El sábado 21 de octubre del 2023, una de las más talentosas poetas y novelistas feministas de Gaza, Heba Abu Nada, escribió: “Si morimos, sepan que estamos satisfechos y firmes, y digan al mundo, en nuestro nombre, que somos personas justas/del lado de la verdad”. Su último poema, escrito el sábado antes de ser asesinada en medio del genocidio de Israel contra Palestina, dice:
La noche en la ciudad es oscura
excepto por el brillo de los misiles
silenciosa,
excepto por el sonido del bombardeo
aterradora,
excepto por la promesa tranquilizadora de la oración
negra,
excepto por la luz de los mártires
Buenas noches
En la prensa escrita o digital, así como en las plataformas de redes sociales, la mayoría basadas en Estados Unidos y sus aliados, han ocultado que la situación actual en el Medio Oriente es producto de la violaciones por parte de Israel a todas las resoluciones de las Naciones Unidas y que amenazan la existencia de los palestinos. Con su política de exterminio y del cierre de cualquier salida negociada a los diferendos en torno a estas tierras, Israel se ha impuesto o ignorado estas alternativas.
Las guerras son producto de una mentalidad cavernaria, donde la fuerza impone su criterio y donde los sedientos de poder, sin importarle la humanidad, destruyen en su arrasante paso, dignidades, bondades y compasión. Todos somos víctimas de la crueldad de la guerra, de eso no hay duda. Pero esto no se trata de otro sangriento conflicto donde la “ ferocidad y crueldad” convenientemente editan las reglas a la “desesperación y paciencia” palestina.
Ahora se trata de actos de una violencia y terrorismo inimaginables, actos que nos indican que los judios tienen una memoria histórica superficial. La depredación a la nación palestina ha dado paso a intervenciones criminales donde el oficialismo gubernamental ha tomado en sus manos el imponer el terror.
Ya poco importa el guardar imágenes. De eso se encargan los medios noticiosos, que en contubernio con los depredadores oficiales, le endilgan medias verdades y mentiras completas a los pueblos que se preocupan más por el último capítulo de las telenovelas que por el sufrimiento del prójimo. Esos millones que observan desde afuera estos desmanes siguen entumecidos y silenciosos, hasta el día que les llegue el dolor a la sala del hogar. La hemorragia de asesinatos autorizados no tiene límites geográficos, ni distingue edades, ni etnias, ni religiones. Este horrible mal se ha “globalizado”, siempre en respaldo a ese puñado de “bestias” que quieren imponer sin cuestionamientos sus pretensiones, no importa donde se encuentren, no importa como se llamen, el idioma es el mismo: la fuerza de la sin razón o el imperio de la fuerza bruta. Son estos los mismos que se vanaglorian, sin pudor, de su gran religiosidad.
Los de abajo, los desterrados, los humildes, los marginados son los que pagan las consecuencias ya sea en Palestina, Puerto Rico o los EEUUAA. El guardar silencio nos convierte en cómplices de la violencia y del abuso que nos rodea. Tenemos que indignarnos y señalar con toda la fuerza nuestro rechazo a los depredadores que nos acechan.
Las voces que se escuchan, las palabras que se leen, las escenas que se ven son espejismos de las realidades que vivimos y nos imponen la mediocridad que nos traga. Nos amedrentan, nos aterrorizan, nos engañan para que no salgamos de la alegórica caverna, intentando ocultar las verdaderas intenciones de los servidores al oscurantismo, alejándonos del más tenue destello de la verdad. Esa humanidad dócil, callada, ignorante, manejable, es la que desean los trogloditas que imperan en nuestro mundo.
No necesitamos ese modelo ni sostener una utópica batalla contra las cosas que nos indignan. El continuo bombardeo de provocantes conferencias de prensa, de comentarios o artículos viciados de engaños, nos obligan a responder en defensa de la comprensión y el intelecto. Razones hay de sobra para hacerlo. Nada más pensar en lo repugnante que resultaría vivir prisionero en la mentalidad de esos que defienden los atropellos a la humanidad.
Tratar de hacernos creer con burdas mentiras que todas esas violaciones son actos en defensa a la democracia y la justicia, es la burla más descarada precisamente a la misma democracia, a la dignidad y al respeto al ser humano. Esto es una afrenta a la inteligencia de todos.
Esas gangas de mercenarios internacionales que chillan escandalizados cuando los palestinos defienden su territorio, son los santurrones que gritan a todo pulmón que la intervención rusa amenaza la seguridad nacional mientras los ejércitos estadounidenses han invadido a la mitad del mundo.
Enmudecemos cuando cubiertos por una falsa bandera democrática o religiosa permitimos que achiquemos a la nación palestina asesinando las esperanzas de una vida digna. Como si fuéramos los todopoderosos dueños del mundo o como si alguna secreta deidad nos diera el derecho de actuar como los dueños de este.
Escuchamos aturdidos cuando asesinan a cualquier persona en cualquier parte del mundo, pero no decimos que las armas son fabricadas por las billonarias industrias estadounidenses, británicas y francesas. No nos indigna que los mercaderes del mundo en contubernio con los gobiernos impongan las más severas exigencias económicas a la cansada y explotada población mundial mientras ellos disfrutan de privilegios que el sudor de los menos afortunados les ha provisto.
Nos hemos deshumanizado, acobardados por un vil materialismo. Vivimos la contradicción de buscar en el fanatismo de las religiones la solución de nuestros problemas pero en desprecio y menoscabo de los más elementales valores humanos.
Estoy harto de la retórica inservible, de diálogos inútiles y del menosprecio que expresan los llamados líderes mundiales por los no privilegiados, como si vivieran en otro mundo que no es el nuestro.
LA VERDAD, PRIMERA VÍCTIMA.