Me apodan “potoca” e imagínese por qué estoy acomplejada y sufro
Pregunta
Querida Tia,
Mi nombre es Vitorina, pero de un tiempo a esta parte soy más conocida como Potoca y voy directamente al grano como decía mi médico que me trató unos sarpullidos en la faz semejantes a los que obligan al presidente a maquillarse con un color dorado.
Tengo 24 años bien vividos y después de graduarme de contadora en Central me gano el pan de cada día en un banco de Torrington. Sucede querida Tía que “desde la edad de merecer” como decía mi abuela en Añasco, yo me destacaba por mi atractivo facial y frontal, pero ella me decía con preocupación que de perfil parecía una tabla de planchar porque tal como mi mamá, crecí plana, ¿Usted me entiende?
En esos inolvidables años juveniles pensaba en por qué mis amigas encontraban novios entusiastas, hasta que un enamorado que rompió nuestra relación en el matre me dijo de un modo sincero y brutal que llegado el momento de alcanzar el clímax conmigo, no tenía de donde agarrarse. ¡Oh, Dios!
Por este incidente y por un tiempo, usé jeans con nalgas postizas pero llegada la hora de la verdad y en la semi penumbra descubrían mi defecto. Finalmente, con unos chavitos ahorrados con esfuerzo sumo, viajé a Acapulco y me sometí a un implante en los dos cachetes que hacían en una oferta especial de dos por uno.
Al parecer al cirujano se le pasó la mano ya que en mi caso no soy tan alta, y ahora llamo demasiado la atención de los tipos cuando voy a los clubes con mis amigas y bailo “reguetón restregado” o “perreo ultra.” Tía, ahora me llueven las invitaciones para salir a la pista, especialmente en un baile que según dicen hizo famoso el Conejo Malo en que los cortejos le dan a una tres palmaditas e incluso arañazos en esa área posterior.
En mi trabajo llamo también la atención y por este motivo no me impusieron ser cajera, sino que doy la bienvenida al público entre los cuales como usted adivinará por su edad y experiencia, llegan mucho viejitos que, aunque cortos de vista para ver los documentos bancarios, el ojo no les falla para fijarse de un modo intenso en mi espalda. ¿Usted me entiende?
Como el mundo está contaminado de envidia, mis compañeras de trabajo me pusieron el sobrenombre de “potoca” lo cual considero un insulto.
Pero fíjese usted. Como no hay mal que por bien no venga con unos chavos que me dejó mi abuelo Don Rosamel quien vendió unas fincas en Mayagüez, Puerto Rico, pude adquirir un condominio al que bauticé como condemonio porque tiene muchos detalles tales como que para que me lo vendieran más barato lo compré sin sótano y es más helado que aliento de momia.
Un pretendiente que es constructor me recomendó varias modificaciones y estoy considerando tanto a él como al trabajito que sumaría unos 12,000 billetes en materiales; poner alfombras gruesas y mejorar la calefacción en invierno. En verano es muy adecuado, pero cualesquier detalle hay que hablarlo con una señoras de la Asociación que agregado al pago de la hipoteca cobran por otros “detalles.” Por otra parte, a Germán le encanta el ataque por sorpresa por la espalda y también me dice con cariño “potoquita mía.”
Todo lo expresado en el párrafo anterior es solucionable porque mi enamorado se quiere comprometer para Navidades y casarnos en la Isla del Encanto. ¿Como la ve?
Por favor oriénteme por lo del sobrenombre y lo de los riesgos de los implantes. Si gusta la invito a la boda y le informo acerca del condemonio.
Vitorina
Respuesta
¡Ay, Vitorina!
Me hubieses enviado tu texto antes de la operación en Acapulco donde utilizando la gelatina silicona te aumentan el volumen de las asentaderas, vulgarmente llamadas cachetes. Te digo esto porque esta fue un operación que significó abrirte con el bisturí un espacio en cada nalga, insertarte la gelatina de un modo exacto en cada una de ellas y respetar un periodo de saneamiento.
Es verdad que tus asentaderas aumentaron probablemente entre 2 y 3 centímetros o entre 0.83 y 1.18 pulgadas, pero lo importante es que la operación la haya llevado a cabo un cirujano plástico certificado por un directorio que evalúa sus credenciales.
El otro detalle es que el tiempo de sanación toma entre cuatro y seis semanas y la inserción dura entre 10 y 15 años dependiendo de la paciente. Cada ser humano es distinto y espero que regresando de Acapulco no hayas viajado sentada porque pudiste afectar la posición de los implantes de silicona. ¡Híjole! Pudiste arriesgarte a una infección, una daño en los tejidos naturales de tu cuerpo o complicaciones cuando la gelatina de silicona se acomoda en esa área del soma.
Estas cirugías las inauguraron la hermanas Kardashian cuyo cirujano utilizó una forma más segura y más cara consistente en injertar grasa de tu propio cuerpo en las asentaderas lo cual evita la posibilidad de rechazo a la gelatina silicona.
Como en tu texto pasas al asunto del condominio y tu interés en arreglarlo con la ayuda de tu enamorado con quien deseas matrimoniarte, no sé si tu inserción fue totalmente exitosa. Estás en el periodo de la luna de miel del implante, pero te aconsejaría que consultaras con un cirujano plástico aprobado en USA o averigües las credenciales del cirujano de Acapulco, hummm.
Escribo acerca de esta inserción utilizado por cientos de damas, e inclusivo varones, para que toméis precauciones previas. Con el cuerpo humano no se juega decía el Doctor Frankenstein porque somos más vulnerables que una paloma y ya ves como el físico, el pelo y la careta del presidente parecen estar deteriorándose con tanto manoseo plástico.
En cuanto a lo de la boda, te lo agradezco mucho, pero déjame saber el día y la hora del evento. Recuerda también que toqueteos y arañazos excesivos en esa área pueden remover la gelatina así es que tu novio debe moderarse con los apasionados ataques por sorpresa por la retaguardia y pierdes la identidad.
Infórmame acerca de lo que te traiga el futuro que no siempre es perfecto, porque también está la forma imperfecta y esos tipos que se van de lengua hablando del prójimo en público.
Julia