El derecho a voto es y será siempre una de las bases de cualquier sistema democrático. Queremos un sistema político abierto, que recoja todas las voces, anime a la gente a participar y que asegure que todo el mundo se sienta representando.
Por desgracia, Connecticut no resulta ser uno de los mejores lugares del país en este aspecto. A pesar de toda la cháchara sobre restricciones al voto en muchos estados del sur, nuestras leyes sobre participación política y acceso a las urnas están entre las más estrictas de Estados Unidos.
Permitidme un par de ejemplos. En muchos estados el día de las elecciones es sólo un día más en el que se puede ejercer el derecho a voto. Es posible acudir a las urnas en persona días o semanas, tanto en laborables como festivos, para permitir que todo el mundo, no importa si trabajan “el primer martes después del primer lunes de noviembre”, el día cuando se celebran los comicios. Sólo hay seis estados donde no hay voto temprano: Alabama, Mississippi, Missouri, Carolina del Sur, Nuevo Hampshire y… Connecticut.
De igual manera, la inmensa mayoría de estados permiten el voto por correo sin condiciones o motivación especial, o envían la papeleta a todo el mundo sin ni siquiera preguntar, permitiendo que todo el mundo vote desde casa. Connecticut es uno de los catorce estados que exige papeleo adicional para votar por correo. Esto de poner las cosas fáciles para ir a votar no es algo que hagamos en este estado.
Por fortuna, los legisladores estatales se han dado cuenta que esto debe ser cambiado, aunque tomará su tiempo. La constitución del estado, aprobada en 1965, prohíbe de forma un tanto inexplicable tanto el voto temprano como el voto por correo, así que ha sido necesario aprobar no una sino dos reformas constitucionales para solventarlo. El procedimiento de reforma es un tanto complicado (requiere dos votaciones en dos legislaturas distintas y un referéndum), pero el voto anticipado estará en las papeletas este noviembre, y el voto por correo será sometido a referéndum el 2024.
Aun así, creo que esta más que justificado ir más que estas dos reformas para reforzar la democracia en Connecticut. Así que me voy a tomar la libertad de lanzar una idea muy sencilla para mejorar la representación política: ampliar el derecho a voto a los no-ciudadanos.
Esta idea no es nueva o revolucionaria, sino una vuelta a la tradición política del país. El voto inmigrante fue la norma en gran parte de Estados Unidos durante la mayor parte de su historia. Durante todo el siglo XIX, lugares como Texas, Indiana o Kansas permitían el sufragio a todos los residentes del estado, sin excepciones. Esto lo hacían, por un lado, porque era una buena manera de atraer población a su estado (¡y querían más inmigrantes!) o por pura decencia democrática: quien paga impuestos merece el derecho a la representación, al fin y al cabo.
El derecho a voto para inmigrantes existió en Connecticut también durante décadas, desde la fundación del país hasta 1819. Fue abolido, según dicen, como una reacción al sentimiento anti- extranjeros tras la guerra de 1812, y tristemente nunca fue recuperado. En el resto del país, sin embargo, los inmigrantes votaron sin barrera alguna hasta principios del siglo XX, cuando las primeras leyes antinmigración, primero, y la reacción a la primera guerra mundial después llevaron a su abolición. El último estado en eliminar este derecho fue Arkansas, en 1926.
Expandir el derecho a sufragio para no ciudadanos representaría incorporar al sistema político como miembros de pleno derecho a alrededor de un cuarto de millón de personas, o un siete por ciento de la población del estado. Más de la mitad de este grupo son, por cierto, residentes legales, pero no hay motivo para excluir a quienes no lo sean (¡también pagan impuestos!). El cambio sería aún más significativo en lugares como New Haven, Bridgeport o Hartford, donde el porcentaje de población no-ciudadana supera el quince por ciento, y está muy por encima en muchos distritos. El voto inmigrante mejorará la representación política y como gobernamos nuestras ciudades, y está fundado en la sólida tradición democrática del país. Es hora de recuperar las buenas ideas del pasado, y expandir el derecho a voto.