El tema de los derechos humanos, es por demás controversial, la evolución moderna de estos derechos, atenta contra la dignidad de la persona, argumentando que la Declaración Universal de 1948 ha sido desnaturalizada por intereses políticos y por un relativismo moral, convirtiéndose en una herramienta para el totalitarismo disfrazado de democracia, existe una gran oposición de la Iglesia Católica a estas redefiniciones y cómo se le considera un enemigo por no aceptar el nuevo “catecismo utópico” de los derechos humanos.
La redefinición moderna de los derechos humanos desnaturaliza sus fundamentos originarios e inherentes al transformarlos de propiedades innatas de la persona en concesiones del poder político, socavando su base ética objetiva.
Este proceso de desnaturalización se manifiesta de varias maneras, afectando tanto la esencia de los derechos como el principio ético que los sustentaba:
Originalmente, los derechos humanos, tal como se enunciaron en la Declaración Universal de 1948, se consideraron indivisibles, inviolables e inherentes, lo que significa que pertenecían a todos los seres humanos por el simple hecho de pertenecer a la especie humana. Se intentó reconocer una dignidad humana que constituía una ley superior a las leyes positivas.
La redefinición moderna desnaturaliza este fundamento de las siguientes maneras:
• Rechazo de la Racionalidad Ética: Ya no se reconoce la existencia de una racionalidad ética capaz de determinar lo que es justo o injusto en atención a la dignidad humana.
• Dominio del Poder y la Mayoría: Lo que se considera justo o injusto es determinado por el voto de la mayoría en cada coyuntura, o por el antojo del político de turno. En ausencia de un modelo que sustente el derecho, el poder mismo se convierte en el único derecho.
• Conversión en Concesiones: Los derechos han dejado de ser una propiedad innata para convertirse en concesiones graciosas del gobernante de turno, convirtiendo a las personas en una especie de “esclavos” que renuncian a sus prerrogativas humanas para satisfacer sus caprichos
• Libertad Negativa y Relativismo: Se promueve la idea de la libertad negativa (libertad sin regla), donde la capacidad de juzgar los actos justos o injustos depende únicamente de si perjudican o no a otros. Esta anomia moral deriva directamente en el relativismo moral, guiado por la autonomía personal y el interés propio.
La desnaturalización ocurre a través de un proceso donde los derechos inherentes a la naturaleza humana “se cambian, se reformatean, se redefinen”. Bajo el nombre rimbombante de derechos humanos, se amparan intereses particulares e incluso, a veces, de índole criminal.
Esta satisfacción de “apetencias, anhelos, pulsiones e incluso caprichos”, disfrazada de emotividad, se erige en coartada para la formulación de nuevos y falsos derechos.
Algunos ejemplos concretos de esta subversión incluyen:
• Derecho a la Vida: La piedra angular de la declaración es conculcada (violada) por códigos legales que admiten el aborto. Un derecho a la vida es sustituido por un sedicente “derecho al aborto”.
• Derecho al Matrimonio: Definido en la Declaración como la unión para todo hombre y mujer, este derecho se desvirtúa mediante la legalización de uniones entre personas del mismo sexo.
• Protección de la Familia y la Maternidad: El derecho del niño a conocer y ser criado por sus padres naturales o adoptivos se conculca con el nacimiento de niños de donantes anónimos o la adopción por parejas del mismo sexo. La maternidad, que debe recibir protección social especial, se convierte en fuente de discriminación en los mercados laborales.
• Libertad Religiosa: El derecho a practicar la religión de forma pública se ve coartado, ya que el laicismo rampante lo obsesiona en relegar su práctica a esferas privadas.