La estanflación es un escenario económico de gran complejidad; y lo es porque la aplicación de medidas en política monetaria y fiscal tradicional pierden su efectividad. Oficialmente no se ha reconocido que la economía de Estados Unidos se encuentre en ese catastrófico panorama; otros analistas afirman que ya estamos en una estanflación prematura; y aunque ninguna de las dos anteriores se ajusten perfectamente, lo cierto es que; el bajo o nulo crecimiento, alta inflación y alto desempleo que son las variables que definen dicho escenario, cada día se alienan más a estas alturas del año 2025.
No existe una solución “perfecta” para dicho fenómeno. En esta ocasión abordamos algunas medidas en materia económica que se aplican como receta para contrarrestar y revertirlo; pero se haga lo que haga, es casi seguro que causará estragos en la economía; es por eso que con toda razón se le acuña a la estanflación como “el escenario catastrófico para los banqueros centrales”.
Uno de los peores episodios estanflacionarios por el que atravesó la economía del país del “Tío Sam” fue en la década de 1970. Tras el aumento repentino de los precios del petróleo causado por el embargo petrolero árabe impuesto a Estados Unidos y otros países que apoyaron a Israel en la guerra de Yom Kipur de 1973, lo que elevó drásticamente el costo de vida. Sin embargo, cuando la Reserva Federal (FED) intentó frenar la inflación subiendo los tipos de interés, la economía entró en recesión. Luego, para sacar la economía de la recesión, la Reserva Federal bajó las tasas de interés. Esto resultó en una mayor inflación. Finalmente, fue necesaria una recesión dolorosa sin recortes de tasas de interés para que la economía volviera a la normalidad.
Cuando la estanflación entra en escena en cualquier economía del mundo; el Banco Central de dicho país, como máxima autoridad en política monetaria enfrenta un dilema complejo; ya que las medidas tradicionales suelen aliviar un problema, pero agravan el otro. Ya sea la FED en Estados Unidos, el Banco Central Europeo (BCE), el “Nichigin (Banco Central de Japón), o cualquier otro banco; debido a que tiene el peor de ambos mundos (economía estancada + alta inflación); se encuentra entre la “espada y la pared” respecto a la decisión sobre qué política a de utilizar.
Si la entidad decide hacer uso de una política restrictiva (deflacionaria), que implica subir las tasas de interés para controlar la inflación reduciendo la liquidez y el consumo; ésta medida termina por sacrificar el crecimiento económico, porque profundiza la recesión y aumenta el desempleo. Si opta por una política expansiva o más estimulante bajando las tasas de interés; procurando incentivar la inversión y el empleo mediante mayor crédito y liquidez, se corre el riesgo de que la inflación suba y se dispare aún más.
En el campo de la política fiscal; que recae sobre el Departamento del Tesoro en Estados Unidos; que bien en otros países se conocen como “Secretarías de Hacienda” o “Ministerios de Economía” o con algún otro nombre parecido; emplean un aumento del gasto público; a fin de estimular la oferta y la productividad, para generar mayor empleo, como el apoyar a poblaciones vulnerables. No obstante, debe ser orientado selectivamente y focalizado a sectores estratégicos productivos que realmente incrementan la oferta; como infraestructura, energía, transporte, innovación, etc. Pero no son de implementación rápida, de no ser financiado adecuadamente el déficit fiscal va aumentar; si no existe un control adecuado del gasto corriente sólo se va a elevar la demanda y presionar los precios (inflación).
Entre otras medidas a tomar; están los incentivos a la inversión y la productividad, por ejemplo con reducción en los impuestos específicos o subsidios temporales; implementar una reforma tributaria, ampliando la base tributaria y combatiendo la evasión y elusión fiscal; sostenibilidad de la deuda y una estricta disciplina fiscal, a fin de no perder la confianza en los mercados; entre otras medidas más. Lo cual desde luego ya es muy complejo en su implementación.
En la estanflación no existe una solución “ideal”. Al priorizar el control de la inflación, el crecimiento y el empleo sufren; al privilegiar el estímulo económico, la inflación empeora. Por ello, los bancos centrales suelen combinar una política monetaria cautelosa con medidas de política fiscal y reformas estructurales que ataquen la raíz de la baja productividad y los choques de oferta.
¿Qué debe hacer Estados Unidos para revertir el escenario estanflacionario al que nos estamos encaminado o en el peor de los casos ya nos encontramos dentro de él prematuramente cómo afirma n algunos analistas? Por ahora, una de las formas más fáciles de aliviar esto, sería reduciendo las barreras comerciales (recorte de aranceles), entendiendo la interdependencia que USA tiene del mundo y el mundo de éste; evitar generar mayor incertidumbre institucional y obviar las confrontaciones con países que son socios comerciales. Esto no sólo aumentaría la cadena de suministro, sino que mejoraría sin duda la actividad económica.