Mariela recién iniciaba su práctica como terapista de familia y a los 25 años, el inicio de su carrera puso a prueba su capacidad de escuchar ciertos casos y situaciones de parejas que jamás había imaginado, aunque estaban descritas en sus textos de estudio y en el Manual de Diagnóstico Siquiátrico.
“Conocí el caso de una mujer en sus 34 años casada con un sujeto líder de una congregación religiosa. Durante nuestras sesiones me confesaba que su esposo revisaba las partes intimas de su cuerpo para asegurarse que no hubiese tenido una relación sexual extramatrimonial. Compartió en las sesiones que esos actos inquisitorios eran humillantes y degradantes y así se lo había expresado a la pareja, pero éste le relataba que en la Biblia estaba muy claro que el hombre era el jefe absoluto del hogar y la mujer debía someterse a sus mandatos y deseos.
El hombre durante el proceso de terapia negaba absolutamente lo que la esposa decía y finalmente abandonó las sesiones afirmando que él sabia más que los terapistas porque se guiaba por la Biblia. Citaba de memoria una epístola de San Pablo que se refiere a la moral familiar: “mujeres, sed sumisas a vuestros maridos.” Sin embargo, el esposo de la paciente no recordaba que el mismo San Pablo les decía a los esposos “Maridos, amad a vuestras esposas y no seáis ásperos con ellas.”
La violencia domestica es definida como un modelo de conducta abusiva en cualquiera relación que utiliza una persona en la pareja para ganar y mantener el poder y control en la relación íntima por sobre la otra.
Esta relación abusiva puede ser tanto de parte del hombre por sobre la mujer, de una mujer por sobre el hombre, de un hombre sobre otro hombre o de una mujer sobre otra mujer.
En cualquier sociedad lo que sucede en una pareja es algo íntimo y por lo general desconocido incluso para familiares. En el caso de las parejas hispanas, los padres, hermanos o familiares de la persona afectada o afectado siguen el patrón de no “inmiscuirse” en lo que sucede en las relaciones sentimentales o matrimoniales de sus hijos o hijas, hasta el momento en que un detonante emocional a veces acompañado con armas produce tragedias que hemos leído en recientes incidentes fatales y en las páginas policiales.
En el caso de la trágica desaparición de Jennifer Dulos un día de mayo de 2019, los investigadores notaron una relación que se fue resquebrajando debido a la tendencia de su esposo Fotis Dulos de tener otras relaciones sexuales, gastar dinero sin control y embarcarse en deudas millonarias.
Jennifer había abandonado el hogar cuando su esposo le propuso como solución al “problema” que vivieran con una de sus amantes como una familia. Cuando la esposa y sus cinco hijitos abandonan el hogar y pasan a vivir independientemente, se inició un proceso de divorcio y custodia de los hijos que enardeció a Fotis Dulos quien dijo ante varias personas que “deseaba hacerla desaparecer.”
De acuerdo a los investigadores, éste habría decidido ultimar a su esposa y de hecho hizo desaparecer el cadáver con la asistencia de su novia Michelle Troconis de nacionalidad venezolana, y del abogado y amigo del Dulos, Kent Mawhinney.
Acosado por la justicia dada las evidencias de asesinato en el garaje del hogar de Jennifer, Dulos se suicida y hasta el momento el caso aun se mantiene en estado de espera en los tribunales lo cual ha provocado las críticas de la opinión pública que no ven una final y cierre de esta odisea en la que los cinco hijos de la pareja han quedado huérfanos y a cargo de su abuelita, madre de la desaparecida víctima.
En otro dramático caso de extremo abuso, el Dr. Michael Mollow de 59 años mata a balazos a Caroline Anne Ashworth de 21 años con quien había tenido relaciones íntimas las que ella deseaba terminar. Después del asesinato, el hechor también se suicida.
Para llegar a estos actos extremos de violencia donde sujetos usan armas para poner fin a relaciones, existe de acuerdo al Departamento de Justicia de los Estados Unidos, Unidad de Violencia Doméstica señales que se pueden manifestar a través del abuso físico, sexual, emocional, económico, psicológico y tecnológico.
En el abuso físico que puede estar agravado por la presencia de armas de fuego, la victima es golpeada, abofeteada, empujada, agarrada, pellizcadas, sometida a codazos, mordidas, mechoneada y en muchos casos privada de sus medicamentos u obligada a beber alcohol o drogas.
En el abuso sexual, se coacciona y apremia por medio de la fuerza para tener una relación sexual sin que la víctima haya dado su consentimiento. Se señalan como formas de este abuso la violación de la pareja en el matrimonio, ataques a ciertas áreas sexuales del cuerpo de la compañera o compañero, o forzar el acto sexual a través de violencia física.
En el caso de abuso emocional, los expertos señalan actitudes o comentarios que degradan o quitan el valor a la pareja. Esto significa criticas constantes a aspectos físicos, disminuir el valor de sus habilidades o cualidades, darle sobrenombres abusivos, o dañar la relación de la pareja con sus hijos.
El abuso económico es otra forma de controlar y abusar de la esposa o esposo restringiendo la habilidad de la persona para adquirir, usar o mantener recursos económicos. Se niega a la pareja acceso a cuentas financieras, tarjetas de crédito, o balances presupuestarios.
El abuso psicológico incluye el causar temor a la víctima de abuso a través de la intimidación, amenazas constantes a la persona con posible abuso físico o daño a si mismo (me voy a suicidar), maltrato de cachorros, y forzar al aislamiento forzoso de la victima de su familia, amigos, colegas de la escuela o del trabajo.
Finalmente, está el abuso tecnológico amenazando, acosando, extorsionando o monitoreando a otra persona usando cualquier forma de tecnología sea el internet, espacios o plataformas online, aplicaciones, y otras tecnologías emergentes creando de este modo un ambiente tóxico y propicio para controlar.
Algo muy importante para tener en cuenta es que el abuso doméstico no solamente afecta a una pareja, sino que se irradia a la familia que ven o escuchan discusiones o golpizas, llantos de la madre y altercados que crean traumas a los niños.
“Lo más grave es que niños o jóvenes acostumbrados a este tipo de violencia en el hogar creen que esto es algo normal y lo aplicarán en sus propias experiencias con futuros novios o parejas,” afirman los expertos.
Durante el periodo de la pandemia donde las familias fueron obligadas a compartir espacios limitados, las discusiones y disputas se hicieron frecuentes y las estadísticas registran que más de 43 millones de mujeres y 38 millones de hombres fueron víctimas de violencia doméstica psicológica.
En 2021 la Coalición de Connecticut Contra la Violencia Domestica sirvió a 38,989 victimas y recibió 41,654 llamadas solicitando ayuda.
Aunque desde hace décadas hay refugios para las víctimas y 2,950 víctimas de abuso recibieron alojamiento, estos recursos estuvieron colmados más allá de su capacidad en 2021.
Si usted o conocidos o conocidas están en situaciones de abuso puede llamar al 888-774-2900 o usar la línea telefónica nacional para denunciar el abuso en el 800-799-SAFE.
Nunca es tarde para prevenir y comparta esta información o busque orientación y terapia en agencias de la comunidad llamando al 860-527-1124.
Cuando se acerca el mes de octubre, las autoridades llevan a cabo una campaña de toma de conciencia y educación acerca de esta lacra social que permita a posibles víctimas identificar las formas de abuso