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Admirada Tía,
Me llamo Beatriz, pero en mi casa mi esposo me apoda “Bea” o “Trichi,” cuestión que me molesta, pero como él es medio americano por parte de la madre que se llamaba Jane, le cuesta mucho pronunciar mi nombre que mi pai decía que era famoso por un poema acerca del infierno (¡Huyyy!). Eso no me gusta mucho, pero que vamos a hacerle. Cuando estaba chiquita los muchachos malos en Miraflores me cantaban una polca que decía “un día se murió Beatriz, por meterse mucho el dedo en la nariz, y por eso pusieron en el epitafio, aquí yace Beatriz de Rebolledo, que murió por meterse mucho el dedo.” Esa canción me traumó mucho demasiado.
Ahora voy directo al punto.
Resulta tía que por lo de la Pandemia las iglesias, catedrales y templos estaban más cerradas que una ostra para proteger a los feligreses dominicales y los otros. Con Charles fuimos a la primera misa que se dio en nuestra parroquia y para asistir tuvimos que llamar antes y nos dieron un número. Cuando entramos con el numerito en la mano, había separaciones en los escaños por lo del distanciamiento, pero la iglesia estaba ardiendo tanto por la fe, como por los 92 grados Fahrenheit de afuera. Usted entenderá tía que con esto de las pandemias los fondos de las iglesias están escasos, no había aire acondicionado y había que refrescarse con abanicos.
Como decía César Chávez, el organizador de los trabajadores del campo en California; “la fe mueve montañas,” y había muchos creyentes. Como usted sabrá porque me da la impresión de que es también vaticana, en la comunión, el padre da las hostias y me alegré cuando vi que se lavaba las manos mucho demasiado en un lavatorio y se las secaba con toallas de papel. Nosotros con Charles nos pusimos en una fila con distanciamiento para comulgar y todo estuvo bien hasta que vi que el curita le ponía la sagrada hostia en la boca a algunos, mientras que a otros se la daba en la mano. Tía, allí me friquie y cuando llegó mi turno la recibí en la mano y la guardé con la idea de desinfectarla. Lo mismo se lo indiqué a Charles.
Tía, creo que he cometido una herejía y no me atrevo ir a misas que para nosotros son una tradición. Tengo además unas amigas que son cristianas pentecostales que tampoco se atreven a asistir a las asambleas de Dios porque al pastor le gusta hablar duro, no hay distanciamiento y la gente canta un himno escalofriante que dice “Manda fuego Señor manda fuego,” y lo bailan.
Ahora estoy más preocupada que el presidente Trump con lo de las encuestas que muestran que se está yendo a ajuste, y temo perder mi fe por lo de la hostia que tengo guardada.
¿Esta nuestra sociedad yéndose a ajuste y todos nos convertiremos en ateos o como decía uno de sus lectores agnósticos?
Por ahora Charles y yo vemos las misas por televisión y aunque no es lo mismo, se escucha mejor la voz del cura.
Finalmente quisiera preguntarle en confianza ¿cuándo se acaba la pandemia?
Beatriz
Respuesta.
Beatriz, cuando se te venga a la memoria esa polca de escarnio que ya había escuchado en algunas polladas, recuerda mejor que tu nombre inspiró al poeta florentino Dante Alighieri que por allí por el año 1300 escribió una obra tan inmortal como el “Quijote” creada por otro grande, Miguel de Cervantes y Saavedra.
En la llamada Divina Comedia el poeta inicia un viaje imaginario hacia el centro de la tierra donde visita el infierno, el purgatorio y llega finalmente al cielo. Quien le ayudó a sobrepasar los horrores del infierno donde estaban pagando sus culpas los mentirosos, asesinos, trúhanes, usureros, hipócritas, falsarios, golosos, lascivos, misóginos, tramposos, embaucadores, casquivanas, adúlteros, políticos corruptos y otros y otras; fue Beatriz.
Debido a que Dante describió en el infierno y en el purgatorio a muchos de sus enemigos políticos; lo enviaron al exilio y se dice que jamás pudo volver a su patria querida, Florencia; uno de los pequeños reinos localizados en la Península de los Apeninos más conocida como Italia.
Pasando al tema del cierre de templos de la mayoría de las congregaciones religiosas debido al peligro de la pandemia, esto no es un fenómeno nuevo ya que cuando las plagas, pestes, epidemias, morbos y calamidades atacaban a las naciones en los siglos XIII y XIV, se cerraban las universidades, los albergues de estudiantes, y los templos, aunque muchos se aislaban en monasterios mientras que otros que contaban con medios de transporte y chavos se mudaban a otras regiones. ¿Cuándo duraban estas plagas? No se sabe mucho acerca de esto, pero por lo que describen teólogos acerca de sus propias experiencias, podían ser más de un año y para mayor desgracia, a veces las enfermedades como el cólera y el tifus se comunicaban a través del agua. En esos tristes tiempos no había vacunas ni los hábitos higiénicos de hoy.
Por ahora estamos todos aprendiendo de los errores y usamos máscaras y nos mantenemos protegidos en el seno de las familias lo cual es positivo ya que es cosa de recordar que antes de esta peste, las familias estadounidenses en un alto porcentaje ya no cenaban juntas y el diálogo casi no existía.
Lo de la hostia y el vino sagrado que de acuerdo al ritual católico se transforman en la ceremonia de la consagración en el cuerpo y sangre de Jesús, es una tradición transmitida de acuerdo a los evangelios por él mismo al compartir el pan y el vino con los discípulos como una señal de unidad durante la última cena. La comunión es parte de la ceremonia de la Eucaristía, uno de los sacramentos que al igual que el bautismo, confirmación y confesión entre otros, son la base de las creencias católicas. Se ha investigado que la tradición proviene desde el tiempo en que los primitivos cristianos se reunían clandestinamente en catacumbas para llevar a cabo sus ritos escondidos de los romanos.
Para que no te sientas culpable, no tienes necesariamente que comulgar y te recomiendo que hables con los sacerdotes acerca de estos cánones que provienen del Concilio de Trento. Quizás lo que hiciste es un pecado venial y no mortal debido a las circunstancias.
Es verdad que las iglesias cristianas/pentecostales, en muchos lugares de Estados Unidos cerraron las puertas de los templos y los pastores se comunicaron con su feligresía a través de emisoras radiales, televisión y ahora el famoso zoom además del teléfono. De a poco los ritos se han estado llevando a cabo hasta en los estacionamientos y de este modo se ha dado un sentido de normalidad en medio de esta crisis que se prolonga porque la gente no sigue las precauciones recomendadas por el Dr. Fauci y el Gobernador Lamont.
Lo que te puedo decir es que en esta crisis los creyentes no se están convirtiendo necesariamente en ateos, paganos ni agnósticos, muchos leen la Biblia en sus hogares y los ritos se están restaurando.
Se me cuidan con Charles y recuerda que Beatriz fue como un angelito para Dante y olvídate de la otra que se metía el dedo en la nariz.
Julia