Respetada y venerada tía Julia,
Leo todas las semanas y a veces tres veces seguidas sus mismos inteligentes y sabios consejos plasmados en La Voz Hispana de Connecticut, periódico que informa, educa y entretiene (¡Pasé anuncio!).
Fui guardia de correcciones y vivo con una buena pensión y programas de salud adecuados, pero no para los condenados implantes. Estoy casado desde hace tiempo, ¿mucho?, con una mujer buena, pero como dice una canción mexicana y reza, “Estoy casado con una mujer buena pero ahora no soy feliz, ¡Híjole!”
Mis hijos ya echaron un pie y estamos criando a nuestro nieto Casiano a quien le pusieron ese nombre porque mi hija tuvo problemas en el parto y por eso Casi no nace. La parte final del nombre la agregaron para completar el comercial. ¿Cómo la ve?
Para explicar mejor lo que nos pasa con mi distinguida esposa a la que bautizaron como Cleopatra, pero a quien le decimos Kleo, le transcribo un diálogo que sostuvimos después de que yo regresaba del gimnasio y la encuentro en el sagrado seno del hogar con una cara más preocupada que la de Donald Trump quien se ha encontrado con la horma de su zapato con este jurista famoso y ahora fiscal llamado simplemente Jack Smith quien averiguó muy bien como es que este sujeto cuyo pelo es color orín, intento dar un autogolpe de estado.
Yendo al punto, he aquí uno de los diálogos con mi esposa.
Yo: Pero mi amol ¿qué te pasa? Te ves triste y mirando mucho para adentro…
Kleo: Aquí Akostino preocupada por Wilma…Su esposo que se llama Francisco es de estos nenes que cruzaron el río Grande y con el cual, aconsejada por un abogado del patio que le cobró $3,000, contrajo matrimonio para ayudarlo. Pero después de unos meses intimaron y fueron felices dando ella a luz un baby carita redonda y peluito.
Yo: ¿Y cuál es el problema?
Kleo: Es que ahora llegó la esposa de Francisco desde Guanajuato, México, y entonces Wilma se frustró porque el tipo no le había dicho nada y ahora va a demandarlo por bigamia.
Yo: ¡Qué lástima! Lo van a enviar derechito a México con un pasaje de ida y lo siento mucho por tu amiga Wilma que le hizo el favor.
Kleo: ¿Qué amiga?
Yo: ¿Cómo que amiga? la famosa Wilma ¡caray!
Kleo: Una vez más tú no me entiendes. Yo la conozco por el programa de la doctora Polo y le tengo mucha lástima a la pobre, pero no es mi amiga. Tu exageras…
Yo: ¿No es ese el programa donde los que traen líos y problemas son unas pobres gentes a las cuales les pagan para actuar, insultarse y a veces darse en la cara?
Kleo: ¡La doctora es seria y en nada se parece a la peruana Laura de América!
Yo: ¡Entonces estoy más turbado que nunca! ¡Entonces Wilma no era la esposa de Castreño el profesor de música!
Kleo: ¡Qué va hombre! Su esposo no le trabaja un día a nadie porque es profesor de filosofía y ética y nunca encontró empleo en el sistema público de Hartford.
Yo: Ahora sí que estoy más confundido que el republicano Trump pidiendo donaciones para pagarles a los abogados. Pero es que yo no entiendo.
Kleo: Como siempre, tú no me entiendes…
Yo: Pero Kleito, ¿de quién carai estamos hablando, alguien que existe o de programas de supercherías y embelecos?
(Fin del diálogo)
¿Tía, capta usted de lo que hablo y cuál es mi problema? Así todos los días me trae noticias de personajes que no son reales, sino que producto de la inventiva de tipos con mentes más alteradas que la de la ignorante congresista Marjorie Taylor Green, más conocida como Juana la Loca.
¿Debería llevar a mi esposa a un siquiatra? Yo no me quiero divorciar, sino que para curarla deseo vender el plasma pared a pared que le regale a Kleito para las pasadas navidades. Gracias.
Akostino Martínez
Respuesta Confidencial
¡Ay, Akostino! Gracias por tu consulta y franqueza y por no preguntarme sandeces y majaderías acerca del día de mi cumpleaños o mi vida sentimental que la verdad no debiese importarle a nadie.
Ahora vamos a lo de Cleopatra o Kleo, tu distinguida esposa.
Lo primero es lo primero. Bienvenido a la era de la ficción, el reinado de las redes sociales y la confusión mental que producen los cientos de telenovelas ahora distribuidas en seis etapas y cada sección en treinta y siete episodios, tribunales fatulos para juzgar casos complejos inventados y otras yerbas.
Por esto, no podemos tampoco olvidarnos de los malos efectos mentales que producen los usuarios del Internet, Twitter, Facebook, y otras plataformas donde pueden meter embustes, insultar al prójimo y llevar a cabo debates con el uso de groserías propias de las que se escuchan en las oficinas y reuniones de los republicanos.
Creo que debes hacer un esfuerzo como exguardia correccional de entenderte tú y ella y me voy a “dexplicar” como decía un amigo jibarito de Peñuelas.
Si deseas que tu esposa Kleo no comience a confundir la realidad con las cosas que son simplemente espectáculo, necesitan llevar a cabo actividades en conjunto que no cuestan nada y que les separará del plasma.
¿Leen juntos el periódico de la ciudad capital que ahora trae más páginas con obituarios que noticias? Las noticias escritas les ayudarían a sacarla del ensueño de telenovelas mexicanas y dominicanas tales como, “El derecho de abuelo de morir virgen y contento,” “Las puñaladas de carnes no duelen,” o la más reciente y mal actuada, ¿“Mi pesarosa vida tratando de levantar a mi sobrino?”
Akostino, seamos francos. Muchos esposos comparten con sus esposas lo que ven en el plasma además de comentar y buscar películas gratis, aunque más repetidas que la primera versión de Drácula. Pero cuando se es jubilado o jubilada hay que ser cuidadosos porque de tanto ver fantasías para no aburrirse, la gente puede desarrollar una tendencia a la que los limeños estudiados denominan “mirar para adentro de un modo constante y excesivo.”
En USA las películas y videos mexicanos y de otros países son ficción y esta palabra significa una simulación de la realidad o un fingimiento en los cuales los creativos de Hollywood, Chile, Bolivia, Argentina o México usan disfraces, ardides, además de los efectos de computadores para hacer creer que es lo que no es. ¿Me explico?
Ahora bien. En estos momentos hay muchos ciudadanos que después del gobierno de Donald Trump ya no creen en lo que dicen algunos políticos. Imagínate que este expresidente dijo de acuerdo a eruditos y estudiosos, 30,578 mentiras o afirmaciones absolutamente incorrectas durante 2017 y 2020 y sigue con las mismas. Entonces, ¿porque la gente le cree? Porque al candidato eterno lo apoyan blancos rechonchos del sur de USA y el tipo es blanco. ¿Qué te parece? Reflexionen acerca de esto en vez de embobarse con la tele.
Y otro ejemplo. Este tipo que era congresista republicano y ya lo botaron como plasta de vaca y jura que se llama se llama George Santos, más conocido como la “Reina Georgina,” les mintió a los electores de un distrito neoyorquino para que le eligieran diciendo que sus padres venían escapando de los nazis desde Ucrania y que se habían refugiado en Brasil por que eran judíos. ¡Era mentira!
Dijo sin arrugársele el rostro que su madre había muerto cremada en el holocausto, pero la señora falleció en 2016. En su reporte de credenciales dijo haber asistido a dos universidades famosas y tener doctorados lo cual no es cierto.
Ahora la extraña congresista también republicana Marjorie Green Taylor es creyente de las mentiras de la secta Q’Anon que afirma que a Trump le robaron la elección y que John F. Kennedy resucitará para apoyar a Trump.
Akostino, se proactivo y anímate a sacar a tu esposa de la casa, ir juntos al Gym y mirar el paisaje de invierno. y distraeros mirando las nieve y a los pajaritos.
Tía Julia
Comentarios a los sabios consejos de la Tía Julia.
Tía, a la gente tóxica las describen los siquiatras como personas intrusas, aquellas que van a criticar a las casas donde las invitan, otras que se aprovechan para pedirle los teléfonos y los correos electrónicos a las visitas a esa casa que ellas no conocen, y que después despepitan que en la casa donde las invitaron muchas veces cancelan los eventos. A cuatro de ellas, ya nos las queremos ver ni en pintura ni para el Dia del Juicio que según el Pastor Venancio se acerca. El se refiere al juicio final de Trump.
