Pregunta
Tía, gracias por estar todavía con nosotros ya que nos habían dicho que estaba cuarenteneada, palabra que ha inventado (dice él) mi esposo que es muy exagerado. Cuando un día le comenté a mi cuñada su hábito de ponerle mucho pique al asopao como decía mi abuelita, me confidenció que con su mai le habían dicho más de “un millón de veces” que no exagerara llevándole flores todos los días a una muchacha que después que se disgustaron echó a correr el sobrenombre que le endilgó: “funerario.”
¿Capta usted el problema con esa malagradecida que terminó casándose con un empleado de carnicería en la sección de los lechones?
Cuando comenzó este asunto del virus en marzo y al que en el seno sagrado de mi familia llamamos “la jodienda,” Clorito que es el nombre de mi esposo al que cuando yacemos yo llamo Clorín; nos obligaba a usar solamente un par de botas a las que teníamos que dejar en un tarro de metal con cloro SuperWhite, de ese que el presidente recomendaba para combatir el virus. Teníamos y tenemos que andar en la casa con la condenada mascarita hasta para ir a los servicios higiénicos y le puso una máscara al pobre perro.
Cloro se pasaba el día limpiando todo con desinfectante y nuestro hogar huelia a quirófano y lo digo así porque yo trabajo en el Saint Francis y me considero una persona esencial.
Después de seis meses de plaga, nuestra hija TIENE que casarse porque con su novio están desesperados y antes de que pasen más cosas, decidimos que se matrimoniaran y ocuparan por ahora un departamentito que hay detrás de nuestra casa donde Cloro tenía su estudio fotográfico.
Tía, ahora me estoy volviendo loca entre las changuerías de mi esposo, y las cosas de las familias que deberíamos invitar.
Digo esto porque parece que la gente está sufriendo de una necesidad de catarsis o purga espiritual y después de seis meses de confinamiento quieren ver rostros, jablar, bailal, babel y disfrutal. Finalmente rentamos un club para hacer la ceremonia nupcial y traer a 20 invitados. Tía, ahora ya van como cuarenta y cuatro porque el novio es un trillizo y sus dos hermanos tienen sus esposas, hijos, tíos, sobrinos y unas comadres. Se ha armado una trifulca y batahola de progenitora (de madre) porque el sábado pasado mi esposo exigió límites arguyendo que no quería papeadores ni papeadoras extras. Nuestro futuro yerno está enfogonado y viene a la casa con trompa que no se le nota tanto por lo de la máscara.
Finalmente decidimos echarlo a la suerte en una ceremonia para la cual Cloro invito a un amigo que es notario y se decidió que el novio y la novia podían invitar separadamente a 19 personas, incluidos como prioridad los padres biológicos (se dejarían de lado los padrastros o madrastras), hermanos solamente carnales, madrinas y padrinos de bautismo (no de confirmación), y las vacantes que queden se las reparten. Cloro exigió que los nombres de los invitados e invitadas estuviesen registrados en una lista y que, al momento de llegar al club, trajeran un ID para identificarse. Habría solamente una puerta de ingreso al lugar del matrimonio, y la hora de ingreso seria a las cinco en punto de la tarde. La gente deberá irse a las nueve en punto, hora del Este.
Tía, no quiero seguir enumerando las sandeces de Cloro que tienen al novio de mi hija con un lado hinchado al punto que ellos están reconsiderando casarse con estas exageradas condiciones y como yo le decía, mi hija TIENE que casarse.
Lo que más le molestó al novio es la exigencia de Cloro de que los invitados dejaran los zapatos en la puerta y él les proveerá unas chancletas de la tienda OneDollar que ahora tiene especiales de otoño. La distancia social sería de siete pies y los novios no podrían besarse por lo de la máscara que la novia usará en vez del velo.
Tía, temo por la salud mental de Cloro y yo también estoy pensando que mi hija no haga ceremonia na y que celebremos el nacimiento y bautizo del baby en enero para encomiar y festejar también la llegada de otro presidente que no sea idiota ni tan corrupto.
Lilly
Respuesta
Querida Lilly, te deseo manifestar que estoy cuarenteneada, pero que no soy adicta al coso este del aislamiento y estoy usando una máscara marca “EnKomios” que no deja entrar ni al mismísimo demonio y que Dios me perdone.
Esto de las catarsis y los deseos de las gentes de descuarentenearse de un modo desesperado y fiestando con énfasis, está sucediendo lamentablemente con el destape de algunos estudiantes universitarios quienes todavía piensan que los recintos de las casas de estudios superiores son para fiestar todos los fines de semana y liberarse. Lo del afán de fiestar es algo real y normal para el ser humano, pero según el Dr. Anthony Fauci, hay que ser cauto porque la jodienda a la que haces referencia es muy melindrosa, empalagosa e impredecible y sus ataques son como los virus de computadoras, difíciles de prever.
¡Mira lo que pasó en Hartford donde tuvieron que postergar por un día la apertura de las escuelas, cuestión a la que algunos les están echando la culpa a los rusos que practican para el día 3 de noviembre porque quieren salvar a Trump de una derrota electoral y enfrentar a la justicia!
Simplemente organizar un encuentro simple en estos tiempos de crisis es una misión casi imposible porque la gente desea crear una ilusión de normalidad y se olvidan de los seres invisibles llamados virus y bacterias.
Conocí el caso de una amiga que programó un ágape para el cumpleaños de la mamá que tiene 92 inviernos y se le llenó la casa de parientes con (ajjjj) sobrinos y sobrinas desenmascarados que sacaban el queso y las frutas con los dedos y se limpiaban los dedos en el mantel. Mi amiga y su esposo tuvieron que expulsar (de manera discreta) a los muchachitos y muchachitas ofreciéndoles a cambio tres botellas de vino, dos de champaña y una variedad de entremeses. Aun así, muchas de sus mamás están ahora enojadas con ella y mi amiga prometió no hacer más fiestas en su vida. Mija, ¡es que no es fácil y eso duele!
Otra amiga con un esposo que es muy innovador e inventor, han creado las fiestas virtuales por zum con una plataforma de invitados. La gente se puede así dar el palo, si quieren bailan, cuentan chistes y chirigotas, y no hay riesgos de contacto físico ni de accidentes por los excesos en libar.
Sin embargo, los críticos que nunca faltan ya dijeron que eso era ser el colmo de lo tacaño, avaro, sórdido, parco y tiñoso porque el organizador y la organizadora no ofrecen nada.
Lo de tu hijita apura porque los meses pasan y yo usaría como razón para una posible suspensión de la fiesta los consejos del Dr. Joseph Fauci que es el único que se ha atrevido a contradecir al insano, y ha pronosticado que viene una segunda ola del Covis-19, la influenza de otoño que no falla, las neumonías, los shingles y otros condenados Covis que mal rayo parta. También en cualquier fiesta habrá adultos mayores a los que hay que proteger por aquello que los sinvergüenzas de los seguros llaman las “condiciones previas,” incluido el pecado original y por eso no pagan los tratamientos ni hospitalizaciones. ¿Cómo la ves?
Así pasó con las fiestas de graduación que son un buen ejemplo de creatividad. En último caso hagan el matrimonio en un estacionamiento desocupado y cuando lleguen los novios todos les tocan la bocina y los que deseen bailar que lo hagan.
Suerte y que Dios me los bendiga a ustedes y al nieto o nietecita.
La Tía Julia