…y al hospital por este desmadre?
CONSULTA
Queridísima y abnegada Tía Julia. Usted es un angelito que consuela a los desanimados y desamparados como yo.
Después de meditarlo cinco noches y cuatro días, me atrevo a molestarla con este textonazo para consultarle acerca de un problema que me ha afectado el amor propio y el autoestima ya bastante desmoronada por esto del racismo impulsado por el presidente jincho y de pelo colorado.
Cumpliré para el 21 de septiembre, Día de la Parada Puertorriqueña en Hartford, 39 otoños y llegué a este mundo al hermoso pueblo de Patillas donde todavía celebran las novenas de San Pedro de la Redoma y hacen procesiones dedicadas a Santa Mirta del Portal.
Como muchos jóvenes de mi generación y de la diáspora independentista puertorriqueña, decidí salir de la Isla, “loco de contento con mi cargamento hacia la ciudad, ¡Ay!, hacia la ciudad,” y me vine para acá afuera para conocer, estudiar, trabajar, comprarme un departamento y ¿por qué no? intimar con una gringuita generosa y tener nenes y nenitas blanquitos, jubios y de ojos azules para que no los discriminen.
Con un préstamo de estudios, me gradué con honores como maquillador de cadáveres y trabajo en la Funeraria Esteban “donde tres se van y cinco llegan.” También, y se le interesa, soy experto en peinados a la moda para hombres y mujeres, sea con el pelo bueno o el pelo malo.
De un modo repentino, en mayo pasado los médicos me encontraron una complicación en mi sistema digestivo rectal. Se trataba de unos tejidos hemorroidales (como los que sufre Trump) además de unos cosos llamados pólipos que les preocuparon. Para ponerse el parche antes de la herida, me mandaron pa’seguida a hacerme una biopsia de emergencia, unos MRI y unas cosas que creo se llama Catscán.
Así llegué al Hospital de New Britain y me asignaron un cuarto donde tuve que vestirme con un traje ridículo que llaman el “Johnny,” abierto por detrás y dejando expuesta la región donde la espalda cambia de nombre. ¿Usted me entiende? Repentinamente se abrió la puerta y entraron de un modo súbito dos enfermeras gringas jóvenes las cuales me dijeron en un pésimo español, “Nos venir a review tu corpo.”
Antes de que pudiera defenderme, me metieron las manos en la anaconda tuerta y por allí siguieron. Antes de que yo pudiera reaccionar, me dieron vuelta exponiéndome la puerta posterior de entrada a las entrañas y me examinaron con una lámpara introduciéndome algo.
Las tipas se fueron pa’rapido después de hacerme firmar un papel amarillo donde yo acreditaba que no me habían hecho daño. Les pedí una copia.
Al día siguiente llegó la invasión con otras dos gringas flacas y una estudiante que de nuevo me dejaron más tocado que pandereta de aleluya y me llevaron al Emarai.
El problemita tía es que desde joven sufro de complejos porque, aunque soy muy peludo, mi presa no es del tamaño de los tipos de las películas porno, sino que más bien chiquita. Verdad es que el tamaño yo lo compenso con técnicas efectivas tales como “el Triqui Traque Retaguardia,” “Mambo 69,” el “Hula, Hula con impulso en riversa,” y “la Lengua de Cordero.”
Tía, me he sentido ultrajado y herido en mi amor propio ¿piensa usted que tengo material para una demanda con una abogada del patio por acoso y abuso sexual con premeditación, alevosía e intenciones voluptuosas? Gracias de antemano.
Carlitos
Respuesta
Carlitos, lamento tu experiencia traumática con el Johnny.
En lo del hospital, te sacaste el premiado y tu carta me impresionó mucho demasiado porque sufriste un ataque inesperado aprovechando que tenías el fatídico Johnny que expone ante otros y otras la parte más vulnerables del soma de nosotros los seres humanos. Parece que eras un primerizo.
Sin embargo, las circunstancias de la invasión son una rutina necesaria y una amiga que trabaja en los quirófanos me dijo que ya habían recibido reclamos por estos exámenes imprevistos y a veces tortuosos e inexplicables para pacientes nuevos.
Carlitos, ésta es una práctica hospitalaria para asegurarse de que el enfermo no tenga otra condición médica aún no detectada y de la cual el hospital no se desea hacerse responsable.
Cuando te admiten en el hospital especialmente en la unidad de emergencia, te hacen firmar un papel donde autorizas toqueteos, manipulaciones abdominales, clavadas para sacarte sangre, y en el caso que estés más malito, un aparato que permite que desagües a través de una manguerita adherida a la cabeza inferior lo cual es para los hombres incómodo y vergonzante. ¿Viste?
Dudo que las gringuitas que te manipularon allí lo hubiesen hecho con intenciones perversas o perniciosas. Por lo demás estaban con la mascarita así es que es mejor que te resignes a los toqueteos porque es por tu bien y jamás podrás reconocerlas frente a una jueza que con una demanda de este tipo y seguramente se moriría de la risa.
Pero lee esto. Ha habido en Bridgeport casos de gente que se dañan a sí mismas y después demandan para cobrar. A mi no me consta porque esto es un tema de abogados del patio que cogen todo tipo de casos, incluso aquellos.
Carlitos, por tu edad deberás acostumbrarte a ciertos exámenes que se hacen por tu bien. Eso duele y ofende, pero recuerda y esto para el futuro cercano, cuando te examinen la próstata perderás nuevamente la virginidad lo que le sucedió al expresidente Trump que entonces no demandó a nadie. ¡Para que hablarte de los exámenes que sufrimos las féminas!
Suerte con tus exámenes médicos, tratamientos y paciencia porque más se pierde en la guerra de la pobre Ucrania y en Gaza. Aprovecha de vacunarte para la nueva variante XRB15. Carlitos ya no tienes 22 y te irás tornando más vulnerable como lo que le sucede al el expresidente Biden. Asegúrate de tener seguro médico y del otro.
Estoy segura de que los exámenes serán negativos, pero tendrás que hacértelos cada tres años o menos.
Tía Julia