“No son las personas felices las que están agradecidas, son las personas agradecidas las que están felices”
En estos días celebramos el tan esperado, “Día de Acción de Gracias”, el cual es una de las principales fiestas familiares de este país. Generalmente, se celebra en casa o en un entorno comunitario y se caracteriza por un banquete suculento.
El menú de Día de Acción de Gracias consiste en pavo relleno, puré de papas y salsa, salsa de arándanos y los deliciosos postres de calabaza, aunque también hay platos sin carne, como el denominado tofupavo, hecho con proteínas de trigo y de soya, por mencionar algunos.
El Día de Acción de Gracias es la ocasión en que se organizan reuniones familiares, o entre amigos, y el momento en que las familias estadounidenses manifiestan su agradecimiento por la libertad que disfrutan, así como por los alimentos, el hogar y tantas otras cosas.
Muchos ciudadanos también se dan tiempo para preparar y servir comida a los necesitados en comedores populares, iglesias y residencias para personas sin hogar. Otros donan alimentos a campañas de recolección o participan en actos para recaudar fondos destinados a organizaciones o causas benéficas. De hecho, en el Día de Acción de Gracias cientos de organizaciones sin fines de lucro de todo el país convocan carreras benéficas, denominadas “Trote del pavo”.
Todos los años, el presidente emite una proclama designando el cuarto jueves de noviembre, como Día Nacional de Acción de Gracias. Es feriado oficial y prácticamente todas las oficinas del gobierno y las escuelas, así como muchos negocios, están cerrados.
Como una variante de los festivales que se celebran en el mundo con motivo de la cosecha, el Día de Acción de Gracias se remonta a un banquete que tuvo lugar en el año 1621 entre los peregrinos ingleses que fundaron la colonia de Plymouth (en lo que actualmente es Massachusetts) y los indígenas de la tribu de los wampanoag.
Los peregrinos habían llegado a Estados Unidos en 1620, cruzando el Océano Atlántico para separarse de la iglesia de Inglaterra, que era la iglesia oficial, y para poder practicar libremente su particular forma de puritanismo. Habiendo llegado tarde a la colonia de Plymouth para cultivar la tierra, y faltos de comida fresca, los peregrinos padecieron un terrible invierno entre 1620 y 1621. La mitad de la colonia pereció por causa de las enfermedades. La primavera siguiente, los indígenas wampanoag enseñaron a los colonos a cosechar maíz y otros cultivos autóctonos, y también enseñaron a los recién llegados a pescar y cazar. Los indígenas wampanoag tenían una sociedad avanzada que se había asentado en la región desde hacía miles de años, según dice el Museo Nacional del Indígena Americano.
En el otoño de 1621, los peregrinos tenían mucho que agradecer dada la abundancia de la cosecha de maíz, cebada, habichuelas y zapallos. Los colonos y sus benefactores wampanoag, que trajeron carne de ciervo para asar, organizaron un banquete para expresar su agradecimiento por las bendiciones recibidas de Dios. Aunque es sabido que los colonos aportaron aves de corral para el festejo, el resto del menú sigue siendo una incógnita. Los peregrinos posiblemente trajeron pavo, patos y otros animales de caza, mariscos, como mejillones, langosta y anguilas, así como verduras, uvas, ciruelas y nueces.
El legado de dar las gracias, en particular con un banquete compartido, ha sobrevivido durante siglos. Aunque varios presidentes de Estados Unidos, a partir de George Washington en 1789, emitieron proclamas en honor del Día de Acción de Gracias, no fue hasta la proclama del presidente Abraham Lincoln en 1863 que el Día de Acción de Gracias se declaró feriado nacional anual.
Cada año el presidente también “perdona” a un pavo de Acción de Gracias, aunque en realidad es a dos pavos, con uno de reserva en caso que el primero provoque desmanes durante la ceremonia. Las dos aves perdonadas, que se libran del horno, pasan el resto de su vida en un zoológico infantil.
Pero, el verdadero significado del Día de Acción de Gracias no tiene nada que ver con las fiestas, la comida, la ropa, el lujo, la apariencia y los excesos… El verdadero significado es la gratitud. La gratitud a Dios por las bendiciones recibidas durante el año.
En lo personal, es una de mis festividades favoritas por la posibilidad de detenerse una vez al año y reflexionar sobre las bendiciones recibidas, y agradecerlas. Considero que, aunque vivas en un país que no se festeje este feriado, deberías tomarte un día para hacerlo.
Creo firmemente que a pesar de cualquier fatalidad que podamos tener o haber tenido en nuestras vidas, todavía tenemos mucho que agradecer, y no solo a Dios, sino a muchos otros que se encuentran a nuestro alrededor.
La decisión es nuestra; podemos decidir limitar nuestra gratitud, basándonos en las bendiciones que pensamos que nos faltan, o ser agradecidos en este mismo momento por la hermosa vida que Dios nos regala.
¡Qué bendecidos somos si reconocemos la mano de Dios en el maravilloso tapiz de la vida! La gratitud a nuestro Padre Celestial ensancha nuestra percepción y aclara nuestra vista; inspira humildad y fomenta la compasión hacia nuestro prójimo y hacia toda la creación de Dios. La gratitud es un elemento que promueve todos los atributos de nuestro Creador. “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros” (1 Tesalonicenses 5:18)