“Que el nuevo año te brinde la paz y la felicidad que mereces”
El 2025 ha comenzado, y los primeros días del año son una oportunidad perfecta para reflexionar sobre lo que queremos lograr, las metas que nos hemos planteado y los momentos especiales que deseamos compartir con nuestros seres queridos. Como es tradición, la noche del 31 de diciembre estuvo llena de alegría, esperanza y mensajes positivos.
Cada uno de nosotros es una especie de actor y espectador en nuestra propia vida a un mismo tiempo, a veces desempeñando roles tan diversos como ser personajes secundarios o terciarios en la vida de los demás, incluso yendo a los extremos de ser nuestros auténticos protagonistas o formar parte de grandes multitudes que se pierden entre ellas. Esto, sin duda, puede pesar considerablemente a nuestra salud mental.
Entre todos estos tiempos es natural sentir que la vida nos rebasa. Pero es justamente a partir del tiempo que podemos brindarnos el respiro que todos merecemos para volver a integrarnos al mundo. En la era de las agendas abrumadoras y las listas interminables de tareas pendientes, el Año Nuevo se presenta como un alto en el camino, un recordatorio de que el tiempo es un recurso finito y precioso.
Celebrar el cambio de año es, en esencia, reconocer la complejidad del tiempo, una invención puramente humana que se ha convertido en una herramienta invaluable para tejer el tapiz de nuestras vidas. En medio de nuestras ocupaciones diarias, la celebración nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre los logros y desafíos del año pasado, y mirar hacia adelante con esperanza renovada.
Tenemos solamente 24 horas al día, por lo que debemos administrar nuestro tiempo, dinero y energías. Sacrificar algo a cambio de obtener lo que nos propusimos es fundamental para saber valorar nuestros logros. Si quiero triunfar en la vida, debo aprender a definir mis metas y, sobre todo, aprender a aceptar el sacrificio que significa lograrlo. La mejor forma de administrar el tiempo, el dinero y en general, nuestros recursos, es planificar y administrar correctamente los mismos.
Entre todo lo dicho, si pudiera expresar mis anhelos profundos deseo un mundo lleno de paz y amor, donde se respire la tranquilidad, la seguridad, el perdón y el amor por doquier, donde cada mañana nos levantemos con ganas de ver brillar el sol de cada día, o tan solo sentir la briza fría de la lluvia en esos días nublados.
Pero si no se puede de manera global, por la frialdad de la humanidad, al menos quiero vivirlo de forma personal y familiar, contar con un nuevo año 2025 lleno de amor, paz, felicidad y esperanza, compartir con mi familia y amigos, viajar, visitar a aquellos seres queridos que no he visto por años, sentarme tan solo a contemplar las olas del mar, mientras sienta su briza a través de las estaciones.
Todo eso deseo para cada lector, que siempre esta al pendiente de mis artículos, que los sueños de cada uno se hagan realidad, que Dios conceda los deseos de su corazón, le conceda, salud, paz, abundancia, pero, sobre todo, mucho amor.
Nunca permitir que la faena cotidiana nos consuma, tampoco darle lugar a las personas difíciles y envidiosas que nos amarguen la existencia; es mejor regalarle una sonrisa a cada circunstancia de la vida, sabiendo que de todo aprendemos una lección. Sin importar si el cielo esta tan azul iluminado por un radiante sol, o si se nubla con la negrura de la tormenta; hay que agradecer a Dios en cada situación, con la esperanza de una mañana mejor.
Solo anhelo profundamente un amor genuino nacido en cada uno de los corazones de los mortales, que desaparezca toda hipocresía, envidia y amargura; que cada corazón se llene del amor de Dios, amándonos unos a otros y ayudándonos cada día a sobrellevar nuestras cargas, porque mejor son dos que uno.
Para finalizar mi primer artículo del año 2025, quiero agradecerte por tu compañía a través de mis escritos. De corazón te deseo un feliz y bendecido Año Nuevo 2025, que el Señor “te dé conforme al deseo de tu corazón, y cumpla todos tus anhelos” (Salmo 20:4).