Aunque nuestro estado no sufrió la experiencia del movimiento sísmico de grado 4.8 en la escala Richter que, si afectó Nueva York y Nueva Jersey, esta pregunta de si estamos o no preparados en Connecticut para tales emergencias circula en la actualidad en los análisis de especialistas para prevenir, orientar, y educar a la población acerca de futuros fenómenos sísmicos.
El reciente sismo tuvo su epicentro cerca de la ciudad de Lebanon en Nueva Jersey y se registró a las 10:22 de la mañana. Se pudo sentir hasta en el estado de Vermont y la región de la Nueva Inglaterra, incluido, pero en magnitud mucho menor en Connecticut. Un temblor grado 2.6 en la escala de Richter relacionado con el movimiento sísmico principal del viernes pasado se atribuye como derivado del movimiento principal y se denomina “after schock.”
Vivimos en una época de intranquilidad porque además de los eclipses de sol que en ningún caso son castigos de Dios, sino que simples fenómenos astronómicos; ya se han dado a conocer en el Internet las áreas en los Estados Unidos que podrían ser blancos de bombas nucleares y en el planeta está nuevamente prevaleciendo la posibilidad de guerras, invasiones y las amenazas que caracterizan a una guerra fría.
En el caso de los movimientos sísmicos estos nos demuestran que la corteza terrestre no es tan firme como lo esperado y hay áreas donde las llamadas placas tectónicas se reubican o mueven. También hay países donde existen volcanes activos que también producen durante sus erupciones ruidos subterráneos y movimientos sísmicos.
La buena noticia para Connecticut es que en la región de la Nueva Inglaterra no hay actividad volcánica y estamos más expuestos a fenómenos atmosféricos tales como huracanes e incluso tornados.
La Agencia Federal de Peligros Sísmicos ya ha determinado las áreas propensas a temblores o terremotos y la que encabeza la lista es la costa Oeste de los Estados Unidos en la que se incluyen como de alta tendencia a terremotos y temblores los estados de California, Oregón, Washington.
La llamada Falla de Santa Andrea es la que constituye el mayor peligro para ciudades como Los Ángeles, San Francisco y Seattle.
En la llamada Zona Central del Corredor Noreste de la Costa Atlántica las áreas más propensas a sismos son Washington D.C., Filadelfia, Nueva York y Boston donde el reciente sismo ha llevado a los sismólogos y geólogos a revisar y analizar le reciente sismo grado 4.8 en la escala de Richter.
La otra zona propensa a movimientos sísmicos es Alaska cuya zona sur es la afectada por el 75% de los movimientos sísmicos y terremotos.
Finalmente, otra zona sísmica la constituyen las islas de Hawái debido a la presencia de volcanes y fallas en la corteza terrestre.
Unos 40 millones de habitantes de los Estados Unidos en las regiones más arriba enunciadas pueden sufrir pérdidas humanas y daños de consideración en estructuras o edificios que no estén preparados para sobrevivir movimientos violentos de la tierra.
En conclusión, Connecticut no estaría directamente expuesto a movimientos sísmicos que afecten a Nueva York y Boston, pero también nuestro estado se sitúa afortunadamente en la lista de aquellos donde hay mejores preparaciones preventivas, monitoreo atmosférico y sísmico y recursos para ayudar a la población en casos de catástrofes que afortunadamente no han sido de la magnitud que hace un siglo sufrió California. En esta zona los expertos predicen que hay posibilidades de otro remezón sísmico de magnitud mayor, es decir superior aquel de los 7 grados de magnitud en la escala Richter que destruyó a San Francisco hace cien años.
Esta escala comienza en el grado 1 y hasta el grado tres son casi imperceptibles, pero superando el grado cuatro se siente y pueden provocar destrozos menores en utensilios de cocina, platos, botellas y adornos. En estos casos los habitantes se sobresaltan, pero pueden mantenerse de pie. Superior al grado cinco, es difícil conseguir el balance y hay destrozos en algunas construcciones antiguas. Desde el grado seis al ocho, es imposible mantenerse en pie y caen estructuras.
Tanto las repúblicas del Perú, Ecuador y Chile vecinos inmediatos del océano Pacifico que no siempre es tranquilo, hemos vivido movimientos sísmicos debido a que estamos situado en la llamada línea de fuego que se extiende desde Alaska hasta la Antártida.
En mayo de 1960 se produjo el terremoto más letal en la historia cuando un movimiento de tierra grado 9.6 arrasó la región de Valdivia en el sur de Chile, varió el curso de los ríos, se desplomaron cerros y montañas, hubo inmensas grietas en la corteza terrestre y más encima ocurrió un tsunami que inundó pueblos y ciudades y produjo seis mil muertos y damnificados.
Afortunadamente para Connecticut estos violentos remezones son desconocidos, aunque en documentos coloniales, si hubo terremotos en el área de Massachusetts.
Lamentando el susto de los habitantes de Nueva York y Nueva Jersey, pero Connecticut ha sido hasta ahora afortunado, aunque se debe educar a los niños y jóvenes acerca de estos fenómenos.