por delante”.
Faisal Saleh, fundador y director del Museo Palestino de Woodbridge, se presentó el lunes al otro lado de la escalinata del Ayuntamiento para apoyar a quienes se manifestaban en favor de Palestina.
Saleh nació y creció en Cisjordania. Se trasladó a Estados Unidos cuando tenía 17 años, en 1969.
Dice que se ha estado comunicando con artistas palestinos de Gaza a los que conoce por su trabajo en el museo constantemente, para asegurarse de que siguen vivos en medio de los ataques del ejército israelí. “Todo el mundo está esperando a ver qué pasa”, dijo.
Saleh afirma que las fotografías y vídeos que ha visto en los últimos días -de niños palestinos asesinados, de la “carnicería” que se vive en Gaza- le atormentan. Dice que ha “visto muchos cadáveres” en esas imágenes.
Avi Meer, cuyos padres, hermanas y hermanos viven en Israel, están relativamente a salvo por ahora. Pero ¿cómo pueden sentirse seguros dentro y fuera de los refugios antiaéreos, aterrorizados por los ataques de Hamás?
“Lo único que queremos es vivir, y vivir en paz”, declaró Lynn Rabinovici Park, residente de Madison que acudió a la concentración del lunes con su hermana, Karen, motivadas en parte por lo preocupadas que están por la familia de su padre en Jerusalén y lo desanimadas que se sentían ante la concentración pro Palestina que se celebraba al otro lado de la escalinata.
“Cada cual conoce a alguien” que resultó muerto o secuestrado o herido o amenazado o que huyó para salvar su vida durante el festival de música del sur de Israel que fue escenario de uno de los atentados más sangrientos del sábado.
“Lo que ocurre [a los palestinos] no debería ocurrirle a nadie”, afirmó Kevin Menescardi, natural de Argentina y miembro de los Socialistas Democráticos de América de Connecticut, presente en la concentración a favor de Palestina.
Dijo que el padre de uno de sus antiguos alumnos de la Universidad Estatal del Sur de Connecticut “huyó de Palestina” el año pasado debido a lo mucho que ha perjudicado a Gaza el bloqueo israelí. “Vivir ahora en Gaza, es como vivir en el infierno”.
“La gente en Israel está movilizada”, dijo Shmully Hecht, quien afirmó que su sobrino, Chaim Hecht, “acaba de coger un avión en el aeropuerto JFK para ir a luchar” a Israel. “Tenemos que acabar con la ocupación de Hamás” y enfrentarnos a “las violaciones de mujeres, los secuestros”.
“Queremos que haya paz”, dijo Ishfaq Ahmad, empleado de Yale y musulmán paquistaní, que acudió a la manifestación para apoyar al bando propalestino.
Dijo que no aprobaba ninguno de los actos de violencia atribuidos a Hamás, el secuestro de abuelas, el asesinato de civiles inocentes, ni apoyaba el “uso de bombas” de ninguno de los dos bandos. Pero comprende por qué el pueblo palestino se siente tan oprimido por el Estado de Israel.
“Mis amigos están a salvo. Pero todos los que conozco conocen a alguien asesinado, secuestrado, violado”, dijo Dan Walker, del lado pro-israelí. “Es como una pesadilla”.